Capítulo 4

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Al día siguiente, tras el desayuno en el que también estuvieron Max y Kristin, nos juntamos todos a las doce del mediodía en la piscina que había en la parte superior del barco, al aire libre. Estaba llena de gente que se daba un chapuzón o tomaba el sol en las hamacas. Angy y yo llegamos las primeras. Estrenamos un mismo bikini de color rosa que nos regalaron los abuelos el año pasado.

―¡Aaay! ―estiró los brazos Angy a la vez que suspiraba―. ¡Qué día más soleado!

Fuimos hacia unas tumbonas cercanas a la piscina para coger sitio y esperamos a que llegaran los demás. Los siguientes en llegar fueron Anton y Simon.

―¡Hola chicas! ¿No os bañáis? ―saludó Simon más animado que la noche anterior. Se quitó la camiseta al igual que nuestro hermano. La verdad es que ambos tenían un cuerpazo aunque el de Anton lo teníamos ya muy visto.

―Vaya Simon, veo que te gusta provocar ¿eh?

―¡Angélica! ―le di un golpecito en el hombro. ¿Por qué era tan directa siempre? ¿Es que todo lo que pensaba lo iba a decir?

Sin embargo, Simon solo sonrió y junto a Anton fueron a darse un baño.

―¿Dónde estará Julia? ―pregunté al cabo de un rato.

―Llegará con Sebas y los demás supongo ―se levantó―. Voy al agua. ¿Te vienes?

―No, ve tú ―dije cogiendo la crema solar para echarme sobre las piernas que ya comenzaban a coger un tono rojizo sobre mi piel blanquecina.

Mientras me cubría las piernas con la crema observaba a mi alrededor: Anton, Simon y Angy se salpicaban con el agua y reían sin parar. La verdad es que lo estábamos pasando la mar de bien y solo nos quedaban dos noches más para llegar a Nueva York. Entonces caí en algo: ¿Nos tendríamos que separar de nuestros nuevos amigos? La verdad es que nunca llegamos a hablar de ese tema. La sola idea de imaginar a Sebas, Julia y a Max lejos de mí me partía el alma. Les habíamos cogido mucho cariño en poco tiempo. Nuestros padres nos habían dado una dirección de hotel pero ¿dónde se hospedaban ellos? Mientras pensaba en todo esto me di cuenta de que llegaban Sebas y Kristin. Tras saludarnos, Kristin fue corriendo a meterse al agua mientras que Sebas me hizo compañía.

―Se está bien aquí ¿eh? ―dijo colocándose en la hamaca de al lado y poniéndose las gafas de sol.

―Sí...

―¿Te pasa algo?

―No, nada, ¿dónde están Max y Julia?

―Hacía tiempo que no se quedaban a solas y se quedaron charlando. Enseguida vienen. ¿Por qué lo preguntas?

Me incorporé sobre la hamaca y tras asegurarme de que nadie podía escucharme dije:

―Sebas, estoy preocupada por Julia. Ayer por la noche mi hermana me comentó que vio a Max con Kristin muy juntos en la cubierta C ―hice una pausa―. Julia confía plenamente en su novio, no creo que...

―No sigas por ahí ―se puso serio de pronto―. De verdad Anne, no quiero que te metas en las movidas que pueda traer mi hermano con su novia.

―Lo siento. ―me sentí fatal. ¿Había metido la pata?

―En serio, sé de lo que hablo y es mejor que no te metas, ni tú ni tu hermana. ¡Ah, mira! Ya vienen por ahí.

Miré hacia el frente y vi a Max que venía sin camiseta (qué cuerpazo...) y con un bañador tipo pantalón de color rojo que le quedaba genial. No llevaba la gorra puesta por lo que su pelo corto de color castaño brillaba con los rayos de sol. Tenía el pelo demasiado corto en mi opinión, rapado al uno o al dos. Nunca he sido una gran fan de los chicos con el pelo rapado pero a él le quedaba perfecto e iba con su estilo. Julia y Max llegaban agarrados por la cintura. No pude remediar mirar la cara de Kristin al verles llegar. Ésta miraba a Max con una sonrisilla mientras seguía jugando en el agua con los demás.

No Me Olvides© #NMO (Disponible en Amazon)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora