Capitulo 5

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-Bueno, grita si necesitas algo más. No me voy a ir a ninguna parte. ¿Estás segura de que
no puedo hacer nada?
Ella sintió de repente un súbito remordimiento por cómo lo estaba tratando.
-Lo siento, Justin, pero si te quedas, te voy a arrancar la cabeza de un mordisco -dijo
sonriendo débilmente.
El la miró y le pareció que estaba muy pálida y sudorosa.
-Me arriesgaré.
-Bueno, pero la experiencia me ha enseñado que esto me durará todavía un rato y luego
tendré que arrastrarme a la cama. Si quieres seguir regañándome, vas a tener que esperar a
mañana.
Cuando, más tarde, ella se dirigió al dormitorio, Justin estaba tumbado en el sofá.
-Yo me voy a la cama, tú puedes hacer lo que quieras -le dijo ella.
- ¿Cómo te encuentras?
-Bien, de verdad.
Se había desnudado en el cuarto de baño y se había puesto un albornoz.
En el dormitorio, vio que él le había abierto la cama y que había una jarra con agua fría en la
mesilla. Entonces, Justin apareció en la puerta.
-Gracias -le dijo.
- ¿Quieres que te traiga un té u otra cosa?
-No, gracias. Vale con el agua.
_____ abrió el armario y sacó un camisón.
- ¿Te importa? -le preguntó.
-Evidentemente, a ti sí -dijo él, dándose la ue1ta-. ¿Servirá de algo si cierro los ojos?
-Lo que serviría de algo sería que te fueras.
Se quitó entonces el albornoz, que dejó caer al suelo, y se puso el camisón.
-No tengo ninguna intención de dejarte sola hasta que no estés acostada -dijo él
decididamente-. ¿Estás ya?
Ella asintió y entonces recordó que no la podía ver.
-Sí.
Recogió el albornoz y lo colgó en el armario. Cuando se volvió, él la estaba observando. A
pesar de lo sencillo y modesto del camisón, con cierta luz era traslúcido. La luz que había
precisamente en el dormitorio en ese momento.
Vio cómo él tragaba saliva.
- ¿Sabes? Solía preguntarme cómo estarías sin nada encima -susurró él-. ¿Te has
preguntado tú cómo yo...?
_____ bajó la mirada y también tragó saliva. Incluso ella podía ver perfectamente cómo se le
marcaban provocativamente los pezones y la sombra oscura entre los muslos. ¿Se creería él que
había hecho eso a propósito?
- ¡Nunca! -gimió ella metiéndose bajo las mantas de una vez-. Yo nunca... Bueno, sólo
de pasada, como tú.
Justin asintió como si comprendiera completamente lo que ella estaba diciendo. Tal vez
demasiado completamente, pensó ella suspicazmente al ver el brillo de sus ojos irlandeses.
- ¿Estás cómoda?
¿Cuándo se habría preguntado él cómo era su cuerpo? Seguramente ella se habría dado
cuenta si él hubiera pensado algo así, ¿no? Ahora que ya no existía el misterio, no podía evitar
preguntarse qué pensaba él. ¿Habría sido decepcionante la realidad?
No pudo evitar tampoco comparar su figura con la de las numerosas novias que él había
tenido a lo largo de los años. A él no le iba un tipo particular de mujer, le daba igual que fueran

rubias, morenas, altas, bajitas... como fueran. Pero no recordaba que nunca hubiera salido con
una pelirroja como ella.
-Estoy bien, gracias.
¡Tenía que dejar de pensar así en él!
-No sé cómo en esa cama. Es para pigmeos
-dijo él apoyando una mano en el pie de la cama. Una imagen de su cálido encuentro
apareció irremediablemente en la mente de ella.
-Me viene bien.
-Me sorprende que Justin no te convenciera para que te compraras algo más... espacioso.
-Justin nunca se quedó a dormir.
-Pero yo creía que vosotros dos...
- ¡Lo hacíamos! -exclamó ella avergonzada-. Pero yo me tenía que levantar pronto y a
los dos nos gustaba tener nuestra intimidad.
-Sabe Dios lo que viste en él.
-Vi a un hombre considerado...
-Aburrido y sin imaginación...
-No sé por qué le tienes tanta manía a Justin. Después de todo, fuiste tú quien me animó a
que se acostara con él¡.
-¿Que yo hice qué?
En otras circunstancias, la cara que puso él la abría hecho reír.
-Siempre te estabas metiendo conmigo por er... ya sabes.
- ¿Virgen?
-Eso. Fuiste tú quien me dijo que no debería esperar a que viniera mi Príncipe Azul, que
debía salir por ahí y...
-¡Yo no lo hice! -exclamó él muy colorado.
-Sí. lo hiciste. Yo sólo seguí tu consejo.
-Por Dios, no quise decir que te acostaras con cualquiera sólo porque sí. Merece la pena
esperar a alguien especial...
El parecía completamente trastornado por el hecho de que sus bromas pudieran haber
tenido tanta influencia.
-Como tú mismo hiciste -respondió ella maliciosamente.
-¡Eso es diferente!
-Ciertamente, lo es. Lo que yo tuve con Justin no tenía nada que ver con el egoísmo ni con
el simple placer sin más. Por Dios, Justin, no pongas esa cara. No me acosté con Justin sólo porque
pensara que tú creías que debía hacerlo o porque tú fueras mi modelo a seguir. Me enamoré de él.
Pero esa admisión tampoco pareció gustarle nada a Justin.
-Entonces, ¿por qué no quisiste tener hijos suyos? Por lo que me has dicho, ya tenías en
marcha esa famosa bomba de relojería biológica.
_____ parpadeó confundida. Buena pregunta.
- ¿Quién ha dicho que no los quería?
-Te negaste a casarte con él, así que eso nos lleva lógicamente...
-Oh, no empieces con tu lógica de nuevo. No era el momento adecuado, eso fue todo.
- ¿Y ahora?
-No se puede dar la vuelta al reloj.
- ¿Y si pudieras...?
Ese hombre hacía unas preguntas que no eran nada fáciles.
-Me gustaría que me dejaras en paz para que pudiera dormir un poco. No puedo pensar
bien y, mucho menos, jugar a estos estúpidos juegos de suposiciones.

Un Hijo Del AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora