Memoria nº3

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-Alan...

-Alan... -Repitió varias veces.

¿Cómo sabía mi nombre?, pensé, si ni yo sabía que me llamaría así. ¿Estaba predefinido mi nombre? ¿Habría estado escuchando la conversación aquella voz? Se me vinieron una innumerable cantidad de preguntas e ideas descabelladas... y de repente dejé de escuchar aquella voz. Saque mi cabeza de las sabanas y ahí estaba... Una sombra estaba al lado de la puerta, estaba iluminada por la luz de la luna.

-Alan...

-Alan... -Comenzó de nuevo.

Sentí como si alguien me hubiese tirado un vaso de agua fría en la cara, me levante precipitadamente. Restos me estaba chupando la cara... ver que los rayos del sol entraban por una ventana de la habitación me alivió bastante, pensé que lo que había visto no era nada menos que una pesadilla. Y acto seguido baje las escaleras para desayunar.

-Buenos días cariño –Dijo Matilde -¿Cómo has dormido?

Yo le devolví una sonrisa y le indique poniendo mi pulgar arriba que había dormido bien, aunque no fuera del todo verdad.

A partir de ahí la historia no varió mucho, Matilde y Konrad me enseñaron a hacer muchas cosas, como por ejemplo: hablar, cocinar, cazar, leer, y varias cosas útiles para el día a día. Y pasé a formar parte de su familia, era como un hijo para ellos. Ahora para mi ellos eran como mis padres pero yo les llamaba Tíos.


***


Diez años más tarde cuando yo tenía catorce, pasó algo interesante, estaba haciendo la rutina diaria pero cuando me fui a la cama, ocurrió, otra vez...

-Alan...

-Alan... -Comenzó la misma voz de hace dos años.

-¿Quién eres? ¿Qué quieres de mí? –Pregunte gritando.

-Konrad está en peligro... -Dijo la voz.

La sombra volvió a aparecer justo donde la anterior vez, pero en esta ocasión se acercaba a mí. Vi la puerta de la habitación abriéndose, pero no entraba nadie. Empecé a gritar pero no servía de nada. La sombra se acercaba más a mi cama cuando de repente caí al suelo, no sé como pero la sombra desapareció y Matilde estaba cogiéndome y gritando.

-¡Alan! –Dijo la vieja desesperada.

-¿Qué ha pasado? –Pregunté confuso y nervioso.

-Gracias a Dios, ¡Está vivo! –Prosiguió la anciana cada vez más tranquila –Pensé que era demasiado tarde, pensé que había perdido a mi niño.

-¿Y el Tío? –Pregunté calmándome yo también.

-Se ha ido, a buscar leña –Respondió Matilde – ¿Por qué preguntas?

-Está en peligro –Respondí.

Después de aquello salimos corriendo en su búsqueda. Tras un largo recorrido lo encontramos rodeado por unos lobos, en efecto, estaba en peligro. ¿Estaba la sombra a mi favor o era eso lo que quería que creyera?

Todo se volvió oscuro y un ente blanco como la luz apareció en medio de la nada, esta dijo que necesitaba su ayuda para vencer a los lobos, yo le dije que no quería matarlos, simplemente espantarlos.

Acto seguido todo volvió a la normalidad y un estruendo espantó a los lobos haciéndolos correr hacia el bosque.

Al llegar a la casa iba a explicarles lo que había vivido pero todo desapareció, me encontraba en una sala sin color, ni banco ni negro, sin color ninguno. De repente apareció en una esquina el ente sombrío y en la otra el ente blanco.

-Alan... -Gritaron los dos.

-Alan...

-Alan...

-Alan...


Memorias de una "dulce" infanciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora