Capítulo 3 - La noche es mágica

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Nuevamente se sentía nerviosa y emocionada, como al principio de la noche, pero esta vez eran unos nervios distintos, una emoción distinta.

Dejo la ropa que Paul le había dado sobre la cama, se levanto para quitarse la chaqueta y decidió ir al baño para refrescarse. Al salir por la puerta no vio a nadie, el resto de las habitaciones estaban cerradas y la luz del pasillo encendida, por lo que supuso que todos estarían en el salón. Entro al baño, donde la composición de antiguo y moderno reinaba en armonía, y se miro al espejo. Se lavo la cara con un jabón, de rico olor a coco, que había a un lado de la encimera y se peino el cabello con sus dedos. Volvió a la habitación y se descalzó. Justo en ese momento recordó que no podía quitarse el corset ella sola, ya que Michelle, su mejor amiga, le tuvo que ayudar cuando se empezó a preparar horas antes para la gran noche.

Pensó: ¿Y ahora qué hago? ¿Tendré que pedirle a algunos de ellos que me ayuden? ¡Dios, qué verguenza!

Respiro hondo y salió de la habitación, pero no llego a cruzar la puerta cuando, para su sorpresa, vio a Richard que caminaba cabizbajo por el pasillo a punto de entrar a la habitación contigua. Dudo por un instante en si debía pedirle ayuda a él o bajar al salón para decírselo a Flake, ya que habían tenido más contacto, pero no quería hacerlo delante del resto, por lo que se armo de valor y llamó a Richard.

- ¡Señor Kruspe! - Gritó e hizo un gesto con la mano para que se acercara. Éste la miró por un segundo muy serio para luego sonreír y se dirigió hacía allí. Sara se hizo a un lado para que pudiera entrar y cerró la puerta, quedándose a distancia prudente de él.

- ¿Me has llamado "señor" Kruspe? - Le pregunto, nuevamente con esa expresión seria, cruzándose de brazos.

- Eh... - Se quedo muda, y su imponente presencia la descolocaba aún más.

- Llámame por mi nombre, por favor, que me haces sentir viejo. - Sonrió divertido.

- Ah, perdona... veras... Richard... ¿Podrías ayudarme a quitarme el corset? Es que yo sola no puedo. - Se giró temblorosa recogiendo su cabello a un lado con las manos.

- Claro - Le contesto caminado hacía ella. Cogió las cuerdas y comenzó a aflojarlas muy despacio, rozando por un instante su piel haciendo que se erizara. Él lo notó y sonrió pícaro. - Ya esta ¿Necesitas algo más morena?

- No, gracias... Richard - Dijo sonrojada, y él se fue guiñándole un ojo.

Sacudió su cabeza para centrarse y se quito el corset y los leggins, quedándose en ropa interior. Llevaba un conjunto de sujetador sin tirantes y tanga negro con detalles de encaje. Se puso la camiseta y el pantalón, del cual no le quedaban nada mal, ya que en ciertas partes se adaptaba a sus curvas. Colgó sus prendas en el armario y volvió a calzarse, ya que no tenía otros zapatos. Salió de la habitación y bajo al salón.

Flake y Paul estaban sentados a un extremo del sofá, cerca de la chimenea, mientras que al otro extremo estaban Christoph y Richard, que charlaban y bebían. Entre ellos cuatro estaba Oliver, sentado en suelo con la espalda apoyada contra el sofá, atento a la conversación. A diferencia de Till que, ausente de todo, miraba el fuego de la chimenea sentado en el sillón individual, con una copa en la mano y un cigarro en la otra.

- ¡Ey, te queda bien la ropa! - Exclamó Paul al verla.

- Ven Sara te hemos dejado un sitio junto a la chimenea, debes tener frío. - Dijo Flake señalando un hueco vacío junto a Paul. - ¿Quieres tomar algo? Hay de todo: cerveza, vino, whisky... - Le pregunto levantándose.

- Mmm... cerveza - Contesto al sentarse. Él fue a la nevera, saco un botellin y se lo entrego. - Gracias, Cristhian. - Cogió la bebida con un cierto nerviosismo que trataba de disimular.

Y de repente, vosotros (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora