—Me alegro de que hayas venido a mí. No te preocupes. Ya sé que ha sido la desesperación
lo que te ha traído aquí, no que hayas cambiado de opinión. Ya he aceptado que no sientes de esa
manera por mí...
—Lo siento, Justin. me gustaría... No debería haber venido aquí. Ha sido muy egoísta por mi
parte.
—Tonterías. me alegro de que hayas venido. Sólo me gustaría haberle visto la cara a
Bieber cuando se lo dijiste. ¿Le llamaste o...?
—Le mandé un fax.
Justin tomó su maleta y la miró encantado.
—Un fax... No está mal. Ahora he de marcharme, _____. Quédate todo el tiempo que quieras.
Volveré el lunes.
Una vez a solas, _____ no pudo concentrarse en nada. Se dedicó a pasar de un canal a otro de
televisión y, dejando un documental sobre animales salvajes, empezó a pasear por el salón.
Pensó que, seguramente, la familia Bieber la odiaría, pero era mejor que se fuera haciendo
a la idea de que Justin ya no era parte de su vida.
Cuando oyó una llave en la cerradura, dio por hecho que debía de ser Justin, que habría
olvidado algo, lo que no era muy propio en él. A lo mejor el pobre había perdido el avión. Estaba a
punto de decir algo cuando oyó una voz que no era precisamente la de Justin.
—Muchas gracias. No quería despertarla.
_____ se quedó helada y se llevó las manos a la boca cuando miró a la puerta abierta.
— ¡Tú! —exclamó——. ¿Cómo...?
Justin no habló inmediatamente. Se tomó s tiempo echando un vistazo a su alrededor.
—Esto está muy bien. El tipo ese tiene buen gusto —dijo por fin.
—Vete! ¡Ten cuidado con eso! —gritó ella cuando Justin tomó una figurita de bronce en la
mano.
—Una buena imitación.
—Así que ahora eres también experto en antigüedades. ¿Cómo has sabido que estaba aquí?
—No lo sabía. Lo que sí sabía era que no temas ni un penique y eso limitaba las
posibilidades —dijo él, tirando sobre el sofá la cartera de eh:. con sus tarjetas de crédito—. Eso
descartaba 1o hoteles. Llamé a todas las direcciones que tienes en la agenda y no logré nada.
—Cómo te has atrevido a hurgar en mis pertenencias personales.
—Me he atrevido porque has desaparecido si:
decir ni una palabra que lo explique la víspera d nuestra boda.
Justin estaba realmente enfadado, pensó ella.
— ¿Adivinas quién apareció en tu agenda? El querido ex novio Justin. ¿Es que su número de
teléfono es tan olvidable como él? Cuando lo ví salir de aquí, lo primero que pensé era que no
estabas aquí tampoco. ¿Qué idiota dejaría a la mujer a la que ama sola en un estado tan
vulnerable?
—No todos los hombres se aprovechan de la vulnerabilidad —dijo _____, sabiendo que esa
insinuación no era completamente cierta.
Justin apretó los dientes y sonrió cruelmente.
—Tontos de ellos.
— ¿Cómo has entrado?
—Fácil. Le he contado al portero que mi esposa y yo nos alojábamos en casa de Justin y,
como él ya te había visto a ti, se lo creyó y me ha abierto la puerta. No lo culpes.
—No lo hago. Sé lo buen mentiroso que eres.
—Eres muy amable. Y con esto se acaba la historia de cómo he entrado aquí. ¿De qué
hablamos ahora? —dijo él frunciendo el ceño.—No quiero hablar contigo, Justin. Vete.
A _____ no le sorprendió que no lo hiciera.
—Podemos hablar de esto —dijo él, mostrándole un trozo de papel con el fax—. Menos mal
que no me has dejado plantado en el altar.
— ¡Yo no haría eso! —exclamó ella—. Entiendo que estés un poco molesto, pero...
— ¡Molesto!
—Ya sé que un fax es un poco impersonal, pero sabía que me convencerías de que no lo
hiciera —admitió ella.
—Y tú eres un alma cándida e impresionable —dijo él sarcásticamente.
Irónicamente, él no tenía ni idea de lo impresionable que era ella en lo que a él se refería.
—Estás siendo un animal —dijo _____ airada—. Además, quiero casarme contigo, todo sería
mucho más fácil así. Fácil, pero no correcto.
Eso sonaba tonto incluso para sus oídos.
—Anoche lo era. Esta mañana, cuando hablé contigo, también. ¿Qué ha cambiado?
—No estaba pensando razonablemente.
— ¿Y por qué cambiar una costumbre que tienes de siempre?
—No podía durar, Justin.
—Ya sabes que nunca hay garantías, _____.
—Yo no quiero garantías —respondió ella—. Sólo alguna posibilidad.
— ¿Y no crees que la tengamos?
Ella agitó la cabeza, desolada. El la tomó por los hombros y _____ apoyó la frente en su
pecho.
—Nunca habías pensado casarte, por lo menos. no conmigo —dijo ella.
—Con nadie.
— ¿Ni siquiera con Suzanna?
— ¿Con quién?
_____ levantó la cabeza y lo miró indignada. separándose de él.
—La Suzanna de la que tanto me hablabas en tus cartas.
—Ah, ésa...
—Esa misma. La he conocido hoy.
— ¿Qué? Eso no es...
—Vino a tu casa esta mañana, buscándote.
—Típico en ella —dijo él sonriendo irónicamente.
—Me temo que le dije que te ibas a casar y no le gustó mucho.
—Me lo imagino, pero sobrevivirá.
— ¡Justin! —exclamó ella sorprendida por su fría respuesta.
— ¿Qué pasa?
—No puedes hablar así de la gente. Es... cruel.
— ¿Y tú estás en posición de decir algo? Alguna gente podría pensar que tus actos son
crueles. Crueles y egoístas...
— ¿Estás enamorado de ella?
—No.
Esa negativa categórica no la hizo sentirse mejor.
—Solías ser sincero conmigo —murmuró _____.
—No sé por qué te molestas en preguntarme si ya has decidido tú sola.
—En tus cartas...
—Esas cartas eran...
Terminó la frase con un murmullo inaudible.
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Un Hijo Del Amor
RomansaCuando _____ tenía problemas siempre se apoyaba en Justin Bieber. El era atractivo, sexy y encantador; pero, para _____, simplemente era su mejor amigo. Así que después de llorarle en el hombro al terminar un romance fallido, _____ se sorprendió al...