Miércoles 2 de Agosto 2006
Federico, déjame que te presente al primer año en el que no te vienes a Mojácar. Es una pena que no hayas podido venir. Este año no pudimos quedarnos en la casa de alquiler, porque resulta que una anciana la ha comprado para vivir, así que nos fuimos a un hotel. Como tus padres no querían dejarte solo, solo hemos ido la familia de Celia y la mía. No te extrañe que me hayan traído a la fuerza, yo quería quedarme contigo.
A pesar de todo, e de admitir que me lo he pasado muy bien. Celia se comporta más normal que en el instituto, pero bueno, ambos sabemos que es así, los exámenes la agobian bastante (entre tú y yo, a pesar de todo, sigue siendo muy rara, pero no por eso deja de ser mi mejor amiga). He podido comprobar cómo su hermano, a pesar de no recordar nada, ya ha conseguido adaptarse a a situación. Miento al decir que no recuerda nada, hay ya ciertos objetos que los relaciona con momentos menores de su vida, que les hacen recordar, una excursión con el colegio, una tarde viendo la tele con su hermana, o incluso la primera discusión con sus padres, o la nota de su primer examen. A pesar de todo, sigue un poco confuso.
Me equivoqué por completo al calcular que te levantarías el 18 de julio. No tuve en cuenta que el hermano de Celia podría haberse quedado inconsciente desde el mismo día de su desaparición, el 30 de abril, y despertar el 3 de julio perfectamente. Eso hacen un total de 64 días. Es verdad que dijeron que la reacción que sufrió tu cerebro hace ya unos quince días, (no creo que pueda olvidar la fecha de mi primer beso) ayudó a saber que existía la posibilidad de que despertases pronto, pero como ya han pasado unos días, creo que eso no va a ocurrir. Después de hacer más cálculos, (mira que me gusta matemáticas, pero me estoy cansando) existe la posibilidad de que despiertes el jueves 24 de agosto, y yo así lo deseo, para poder contarte todo lo que hemos hecho en estos siete días en Mojácar.
Al principio, todo fueron contratiempos, pues no nos avisaron de que la anciana había comprado la casa para ella, y tuvimos que pagar el hotel en el último momento. Mi prima venía con nosotros. Menos mal que es abogada, gana mucho dinero. Pudimos pagar dos habitaciones y un todo incluido, en el último momento. Claro que todo esto fue al segundo día, porque, como no sabíamos que la mujer vivía en la casa, salimos de casa para llegar a Mojácar por la tarde noche. La anciana fue comprensiva y nos dejó dormir allí, sin ni siquiera cobrarnos nada. Los demás días fueron increíbles. En el hotel impartían clases de surf, y mi prima nos insistió a Celia y a mí para apuntarnos con ella, para poder ligar con el instructor. Mientras mis padres y los padres de Celia, estaban en una habitación, Celia, su hermano, y yo, estábamos con mi prima en la otra. Imagínate el susto que nos dimos Celia y yo al levantarnos el tercer día por la noche al escuchar unos gemidos en el cuarto de baño. El profesor de surf, al parecer, le va la marcha y la ducha, y la pared. Celia y yo nos quedamos donde estábamos de la impresión, y mi prima nos gritó cuando se dio cuenta. No pudimos dar clases de surf el resto de la semana, nos habían prohibido la entrada misteriosamente.
A pesar de todo, tuvimos que encargarnos las dos noches siguientes de que Carlos no se enterase de que mi prima se veía con un cachas de piel morena y pelo rubio largo y alborotado que le provocaba éxtasis cada cinco minutos (sí, suena vulgar, pero es la verdad). Lo que me llamó la atención era que en Mojácar no había olas... a lo mejor por eso ponían la máquina de hacer olas en la piscina y no podíamos entrar en ella porque allí hacían las clases de surf. Sí, es verdad, Celia y yo también nos quedamos fascinadas por el profesor, y, al igual que mi prima, no fuimos conscientes de dónde estábamos ni de lo que hacíamos. Ni qué decir tiene que ni siquiera llegábamos a las clases. Mi prima tonteaba con él, nos decía que nos quedásemos por ahí, pero que nos nos acercásemos, y nosotras dos nos íbamos a la otra piscina, para entretener a Carlos. Nuestros padres se iban al spa, y solo nos encontrábamos con ellos durante las comidas y las actuaciones de las noches, a parte de cuando íbamos a acostarnos, teníamos las habitaciones al lado. Eso sí, después de esas dos noches en las que Sara estuvo con el profesor cachas, seguíamos escuchando a veces más gemidos, provenientes de la habitación de al lado. Celia no podía comprender cómo sus padres podían hacerlo delante de los míos, y yo, igualmente, no entendía cómo los míos se atrevían a hacerlo delante de los suyos. Más tarde, nos enteramos que unos días se llegaban unos antes que otros a la habitación, ara poder disfrutar de momentos de intimidad.
