capitulo 1

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Eh llegado a saber mis afortunados lectores que hace muchos años en una cálida tierra de sol y arena gobernaba un temido sultán cuyo sentido de la justicia era bastante retorcido, su nombre era Amai Mask, el no tenia una esposa, su atención no iba dirigida a ninguna mujer desde que ese joven llego a sus manos, volviéndose su mas preciada pertenencia, un joven esclavo rubio tan bello como una puesta de sol criado especialmente para complacerlo, la idea de dedicar su vida a una persona (aunque este fuera el sultán) por la cual no sintiera afecto alguno lo hacían sentirse algo triste aunque tenia que resignarse, pero ese no era el único problema del rubio.

Había en los jardines del palacio una fiesta donde varios nobles estaban ahí entre ellos dos jóvenes hermanas, la mayor era considerada la mejor adivina de esas tierras pero no estaba conforme solo con ese título ella quera mas, su meta era el reino, ya hubiera hipnotizado o hechizado al sultán con alguna poción si no fuera porque la mayor parte del tiempo le prestaba mas atención a su (para ella) "juguete favorito" había intentado hablar ya dos veces con el emir de esas tierras pero fue ignorada olímpicamente y ella si que odiaba ser ignorada

-ya quiero acabar con ese estúpido esclavo- dijo cruzando los brazos y haciendo a un lado la cabeza haciendo un gesto de desprecio

-tranquila, ya casi, mejor apresuramos las cosas- dijo divertida la menor de ellas, si bien Tatsumaki tenia el poder de su magia, Fubuki tenia una habilidad increíble, manipular a la gente, no por nada se quedo a cargo del negocio que dejaron sus padres y les había hecho la fortuna que ahora gozaban pero ni para ella ni para su hermana le era suficiente eso, la hermosa azabache levanto su copa e incito a todos a beber mas y mas, incluso el sultán había bebido, comenzaron a subirse los animos de los invitados e hicieron un gran bullicio y Genos se sintió verdaderamente incomodo entre tanta gente y tanto ruido se levanto antes de que su amo volviera a solicitar su presencia y camino mas adentro del jardín sentándose en una fuente lo suficientemente lejos para oir esos gritos como murmullos veía el reflejo de la luna en el agua agitada brillando como plata cuando su pequeña paz fue cortada por la aguda voz de la adivina

-¿porque estas escondiéndote?- Genos no contesto, ella lo miraba con una sonrisa soberbia, jamas le agrado esa mujer enana, era ruidosa, arrogante y algo en su adentro le decía que tenia que tener cuidado de ella

– sabes no te vi beber nada y pensé en darte algo, se ve que lo necesitas- le extendió una copa con el vino que están bebiendo todos -no gracias, no acostumbro beber- el rubio le clavaba la mirada clara de desconfianza

-vamos trágatela, no vine hasta aca a ofrecerte algo para que lo rechaces ¿sabes cuantas veces al dia pienso en los demás? Tal vez unas dos.... Cada semana asi que aprovecha o no me ire hasta que lo bebas- si esa era la forma amable de insistir de esa mujer peliverde no quería saber de que manera reaccionaria al tomar un rechazo asi que tomo la dichosa copa y la bebio de un sorbo regalándole una mirada diciendo "¿ya estas feliz?"

-creo que ya puede volver a la fiesta señora Tatsumaki-

-lo hare no te preocupes- dio la vuelta y camino hasta donde provenía el ruido.

Genos intento volver a tomar la poca tranquilidad que había dejado cuando algo lo asusto, su visión se puso borrosa y comenzó a marearse "¿acaso eso lo embriago?" no, la maldita lo había envenado quiso llegar a donde estaba la gente, pero al dar tres pasos cayo inconsciente, de las sombras las figuras de unos hombres vestidos de negro salieron a donde estaba el desvanecido joven, lo cargaron y lo llevaron fuera del lugar brincando los muros del jardín sin que nadie se diera cuenta.

- ¿Hiciste tu parte? - dijo Fubuki

– listo, espero que tus sirvientes hagan bien su trabajo- dijo Tatsumaki mientras se sentaba cruzando las piernas.

Fubuki fue especifica en sus órdenes, tomar las joyas que Genos traía puestas y algo de la tela de su ropa, arrojarla a donde desechaban la basura del palacio (un gran agujero al final de los inmensos jardines) asi parecería que cayo y fue devorado por los animales, mientras que su verdadero cuerpo lo enterrarían con vida en el cementerio dentro de una caja, los a veces no tan eficientes mercenarios de la voluptuosa mujer comenzaron a cavar el agujero en el cementerio cuando la luz del sol apenas quería asomarse hablan en voz alta de las supersticiones de ir a ese lugar aun siendo de noche, de tener que enterrar algo tan valioso pero si no lo hacían su jefa los mataria y estaban seguros que ella iria uno de esos días a ver si lo enterraron ahí o no, también hablaban de los problemas que tendrían si eran descubiertos, sus palabrerías volaron por el lugar que estaba en completo silencio sin saber que alguien los estaba escuchando, un mozo de cuerda que se había levantado muy temprano para cumplir un encargo de su mas resiente jefe decidio cortar camino por ahí y sin querer escucho a los sirvientes casi gritar lo que estaban haciendo, no sabia que era lo que estaban enterrando, pero era valioso y por la pinta que tenían de seguro era algo que robaron o eso pensó el calvo, su sentido de justicia no le permitia irse y dejar que ese asunto lo atendiera otro, tal vez al sacar lo que había adentro podría encontrar al dueño y hacer que arrestaran a esos tipos pero antes de que llegara a donde ellos y golpearlos de ser necesario los tipos corrieron despavoridos una vez terminada su labor desapareciendo en lo quedaba de oscuridad, Saitama comenzó a desenterrar la caja que metieron a modo de tumba y rompió sin dificultad el candado , sus años en ese duro trabajo lo habían hecho fuerte, pero al abrir la tapa su sorpresa fue inmensa al no encontrar dentro dinero o joyas si no a un hermoso joven de piel blanca y dorados cabellos respirando suavemente

-p-pero que.....- trato de moverlo un poco para despertarlo pero no lo hizo, el sol de la mañana ilumino su rostro haciéndolo ver de un modo que solo era comparable con las gemas mas brillantes y raras, "¿quien es este chico?" se sintió extraño verlo de modo tan indecente y volteo a otro lado un tanto avergonzado, por los restos de su ropa debía ser algún tipo de trabajador del palacio, aunque eran ya harapos, eran de seda y algo de brillante tul, el inconsciente chico comenzó a despertar abriendo lentamente los ojos y llevando su mano hasta su cabeza, alcanzo a sentarse y miro sorprendido todo a su alrededor.

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