El viernes por la noche, me encontré sentada entre Beth y Sara en el juego de fútbol, escuchándolas detallar su noche en Pop's con Kirk y Ross.
—Así que, entonces, Kirk se levantó de allí, y cantó el karaoke de una de estas canciones de Britney Spears —dijo Sara—. Estaba haciendo todos sus pasos de baile y… —se disolvió en risas.
—Realmente sí era un buen bailarín —dijo Beth.
—¡Pero su falsete fue terrible! ¡Fue muy gracioso! Te lo perdiste totalmente.
Logré formar una sonrisa. Sí sonaba como si hubiera sido divertido.
Kirk haciéndose el imbécil siempre sería un extra.
Quizás debería haber ido. —Sí, bueno, estaba practicando y conocí a este…
Sara le dio un codazo a Beth. —Hubiera sido más divertido si tú y Ross hubieran ido allá arriba. Debiste haberle pedido que cantara contigo.
Las mejillas de Beth se sonrojaron. —¡Imposible! Él definitivamente no iba para allá arriba, y no iba a ponerme en ridículo al preguntarle. Mentiste completamente cuando dijiste que le gustaba. ¡Casi ni me miró en toda la noche!
—Porque está intimidado por tu belleza, por supuesto —Sara me sonrió—. Díselo, Trisha. Dile que a Ross le gusta ella, pero que es muy tímido y ella va a tener que hacer el primer movimiento.
Arrugué la nariz. —No tengo idea de si le gustas a Ross.
—¿Ves? No lo hace —Beth cruzó sus brazos sobre su pecho y sacó la mandíbula—. No me emociones de esa manera, Sara, o juro que le diré a Kirk que escribiste su nombre por todos lados dentro de tu cuaderno.
Sara palideció y lanzó una mirada fría en mi dirección. —¡Como si no lo supiera ya!. Kirk estuvo vigilando la puerta por ti toda la noche —dijo ella, casi pareciendo como si no le importara—. Beth, ¿Cuántas veces preguntó si Trisha iba a venir?
—Como, un billón —dijo Beth—. Estaba sentado al lado del asiento que estábamos guardando para ti y no dejaba que nadie se sentara allí.
El pensamiento de Kirk esperando por mí terminó con todo el arrepentimiento que estaba sintiendo. —¿Cuál es su problema? ¿Por qué no deja de fastidiarme?
—Porque le gustas, duh —dijo Sara—. ¿Cuál es tú problema? ¿Por qué no le das una oportunidad?
—Definitivamente —Beth suspiró y apoyó sus pies en el banco vacío que estaba frente a nosotras—. Eres tan afortunada. Los chicos te adoran, y ni siquiera aprecias eso.
—Sí —suspiró Sara—. Si tuviera la mitad de tu pecho, mi vida sería mucho mejor.
Resoplé. —Aterricen. La única razón porque le gusto es porque a mí no me gusta él.
—Claro que no —dijo Sara—. Estás buena.
Sentí mis mejillas sonrojarse como siempre hacían cuando ella empezaba a hablar así. —Cállate.
Sara se apoyó sobre su codo, girándose para mirarme. —Hablando en serio, ¿Te gusta o no? Quiero decir, el parece pensar que te estás haciendo la difícil.
Rodé mis ojos y tomé un mordisco de mi perro caliente. Algunas preguntas simplemente no merecían una respuesta.
Sara mordió su labio inferior y miró a Beth. Las observé, sabiendo que estaban incubando un plan. Tragué muy pronto, sorprendida, y comencé a toser.
—Traga suavemente Trisha—continuó Kirk gritando desde abajo—. ¿Quieres que te dé algunas lecciones de cómo comer?
Rápidamente me limpié la boca mientras Sara deslizaba sus dedos a través de su cabello. —¿Está bien mi maquillaje? —susurró.