18-Relato

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Ella se sonrió para sus adentros guardando el celular en su bolso, el cual dejó en una silla. Hizo unas señas a sus amigas y apretando las plataformas contra el piso se dirigió sola, a paso firme, al lugar. Notaba, altiva, algunas miradas posarse sobre ella. Cuando salió a la entrada una brisa le hizo sentir su propio perfume. Un punto a favor, pensó. Se tiró delicadamente el cabello hacia atrás, acompañandolo con su mirada la cual se posó en ese muchacho que se acercaba con las manos en los bolsillos de sus jean negros, levantando la vista para sonreírle.
Ella está vez le devolvió la sonrisa, una de las pocas que habían intercambiado. Las miradas cómplices parecían ser suficientes en su comunicación.

La vió de lejos luego de llamarla para hablar cuando iba al lugar acordado, sus piernas bronceadas iban bien con su conjunto. No llevaba ropa muy ajustada o corta, pero se lucía de maravilla con esas plataformas. Sus ojos parecían mirar un punto fijo perdido, y cuando una brisa lo empujó levemente decidió avanzar a encararla. En ese instante su cabello hace un movimiento y ella nota su presencia. Le sonríe y como cuando esto ocurre ella le devuelve esta.
Cuando estuvieron frente a frente y él le hizo una seña para moverse a un costado. Mirando esos profundos ojos que fueron el inicio de todo hicieron que un corto pensamiento pasara como un rayo por su mente. Ella era hermosa y siempre lo fue. Le encantaba, su juego de miradas hacían que él estuviera allí en ese instante. La chica era única. Para una relación podría ser la indicada. Pero no, un beso, nada más.

Cuando él se acercó se ubicaron un poco más al costado de su lugar. Ella lo miró a esos ojos verdes que la seguían por las escaleras del colegio tantas veces hacia ya un tiempo. Tanteando su expresión pensó para si misma, un beso, nada más.

De todos modos, se lo dijo; me encantas. Había que ser sinceros, pero preciso al mismo tiempo. Posé mi mano en su cintura y apoyé mi frente con la suya, esperando. Eso raramente me gustaba de ella, no demostraba si no se le demostraba. No tomó la iniciativa. Simplemente, se mordió leve e involuntariamente el labio como tantas veces la había visto hacer por una ventana. Con el aroma a su perfume decidí ya no esperar a seguir viendola por la ventana, quise morder ese labio. Nos fundí en un beso lento y demonios, ella tenía lo suyo. Aquella sensibilidad que nos daba el ritmo.

Me encantas. Me lo dijo posando su mano en mi cintura y acercando nuestras frentes. No si el paso, esperaba eso de él, sólo apreté mi labio inferior nerviosamente. Tomó la iniciativa y nos fundió en un tierno beso. Sos su entretenimiento, pensé y con una sonrisa me bastó para devolverle el beso lentamente.

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