En una de esas ocasiones, Celia quiso hablar de las relaciones. Ella no había tenido ninguna, y yo solo he tenido esa efímera relación con Óscar, tu mejor amigo, que duró una semana. Mientras, no sabíamos quiénes eran, si sus padres o los míos, seguían disfrutando de ese supuesto momento a solas, Celia se metió más en la conversación, alejándose más de lo romántico y acercándose a lo excitante y sexual, algo que nunca me ha interesado mucho. Mi prima llegó en ese momento, acostó a Carlos, y empezó a meterse en la conversación, queriendo saber si ya habíamos perdido nuestra inmaculada flor, por decirlo de una manera fina. Celia y yo dijimos que no, y mi prima insistió una y otra vez, sin creernos, y al recibir negativas, dijo que no sabíamos lo que nos perdíamos, suavizó un poco la conversación, y preguntó si ya nos habían dado nuestro primer beso. Celia negó rotundamente, mientras yo intentaba ocultar el miedo de mis ojos. Seguí sin saber si había estado mal besarte mientras seguías inconsciente, y Celia no podía saberlo, o se pondría muy celosa. Tampoco podía decir que sí, porque ellas sabían que solo había salido con Óscar, pero nunca habíamos llegado a besarnos. Tarde tanto en negarlo que mi prima sospechó, pero no le dio mucha importancia, como un juego de niños. Nos acostamos y no volvimos a hablar del tema durante la semana.
No ocurrieron cosas más importantes. El resto de las vacaciones salíamos, estábamos en la piscina o tomando el sol. Celia intentó tirarle los tejos a algún muchacho, que se alejaba de ella poco a poco, hasta que, cuando ya estaba lo suficientemente lejos, salía corriendo. A ella le extrañó que no me pusiese con ella a tontear con los muchachos pero lo atribuyó a que sigo colada por Luis. Si hubiese sabido la verdad, me hubiese metido la cabeza bajo el agua de la piscina y no me la hubiese sacado hasta dejarme sin aire. Sabes perfectamente que es una exageración pero es que soy la reina del drama.
En una ocasión, justo la última noche, Carlos se despertó gritando y fue corriendo hacia mi cama. Había tenido una pesadilla en la que una figura oculta en las sombras lo atacaba y lo arrastraba, para tirarlo a un abismo sin fondo. Intenté que se acostase en su cama, pero se negó. Cuando quise despertar a Celia para contárselo y se quedase con él, Carlos empezó a llorar y gritar que no quería estar cerca de ella. Al día siguiente, no recordaba nada de lo que había pasado, y se extrañó de levantarse a mi lado.
Hoy ya estamos aquí, y he venido a verte. Sigues ahí, inerte, pero, a pesar de todo, vivo. Tristemente, sin poder despertar. Cuando nos hemos quedado solos en la habitación, he sacado el móvil, y, adivina, no es ilegal besar a alguien inconsciente. Me he acercado a ti y te he besado antes de sentirme y terminar de leerte el libro de Harry Potter. Mientras leía el inesperado funeral de Dumbledore, donde se me han empezado a saltar las lágrimas, he soltado el libro, al escuchar cómo hablabas. Seguías dormido, pero no parabas de llamarme, de pedirme socorro. Llamé a la enfermera, y dijo que en ocasiones podían murmurar cosas, pero no sabía si frases enteras. Todavía pienso en lo que has dicho.
<<Ana, ayúdame, Celia, cuidado>> no sé qué querías decir con eso. Aún tiemblo, y ya han pasado tres horas. No puedo dormir, y no le he dicho nada a mi mejor amiga. Óscar ha venido a ver cómo estaba después de las vacaciones. Aún no ha aceptado que rompí con él. Ha notado que temblaba y me ha preguntado lo que ocurría. Se lo he contado todo. Lo que dijiste, lo del beso, todo. Él me ha intentado consolar, que seguramente eran palabras que tu cerebro había escogido al azar, y que no tendrían conexión ni significado entre sí. Después se ha ido. Yo sin embargo, no me lo creo, es decir, no pienso que sea así.
Buenas noches Federico. Ana.
![](https://img.wattpad.com/cover/56953724-288-k81133.jpg)
ESTÁS LEYENDO
¿Me Recuerdas?
Teen FictionAna es una joven de dieciséis años que, ocasionalmente, en el momento más feliz de su vida, todo le desaparece, lo pierde, por un atroz acontecimiento. Este acontecimiento hará que la pobre Ana tenga que ir al psicólogo, y plasmar todo lo que piensa...