El susto de mi Vida

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-Lizet, Lizet - sentí un pequeño sacudón - ¡Despierta!, ya tenemos que irnos - me señala Shannon su reloj de muñeca confirmándome que ya eran las 8:00 de la noche. Había perdido la noción del tiempo, estaba tan agotada que dormí demasiado. Me senté un momento en mi cama intentando recuperar el conocimiento y me lancé de un brinco a estirar un poco el cuerpo.

- Apúrate Liz, no tenemos toda la noche, se nos hará tarde - me mira Isabel con un gesto de apuro. Yo achine un poco los ojos y los estrujaba, rogándole a mi cuerpo que reaccione.

- Váyanse chicas, necesito dos minutos para terminar de despertarme, las alcanzo en un momento - Isabel sin más remedio salió por la puerta, como si le preocupara llegar tarde, mientras que Shannon se asegurará de que no fuera así.

Luego de unos minutos, bostezar varias veces y lavarme la cara con una botella de agua. me puse a buscar las llaves de la cabaña a lo que salía de ella, afuera estaba totalmente oscuro, era casi imposible definir algo más que las luces de las entradas a todas las cabañas y el fuego incandescente de la fogata

- Wow, esto está de película de terror, si hubiese sabido cómo se pone esto de noche le digo a las chicas que me esperen - cerré la puerta y me paré un momento en las escaleras y contemple el cielo estrellado que tanto anhelaba ver desde hace unos días, suspire y así me dirigí a la fogata.

Sin avanzar apenas unos pasos de mi cabaña vi una sombra negra totalmente indefinida que venía a una gran velocidad hacia mí con un fuerte ruido de un animal salvaje.

- ¡Ah! ¡Auxilio! - solté un grito, intente correr, pero caí al suelo del susto, sentía que mi corazón se saldría de mi pecho, mis pupilas se dilataron, mis nervios estaban de puntas y mi respiración acelerada.

Cuando de repente escuché unas risas de burla, carcajadas y jadeos que provenían de la sombra, aun con el estado de nervios y casi sin aliento me di cuenta que me habían tomado el pelo.

- ¡Oye estúpida! ¿Qué te pasa? - le dije muy enojada - Casi me matas del susto - me pare despavorida del suelo, con chispas en mis ojos del enojo - Oye, te estás volviendo loca, no puedes hacer eso, no sabes que hay gente que sufre del corazón y puede morir por algo así - creo que mis gritos se escuchaban a lo lejos, pero ella no dejaba de reírse y eso me hizo enojar aún más.

Así que me lance encima de ella, me di cuenta que tenía un abrigo y una capucha puesta que tapaba la mayor parte de su cara, la tome por una mano y la sacudí

- Oye, ¿Estás loca? - y ella tropezó hacia atrás y cayó al suelo boca arriba, yo me subí encima de ella con mis piernas cada una al lado de su cadera y mis manos apretando sus muñecas mientras mi respiración seguía siendo acelerada y mi rabia al tope, le gritaba muy fuerte, pues el enojo me controlaba. Cuando cayó su capucha esta quedó detrás de su cabello y dejó al descubierto su rostro.

- Hola... – escucho una voz suave, tímida que intenta apaciguar la situación - Sí que te has vuelto fuerte Liz, ¡Auch! - dice Rocío echando la vista a sus muñecas, que yo aún apretaba.

Cuando la vi me enoje aún más al saber que había sido ella que me pego tremendo susto.

- Te estás volviendo loca Rocío, como haces eso, pude morir de un infarto con ese susto - le grité - ¿Te falta un tornillo o qué? - Mis palabras eran rápidas y agresivas y ella lo noto.

- Lo siento... es que te estaba esperando - hizo una pausa y luego soltó una carcajada - ... y te veías tan inocente que no pude evitar asustarme - y continuó riéndose.

Sentí como todo mi enojo bajaba hacia los pies, escuchar su risa fue mi perdición, mis manos dejaron poco a poco de apretar sus muñecas, mi rostro se fue relajando y mi tono ya estaba más calmado. Fueron unos segundos observándola en silencio, pero yo sentí que habían sido años.

- ¿Me estabas esperando? - le pregunté, ya más distraída del susto que me había hecho pasar.

- Mi niña eres flaca, pero pesas, quítate de encima - aún con su risa permanente. Como si todo lo que dice o hace le causara gracia.

- ¿Para qué me esperabas Rocío? - mi cara tenía un gesto sorpresivo, dudando que fuese real. ¿Cómo es que ella vive pendiente de mí y yo ni recordaba bien su rostro?

En ese momento Rocío hizo presión hacia mi izquierda y halo fuerte mi brazo, y dimos varias vueltas en la grama un poco húmeda y pastosa al punto que ella fue la que terminó estando encima de mí, sosteniendo mis muñecas al lado de mis hombros.

- Si tonta, te esperaba - su mechón más largo llegaba a topar mi nariz - tengo tiempo esperándote... ¿Que hacías? Pensabas morirte allá dentro - y su tono de sarcasmo estaba en la deriva.

Yo sentía el pasto en mi cuello y recordé estar en mi cama el día anterior añorando estar así, cerré los ojos un momento y sentí como su mechón rozaba mi nariz, no sé porque mi corazón está tan inquieto y siento como mis manos están más frías de lo normal - Eh... - solté un tono bastante ligero y cálido - A morirme iba hace casi un momento por tu culpa - y sonreí.

- Ay que exagerada eres - y se ríe - Solo fue un sustico, recordando los viejos tiempos, siempre fuiste fácil de asustar - y veo como su cara se vuelve divertida. Ella aún mantiene la cercanía y su mechón no deja de acariciar mi cara.

- Y tú siempre buscabas la forma de hacerlo - Ya no había enojada sino mucha calma - pero dime, ¿Para qué me estabas esperando? - y gire un poco mi cabeza.

Ella afincó su frente a mi pecho, aún sin soltar mis muñecas, tomó una bocanada de aliento y lo soltó muy fuertemente. Escuche su voz...

- Pues... vine a... - y sonaron los megáfonos

"Líderes de la cabaña No.14, No.8 y No.4 favor acercarse a la fogata".

Y repitieron el mensaje. Rocío levantó la cabeza haciendo un gesto militar con su mano derecha "Señor, si señor" y vuelve su mirada hacia mí - Parece que nos están llamando, así que vámonos, te ayudo a levantarte.

Rocío me soltó la otra muñeca y se paró de encima de mí, estiró su mano para levantarme, limpiarme un poco el césped y caminamos hacia la fogata.

- Eh... perdón por empujarte así - un tono de vergüenza salió de mi boca. Ahora que lo piense creo que el miedo me vuelve algo agresiva.

- Descuida, perdón por que seas una miedosa - y se burla.

Yo me reí con ella y la empuje ligeramente por el hombro, a lo que llegamos a la fogata, yo llegué donde estaban mis chicas y Rocío a su grupo, cuando llegó le hicieron una algarabía "¡Rocio! ¡Rocio! ¡Rocio!" Parece caerle muy bien a su equipo. Las saludo a todas, me echó un vistazo y sonreí. Siento que dejamos una conversación pendiente, pero no sé de qué.   

El Campamento (Lesbica) (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora