11. El héroe de Lucy

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―Espero que me pagues bien―dijo Thomas cuando abrí la puerta.

A pesar de ser una tarde calurosa de Julio, él llevaba una camisa de mangas largas.

―Tardaste demasiado―me quejé.

―Da gracias que vine―contestó con reproche―¿Podemos irnos?

Di media vuelta y caminé hasta la habitación de Ryan, abrí la puerta y lo encontré escribiendo en su laptop, parecía demasiado concentrado en lo que hacía.

―Regreso al rato―le dije. Levantó la vista y me miró con las cejas enarcadas―Thomas ya vino por mí.

―¿No estarás planeando...?

Bufé.―Quieres dejar de tratarme como una loca impulsiva―dije haciéndome la ofendida―, ten un poco de confianza en mí.

―Por supuesto que no la tendré, pero igual vete, eres libre de hacer lo que quieras.

Volvió su atención a lo que hacía en la laptop y me dirigí enseguida a la puerta. Thomas como siempre, llevaba una cara digna para un funeral, empecé a preguntarme cuántas veces lo había visto sonreír y no recordaba ninguna.

―No soy tu amigo para que me estés pidiendo que te saque a pasear―dijo cuando salimos a la calle.

Miré hacia la casa y oculto entre las cortinas de la ventana visualicé a Ryan, rodé los ojos ante su falta de confianza y volví mi atención a Thomas.

―Tampoco quiero ser tu amiga, solo te estoy usando. Te puedes ir cuando salgamos de este vecindario.

―¿Qué estás planeando ahora Meléfica? ―preguntó con aires de aburrimiento.

―¿Por qué siempre piensan que todo lo que hago tiene una intención oculta?

Thomas me miró y empezó a carcajearse.

―Si tus planes no fueran locos y descabellados no serías Braden.

―Algún día seré una mujer recatada―nos miramos y nos reímos al unísono―. Solo quiero ir al departamento de Zack, estoy segura de que Lucy está allá.

―¿Lucy es... ? ―Thomas frunció el ceño―La loca que era tu mejor amiga y que terminó robándote a Ryan.

―Ella no me lo robó. Él nunca fue mío.

Cruzamos a la calle principal, aun el tráfico no era pesado así que era fácil andar caminando.

―Grandes hombres se tomaron la molestia de inventar los medios de comunicación, ¿No pudiste solo llamar?

―Prefiero la verdad desde mi propia perspectiva.

―Lo que eres una desconfiada, es tu supuesto mejor amigo ¿La confianza no es la base de las relaciones?

Una ráfaga de aire desordenó mi cabello corto, me pasé las manos deprisa.

―Confío en él, solo que mantengo un ojo abierto.

―¿Y así esperas que confíen en ti?

Me detuve a mirarlo. ―No espero que alguien confíe en mí, no quiero fallar y decepcionar a alguien.

―Vaya qué sentimental te pones―Thomas puso cara de asco―, te soporto menos cuando te pones así.

Le pegué con el codo en las costillas y seguimos caminando. Thomas se quejaba tanto de que iba a sudar su camisa nueva que terminamos tomando un taxi, tomamos algunas calles equivocadas hasta que recordé perfectamente la dirección. Thomas quiso matarme cuando se vio obligado a pagar el taxi, yo no llevaba dinero conmigo, hacía muchos días desde que no veía efectivo en mis manos.

La locura de JulietaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora