Ojos azules.

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CAPÍTULO 1:

La cabeza me dolía. Llevaba horas en la discoteca y no había probado una sola gota de alcohol, sin embargo, mi cuerpo sufría todos los síntomas de una resaca de mil demonios. Desde luego, me sentía horriblemente mal, mareada y asqueada. El olor a cerveza y sudor inundaba mis fosas nasales urgiendome a escapar.

La gente, en un barullo general, disfrutaba de la música, que, a todo volumen invitaba a bailar.

A mí sólo me entraron ganas de salir corriendo. ¡¿Y que hice!? A pesar de mi jaqueca, me quedé allí un buen rato más, aguantando a pervertidos que aprovechaban cualquier oportunidad para meter las manos debajo de mi falda. Que asco. Ya sé que soy guapa, pero no tenían que hacerle eso a una niña de 16 años.

Cuando finalmente me cansé, me despedí de mis "amigas", salí de la discoteca y me dirigí al hotel.

Llevaba unos minutos caminando colina abajo cuando le di cuenta de que me seguían. Maldición, no podían haberme metido nada en las copas, sólo me bebí una Coca-Cola, y la había abierto yo. Sin embargo, los mareos me impedían caminar rápido y sabía que me alcanzarían. Me estaba cansando y los ojos se me cerraban. Desesperada baje la colina medio corriendo, medio cayendo. Una vez abajo, mis piernas no pudieron seguir sosteniendome. Me quedé sentada, mareada e indefensa en el suelo, mientras 3 chicos, apestando a alcohol, se me acercaban con estúpidas sonrisitas de suficiencia pintandoles el rostro.

_ Has sido muy rápida. Nos ha costado mucho seguirte- Un hombre regordete y sudoroso me acuchilló con su sarcasmo. Aunque lo que realmente me dolió fue su mal aliento.

_ No te asustes- soltó otro- sólo queremos hacertelo pasar bien.

El tercero permaneció callado. Mire en todas direcciones con la intención de pedir ayuda, y entonces vi a un cuarto hombre, cuyos fríos ojos azules observaban la escena interesado.

Ese azul fue lo último que vi antes de caer en la inconsciencia.

Suave. Esta suave... Y calentito. Es cómodo... No me quiero despertar, se está tan bien... Pero, oi la respiración acompasada de una persona en mi oído y eso me obligó a abrir los ojos. Miré directamente al techo, blanco y luminoso.

No recuerdo haber llegado al hotel.

Además hay demasiada luz. Giré la cabeza a un lado y ví a una señora mayor durmiendo a mi lado. Suprimí un grito.

Que susto me ha dado la vieja esta.

Por unos segundos la idea de que la señora de la limpieza haya decidido echarse una siestecita en mi cama inundó mi mente, hasta que me fijé en la habitación. Era enorme y lujosa. Vale, no esperaba encontrarme en esta situación. Estaba en un enorme cuarto lujoso, tumbada en una cama suave y calentita con una vieja tirada a mi lado, posiblemente durmiendo. Vuelví a cerrar los ojos y me tumbé en la cama otra vez. La mujer sueltó un quejido, como si la hubiese molestado. Como si me importara. Seguro que era una monja corrupta que me había secuestrado junto a esos borrachos para después pedir una suma infinita de dinero a mi madre y así dejar de trabajar el resto de su vida, mientras yo me paso lo que queda de la mía intentando olvidar mi traumática experiencia. Pero, estaba en una casa rica, todo parecía muy caro. Entonces, un recuerdo fugaz me asaltó, unos fríos ojos azules se filtraron en mi memoria, haciendo a mi corazón asustado latir más rápido de lo normal. Me levanté de la cama y me dirigí a la puerta e intente abrirla. Pensaba que estaría cerrada, pero, fíjate tú, estaba abierta. Volví a oír a la posible monja corrupta gemir, la mire para asegurarme de que dormía, mire el pasillo que se alzaba ante mi, y me decidí. Cerré la puerta y me dirigí con paso apresurado a cualquier lugar que me ayudara a escapar. Esa era mi prioridad. Volver al hotel. Decirle a mi madre que nada me había pasado y volver a California junto a mis abuelos. Así que, muy cautelosa seguí el pasillo hasta que me encontré con un chico de mi edad aproximadamente, vestido con un carísimo traje, mirando los cuadros que adornaban las paredes. Decidí alejarme de allí antes que...

_ ¿Ya has despertado?

MIERDA...

Me gire lentamente y vi a la vieja monja corrupta mirándome con una mueca preocupada.

_ Si...?- respondí como una idiota. Vale, seguro que a la monja le parecería cortita.

_ Bien, bien, me alegro señora DiMarco... Su esposo estaba preocupado...

Mi cerebro de pronto estalló y abrí la boca para de un grito dejar a la viejecita sorda.

_¡¡¿¿ SEÑORA??!! ¡¡¿¿ ESPOSO??!!

Entonces el chico "observador de cuadros/traje carísimo y pijo" soltó la bomba.

_ Exacto, Karen, nos hemos casado.

Hice lo que cualquier chica normal hubiera hecho. Me avergüenza, pero... Me desmayé.

Love MotionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora