Capitulo 2

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Un par de ojos dorados miraban incrédulos todo el cementerio

-no he muerto, o tal vez ¡¿los muertos resucitan?! No, no es imposible, ¡¡esas mujeres!!...- Genos comenzó a hablar sin parar, en si, maldiciones dirigidas a las autoras de su desgracia, parecía no darse cuenta del hombre parado delante de él que parecía al principio alterado por su actitud, pero en su cara comenzaba a notarse la molestia de escuchar palabras que para él no tenían sentido, Saitama llego al tope de su paciencia

- ¡oi! ¿Puedes tranquilizarte un poco? - despertar en medio de un monton de tumbas era algo para alterarse, pero ese chico si que exagero, el rubio paro de golpe sus palabras y por fin noto la presencia del mayor, las gemas doradas se clavaron sin compasión en los ojos castaños de Saitama haciendo que este sintiera un pequeño escalofrió, pero trato de no verse afectado, Genos se quedo un momento como perdido viendo la cara de su salvador hasta que de sus labios pudieron salir palabras de nuevo

– ¿sabe que paso? ¿usted me salvo?- el mayor se presentó y dio una explicación corta de como paso por ahí, escucho a los tipos de negro hablar y lo desenterró

– mi nombre es Genos, le agradezco que me haya ayudado, pero temo que debo pedirle algo mas- su voz se escuchaba sincera y decidida

- eh?, ¿que cosa? –

- lléveme con usted, quizás sea mucho pedir pero la razón por la que estoy aquí es porque alguien trato de deshacerse de mi, si salgo a la calle y alguien me ve, seguro me reconocerán y me devolveran al lugar de donde vengo, al hacer eso me expongo a que intenten matarme de nuevo y yo...-

- ey, ey, espera, lo hare te llevare conmigo, pero la explicación de que pasa me la debes resumir ¿esta bien? Ahora debo pensar como sacarte de aquí sin que te vean al pasar por la calle-

- no se preocupe, tengo una idea –

Genos volvió a encerrarse en la caja y Saitama lo subio con cuidado a la carreta que traía, la caja se mesclaba bien entre la mercancía que llevaba, paso por las calles sin levantar sospechas, llego frente a una gran casa donde abrió las puertas del muro que la rodeaba y metio la carreta, una vez dentro bajo solo la caja donde el rubio estaba y entro con ella a la casa

– ya es seguro salir- la sala donde estaba era hermosa, había bellas alfombras de distintos relieves y colores cubriendo el suelo, divanes bajos y largos con muchos cojines que resaltaban sin desentonar con una mesa baja en medio, no estaba sorpendido del lujo, el palacio era sin duda mucho mas exuberante, era el por qué un hombre con esa facha, un mozo de cuerda*, lo había llevado a un lugar asi

- esta es la casa del mercader para el que trabajo, es un buen tipo se llama Mumen, no estará unos días y me pidió cuidar aquí, pensé que estarías mas comodo en un lugar como este que en mi choza – decía mientras limpiaba su nariz con su dedo "estare mas comodo en cualquier lugar que no sea el palacio", pensó Genos con un gesto algo triste

- ¿tienes hambre? – esa voz por alguna razón logro sacarlo se ese sentir amargo

– yo quisiera primero asearme... - sentía que todo su cuerpo estaba cubierto de tierra, también pensaba que un baño lo relajaría un poco, saber que no estaría vivo de no ser por ese hombre

– creo que el baño esta por ahí- señalo un pasillo con arcos a la derecha que daban al patio y varias puertas a la izquierda

– debe ser la ultima puerta – el baño era una tina rectangular de piedra que abarcaba casi todo el no tan grande cuarto, había azulejos de un color café rojizo y los ya ardientes rayos del sol (aunque aun era temprano) entraban por las altas ventanas y el traga luz, se quedo un rato dentro del agua tratando de pensar que iba a hacer, volver y delatar a las hermanas no sabia si era una buena idea, no solo era la palabra de un esclavo contra esa rica adivina y su hermana, era el objeto preferido del sultan, pero aunque él le creyera, ¿quería volver?. En las habitaciones había mercancía que de seguro era lo que vendia el dueño de la casa, ropa y telas finas, el chico decidio cambiar la desgarrada vestimenta que traía puesta por lo que encontró ahí.

Saitama estaba en la cocina, cocía arroz (que parecía estarse pegando a la olla de barro) e intentaba hacer una especie de kibbeh* de verduras

– ¿quiere que le ayude? – dijo el rubio con el tono mas amable posible

- no esta...- al voltear y ver a Genos se quedo un poco paralizado, vestia un traje de colores blancos arena, hueso y detalles dorados

-señor Saitama, ¡la olla! - burbujeaba violentamente y un ligero olor a quemado inundo la cocina, la retiro del fuego tan rápido que no le dio tiempo de quemar sus manos, al final Genos termino de cocinar, mientras comían le conto de la manera mas corta que pudo de donde venia y como creía el que había terminado dentro de esa caja

- entonces ¿volveras al palacio? -

- vere como puedo, tengo que hacerlo -

-¿tienes que o si quieres volver? - jamas le gusto que la gente fuese tratada como un objeto y no entendía bien que derecho le daba a la gente con poder o riqueza hacer eso aunque este fuera el sultan, Genos no le contesto, era la misma pregunta que se estaba haciendo su rostro se torno serio y ese sentimiento algo amargo volvió, el mayor lo noto

-puedes quedarte el tiempo que quieras – le sonrio de forma amistosa y el rubio sintió que por alguna razón su corazón latio mas fuerte.

Mientras tanto en el palacio Amai con llamas de furia asomarse por sus ojos gritaba a sus guardias dandoles la orden de buscar a su adorada pertenencia.

Mozo de cuerda: se encargaba de llevar bultos o recados de un lugar a otro y que solía colocarse en lugares públicos a donde la gente iba a contratarlo.

Kibbeh: una especie de albóndiga de pasta de trigo se hace con las manos, se rellena y se fríe en aceite.

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