¿Cuantas veces nos pasa que no creemos lo que nos está pasando? Que no nos parece real, que es sencillamente imposible que sea verdad. Eso que pasa es demasiado perfecto, o demasiado bueno, o sorprendente para ser realidad. Uno no termina de "caer" nunca, y nunca es realmente nunca.
Así se sentía esta chica luego de que lo mejor que le podría haber pasado, le pasara. Estaba en las nubes, la sonrisa no se la sacaba nadie.
Porque esa chica ya no solo estaba enamorada de un chico, si no de su novio.
Era una mañana fresca de otoño cuando ella se levantó pensando en lo que iba a pasar esa tarde. Era una bola de nervios. Su relación con este chico había evolucionado un montón, ya se habían visto unas cuantas veces, solos y acompañados, y la última vez que se habían visto había terminado en un "continuara...", por lo que se podía ver venir lo que iba a pasar esa tarde.
Por la mañana hizo la vida de un domingo normal, pero ya al mediodía no pudo comer, era más la ansiedad por esa tarde que las ganas de comer. Y como no podía faltar, no sabía que ponerse. Quería estar linda para él, y no encontraba como. Asique, luego de pasarse unas dos horas enteras tratando de elegir, la hermana se decidió a ayudarla y así logro estar lista justo a tiempo para poder llegar puntual al lugar de encuentro, que era "su esquina". Ya tenían su lugar desde la primera vez que se encontraron, ya era de ellos.
La gente por la calle debía de pensar que básicamente se iba a encontrar con un chico. Porque la cara de felicidad, nervios, miedo por lo que podía pasar y curiosidad que tenía en la cara no se puede encontrar en muchos otros lugares. Porque así se sentía. Todo era nuevo para ella, todo lo que sentía no lo había sentido nunca antes, era un mundo nuevo que se abría ante ella. Y solo para ella, ella tenía la oportunidad de tomarlo y explorarlo, o dejarlo ir. Y más que decidida, esta chica no pensaba dejarlo pasar. Quería seguir descubriéndolo, encantándose y enamorándose cada vez más. Pero el miedo no se lo sacaba nadie, porque ¿que si no era como pensaba? ¿Que si se estaba imaginando todo? ¿Que si era la única de los dos que lo veía así?
Y era terreno inexplorado... Nunca había dado su primer beso, ni había estado así con ningún chico, menos con alguien que le cause tantos sentimientos. Estaba muy nerviosa.
Y finalmente llegó la hora. Ya para ese momento no podía verlo y no sonreír. Fue un saludo raro, ya que no sabían bien como estaban, pero empezaron a caminar por la feria que había cerca de donde se habían encontrado, hasta sentarse en el pasto.
La chica no entendía como el chico estaba tan calmado, ella no podía ni mirarlo de los nervios prácticamente. Tuvieron una conversación de no se sabe que, porque ninguno de los dos le prestaba mucha atención. Ambos estaban a la expectativa del momento. De repente, ella ve como él se le acerca, y cerrando los ojos, deja que lo que iba a pasar pase.
Y paso.
La mezcla de sensaciones es incontable, muchísimas en muy poco tiempo. Y no se le iban. Con cada nuevo beso, ella volvía a sentir lo mismo. Ella se logró relajar un poco pero igual quedaban nervios, que su chico no ayudo en sacar cuando le dijo "Esto no puede ser así". Casi le da un paro. Se le vino a la cabeza un torrente de "¡¿Quecomodequemeperdique?!", pero todo eso se borró, desapareció tres segundos más tarde, al escuchar lo que dijo después.
"Vos tenes que ser mi novia"
Con esas simples palabras puso su mundo de cabeza. Sin dudarlo, le contesto que sí. No había otra respuesta posible. Era todo lo que quería y podía querer. Lo increible estaba pasando. Estaba de novia con el chico que queria, y nunca se lo hubiera imaginado. No entraba tanta felicidad dentro de ella.
El resto de la tarde fue un borrón. La alegría era demasiada como para poder pensar en otra cosa. Solo sabe que sin duda seguro fue un gran final del día. Demasiada felicidad. Tal, que apenas volvió a su casa, luego de que su novio la dejara (si, no podía pensar en otra cosa), le empezó a contar a todas sus amigas la feliz noticia, y no se cansaba de relatarles como había sido el encuentro y el gran suceso.
Aun al día de hoy, diez meses más tarde, cada vez que piensa en eso, en ese día, en el hecho de que sea su novio, se pone feliz. Y no lo puede creer. Si lo cree en realidad, porque lo tiene en frente, lo tiene ahí al lado cada vez que quiere, lo puede molestar y amar todo lo que quiera, pero sigue siendo muy perfecto como para acostumbrarse alguna vez. Muy perfecto para acostumbrarse a que sea su novio, a que sea su chico, de ella y nada más.
A tenerlo ahí siempre que quiera.
A que sea su chiquito.
Su leoncito.