Marie:
Bajamos del taxi y nos encaminamos al Parque de Atracciones. A pocos metros de la entrada, agarré a Marcus por la sudadera, y, cuando éste se giró, mis labios murmuraron:
_ Lo siento.
Schiffer me miró sin comprender, y yo, bajé la cabeza, avergonzada.
_ Yo... Te dije que lo intentaría... - El corazón me latía desbocado en el pecho. Tragando saliva, fruncí el ceño y continué. - Te lo dije pero...
_ Marie. - Me interrumpió él.
Le obvié.
_ ¡Pero no puedo! - Nuestras miradas se encontraron. La mía bañada en pena. La suya, atestada de lágrimas. - No puedo amarte, Marcus. - Solté su prenda y me alejé algunos pasos. - Lo siento.
_ ¿Por qué? - Lloraba. Un nudo en la garganta me impedía hablar. - ¿Hay otro? - Intenté negar con la cabeza, pero, la imagen de Cuatro inundó mi mente.
Asentí.
El alemán apretó la mandíbula.
_ ¿Él te ama? - Inquirió.
_ Nunca podría adueñarme de su corazón. - Revelé. - Él tiene a otra. - Añadí, pensando en Lucero.
_ ¡Entonces, déjame enamorarte!
_ ¡No! - Cerré los ojos fuertemente. - ¡¿Por qué no lo comprendes?! ¡No siento nada contigo, y la culpabilidad me ahoga! ¡No quiero sentir eso! ¡Ni quiero darte falsas esperanzas! ¡No...!
_ Está bien. - Susurró. - Cortamos. - Lancé un suspiro de alivio, sin embargo, su voz me obligó a mantenerme tensa. - Aunque, seguiré intentándolo. - Apreté los dientes. - ¡No me rendiré!
Tras su declaración, sólo fui capaz de articular un pesado “Lo siento.”.
Schiffer simplemente me regaló una sonrisa derruida.
Y me marché, dejándolo en mitad de una multitud alegre, con el rostro triste.
No quería volver a casa aún, así que, decidí pasear por Madrid.
Mis pies se dedicaron a andar hasta la exhaustividad, y, cuando sentí que desfallecía, me senté en un banco, en frente de una heladería.
El lugar me recordó a Karen y a como la había invitado sin conocerla de nada.
Sonreí.
_ ¿Te apetece un helado?
Giré la cabeza, asustada (y como una poseída), hacia el origen de la voz.
_ Pablo... - Saludé. El asintió con la cabeza. Señaló el local.
_ ¿Quieres?
Sonreí, asintiendo.
Sula se levantó y me tendió la mano. Un tanto sorprendida, la acepté y entramos al lugar.
Tras pedir, nos dirigimos a una mesa alejada del resto, al lado de un gran ventanal que enseñaba el tráfico de los coches en las calles.
_ Está bueno. - Apunté.
_ Sí. - Concordó él.
Un silencio incómodo se patentó en el ambiente. Intenté sacar un tema de conversación.
_ ¿Cómo llevas la obra?
_ El papel es fácil. - Dijo. - Si tan sólo un tuviera que llevar un vestido... - Su voz se agravó. - Si tan sólo no me hubieran obligado a aceptar el papel... - Me lanzó una mirada significativa. Sonreí incómoda.
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Love Motion
عاطفيةKaren es una chica normal. Completamente normal. Que esta casada con tan sólo 16 añitos y cuyo marido es el 7° hombre más rico del planeta (por ahora)... Y que además asiste a la Academia Spencer, una cueva llena de ricachones creidos y falsos, ¡¡c...