Todo comenzó sin darnos cuenta, cada mañana pasábamos frente al mismo salón a platicar con alguien , alguien a quien yo no conocía y no tenía ni la más remota curiosidad de llegar a conocer. Mi vida se encontraba en un punto en el cual no quería nada. Absolutamente nada. no quería sonreír, no quería reír, en pocas palabras ya no quería vivir.
Había pasado por varias decepcionas amorosas o quizás no ,porque nunca mantuve ninguna relación con alguna de esas personas simplemente me gustaban y yo no era lo suficiente y era así de la manera en que me sentía.
La rutina diaria era la misma desde hacía varios años atrás:
Ir a clases.
Fingir que puedo ser algo feliz al hacer bromas con amigos.
Esconder mis muñecas ante todas las personas posibles.
Llegar a mi casa.
Comer.
Encerrarme.
Pasar mi día en la red social.
Y por último llorar de soledad...
Se había convertido en mi manera de vivir y permanecer con vida, aún que, había días en los que eso ya no era suficiente, me sentaba en la cama al analizar mi horrible rutina y planeaba maneras de terminar con ella. Y me refiero a mi vida, pero solo me faltaba algo esencial para lograrlo y aquello era el valor.
