20. ¿Dónde está Alex?

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|| Julieta ||

Algo iba mal.

En perspectiva todo iba mal, pero con JJ lo noté desde que las puertas del ascensor se abrieron y Ryan yo caminamos por el pasillo del hospital que daba a la habitación de JJ. Las enfermeras estaban inquietas y el doctor encargado de JJ, entró a su habitación de prisa.

Ryan y yo nos miramos, caminamos en la misma dirección. Antes de llegar, escuchábamos la voz de mi hermano, esa voz enojada que utilizaba cuando yo hacía algo estúpido y él estaba a punto de matarme.

Abrí los ojos con asombro cuando me detuve en la puerta. Mi hermano estaba forcejeando con el doctor y una enfermera, Regina la que estaba encaprichada con Zack, como si quisiera saltar de la cama. Ambos le hablaban con suavidad, y otra enfermera limpiaba algo que se había derramado en el suelo. Mi corazón cayó en picada cuando me fijé en él. El suero y algunas sábanas estaban tirados en el suelo, sus vendas habían sido retiradas de su cabeza y la cicatriz de la operación resaltaba en su cabeza rapada. El rostro de JJ estaba enrojecido y las lágrimas inundaban sus ojos.

Caminé hasta él sin importarme el desastre que lo rodeaba, pero cuando estuve frente a él no reconocí a mi hermano. Estaba fuera de sí.

―¿Qué sucede? ―preguntó Ryan cuando yo no encontraba mi propia voz.

―Puedo explicarles afuera―contestó Regina.

―JJ―me acerqué más a él a pesar de la mirada de advertencia que me dio el doctor.

―Será mejor que salga un momento señorita―me dijo.

Llevé mi mano con cuidado hasta la de mi hermano y entrelacé nuestros dedos, él lloraba en silencio y mi corazón se rompía un poco más con cada respiración. Pero no era el momento de romperme.

―Hermano, estoy aquí―le susurré.

Él gruñó.

―Necesitamos que su columna esté recta―dijo el doctor―¿Puedes seguirle hablando?

Asentí. El doctor intentaba acostarlo pero JJ se lo impedía, y con la delicada situación en la que estaban sus costillas, era un peligro que el doctor le aplicara fuerza. JJ debía recostarse por su propia voluntad.

―JJ, estoy aquí, necesitamos que te dejes ayudar―con mi mano libre acaricié su mejilla. Con mis dedos limpié las lágrimas que se escapaban de su rostro.

Ryan estaba a mi lado. Parecía perturbado, estaba inmóvil y miraba a JJ con tanta tristeza que no pude contener las lágrimas. Él tampoco. En pocos segundos, los dos nos unimos al dolor de mi hermano sin importar que nos estuvieran mirando. Dejamos el orgullo, las apariencias y el carácter difícil. Solo éramos dos personas con sentimientos, con la agonía de ver a alguien como mi hermano, tan deshecho.

Noté como los hombros y brazos de JJ se relajaban, poco a poco cedía a las órdenes del doctor hasta que lo dejó tendido en la cama.

―Acompañen a la enfermera Regina―ordenó el doctor―. Mientras nosotros preparamos a William.

Seguimos a Regina hasta el pasillo, ella lucía conmocionada y de reojo nos miraba a Ryan y a mí. Cerró la puerta de la habitación y se puso frente a nosotros.

―William hoy, despertó por completo―dijo―. Su cerebro asimiló toda la información que había bloqueado por el coma y fue demasiado para él. Lo mismo que te sucedió los primeros días Julieta.

Con solo recordar esos días, se formó un nudo en mi estómago. Cuando llegué al hospital estaba fuera de mis cabales, fue una pesadilla que prefería olvidar. Y ahora que sabía que mi hermano estaba pasando por lo mismo, todo lo que quería hacer era estar a su lado sosteniendo su mano.

La locura de JulietaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora