Marco despertó a Katya de la siesta que estaba durmiendo cerca de las 16:00 horas. La mujer al verlo lo besó con timidez y él acercó a la cama la bandeja que le había traído con la merienda, ella sonrió y apoyó su cabeza en el hombro de su novio. No hacía mucho habían cumplido diez meses juntos y pronto iba a ser su aniversario, Marco ya tenía planeado sentar cabeza y pedirle matrimonio.
Era feliz junto a Katya, ella desde un primer momento lo hizo feliz y lo seguía haciendo. Siempre en pequeñas cosas, a veces con gestos inmensos, como una campesino cosecha todos los días su plantación, Katya todos los días le demostraba cuánto lo quería.
De todas formas él siempre tenía sus dudas, después de la experiencia con Aytaç, haber sido engañado hacía que desconfiara demasiado de ella por más que no lo exteriorizara. No le manifestaba los celos, no revisaba su celular, solamente lo pensaba, y pensar en qué estaría ella pensando lo mataba por dentro. Era un hecho que Aytaç había logrado que Marco cambiara su personalidad después de que lo dejó, una parte de él también lo hizo y se fue con ella. Aquellos que lo conocían desde antes de su relación con Aytaç consideran que ese amor lo consumió tanto que la forma que tuvo de salir fue la negación de lo que había pasado, por más que por dentro sabía perfectamente la manera en la que fueron las cosas.
Katya estaba redescubriendo esa parte que Aytaç quitó a la fuerza, tomó un gran tiempo pero Marco poco a poco recuperaba las partes que se habían perdido de su personalidad mas no logró encontrarlas todas porque aquella mujer las seguía teniendo con ella, las había guardado tan profundamente que era imposible encontrarlas, solamente ella sabía dónde estaban.
La situación era como aquel cuento del sabio, donde Marco soltó sus partes al aire como plumas en un saco, y cuando volvió a recogerlas el viento se las llevó, Aytaç se las llevó. Encontró muy pocas cuando tuvo que volver a ponerlas en la bolsa, algunas se habían ido para siempre. Katya encontró algunas por él, pero nunca bastaron. Era una herida que aún no había sanado.
Aquella noche había una fiesta, la misma fiesta anual de cuando bailó por primera vez con Aytaç. Recordaba aquella noche como si hubiera sido ayer, cuando la vio entrar con Lars Bender y creyó que era el final de lo que alguna vez pudo ser.
Finalmente fue.
Fue.
Pasado.