Sara y Beth me estaban esperando en las escaleras de la escuela cuando llegué a la mañana siguiente. Sara estaba revisando su maquillaje, y Beth estaba comiendo un bagel. Ambas se pusieron de pie cuando me vieron salir del coche de mi madre.
Había estado tan miserable esta mañana que mi mamá se había ofrecido a llevarme a la menor brevedad a la escuela cuando no pudo convencerme de que le dijera lo que estaba mal. ¡Como si esa fuera la clase de cosas que le diría!
—Te ves horrible —exclamó Sara mientras subía las escaleras—. ¿Estás enferma?
—No, pero gracias por hacerme sentir mejor. —No había dormido toda la noche, me estaba volviendo loca, y no sabía qué hacer.
—Siéntate, siéntate —Sara me empujó a las escaleras y abrió su bolsa de maquillaje—. Necesitas desesperadamente un corrector, amiga. Habla, mientras te arreglo.
Era demasiado esfuerzo mantenerla lejos de mí, así que me rendí, mientras Beth se dejaba caer a mi lado, comiendo.
—¿Y? ¿Qué pasó?
—Mira hacia arriba —ordenó mi maquillista personal.
Inspeccioné el cielo para que Sara pudiera ponerme el corrector en las bolsas negras debajo de mis ojos, y las puse al corriente sobre cómo se había desarrollado la noche. Mantuve mi voz baja, para que los chicos que estaban llegando a la escuela no escucharan lo que estaba diciendo, no es que les importara. Parecía como si todo el mundo estuviera feliz y riendo, de muy buen humor.
—Entonces, eso es bueno, ¿no? —preguntó Beth.
—No.
—¿Por qué no? Ya lo tienes nuevamente en marcha, ¿verdad? ¿Regresaron el asunto de “no nos damos cuenta del sexo opuesto”, y todo eso?‖
—Está molesta porque todavía le gusta —dijo Sara.
—Cierra los ojos.
Los cerré, después hice una mueca cuando sentí algo duro en mis párpados. —Dime que no me estás poniendo delineador de ojos.
—¡Oh, cállate! Es hora de que empieces a usar maquillaje. ¿Cómo pretendes que justin se dé cuenta de que le gustas?
Mis ojos se abrieron de golpe, y Sara casi me pone la sombra dentro del ojo. —¡Trisha! ¡No hagas eso!
—¿Acabas de decir que le gusto a justin?
Sara se puso las manos en las caderas. —Oh, ahora si te ves muy bien —se quejó—. No hay nada como una raya de delineador arriba de tu ceja para que los chicos caigan por ti.
—¡Sara! —Le saque el lápiz de ojos de su mano y lo sostuve entre mis puños—. Voy a romper esto a la mitad si no me lo dices.
—¡No! ¡Es mi favorito!
Se abalanzó a atraparlo y lo tire fuera de su alcance. —Habla, amiga.
—Bien —sacó un cepillo para el cabello y lo hizo correr a través de su cabello—. Todo lo que quería decir es que es obvio que le gustas, pero no lo sabe aún. Ya sabes, porque es todo anti-chicas y ese asunto, le va a tomar tiempo darse cuenta. Por lo tanto, si hacemos que te veas como una chica, tal vez se va a dar cuenta de que eres una —se ahuecó el cabello—. Claramente, tenerte haciéndole ojitos no es la manera de abordar el asunto —tiró el peine en su bolsa de maquillaje, después me tendió la mano—. Devuélveme el delineador de ojos para que pueda terminar de dejarte medio decente.
—¿Ojitos? —Golpeé el delineador de ojos en su mano—. ¡Yo no le hago ojitos! ¡Estaba parpadeando! ¡Hay una gran diferencia!
—No para un hombre —dijo Sara—. Cierra los ojos y no los abras hasta que te de permiso.
