Así empieza todo..

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Aarón (alto de piel clara, robusto y ojos color miel) y Angélica (medía unas pulgadas menos que Aarón, su piel trigueña, cabello corto y rizado, delgada y sus ojos color café) amigos desde el sexto grado, actualmente cruzando noveno grado, su tercer año de una amistad que con el tiempo se hacía más fuerte.

-¿Trajiste la chaqueta que deje en tu casa? - Dijo Aarón tomando del brazo a su amiga.

-No me la iba a quedar, me queda enorme. ¡Aquí tienes!- Le entregó su chaqueta y sin decir más Angélica fue a su salón de clases.

¡Qué extraño lo que acababa de ocurrir! Angélica siempre que miraba a Aarón le abrazaba y platicaban sobre su tarde, pero esta vez todo fue diferente, ella simplemente evito cualquier tipo de dialogo que se pudiera dar. Supuso que habría amanecido ¨de malas¨ cómo solemos decir, pensó Aarón, pero éste se preocupó por la actitud de su amiga. Esperó a que sus primeras clases pasaran y luego fue a hablar con ella.

-¿Estás bien?- Su tono seguro y amable.

Ella no dijo nada, solo le miro y acercándose muy despacio lo abrazó. Él entendió esta actitud y decidió regresarle el abrazo, apretándola de manera reconfortante. Así estuvieron por unos minutos hasta que Aarón la aparto y tomando su mano le dijo: -¡Ven!, vamos a caminar un rato.-

Sin apartarse de su lado le acompañó hasta que llegaron al parque, lo primero que a Aarón le vino a la mente fue comprarle un helado, esperando que ella le compartiera que era lo que le apesaraba. Se acercó a un puesto de helados y compró de su favorito para ambos.

-Aquí tienes, tu favorito. ¡Disfrútalo!

-¡Gracias! No solo es mi favorito, es nuestro favorito.

-Napolitano- dijeron al unísono.

Aarón no sabía si era apropiado preguntar que ocurría porque si ella deseara que él lo supiera ya se lo hubiese dicho, pero por alguna razón ella no prefería hablar del tema, aun así el seguía muy inquieto y con la curiosidad a su nivel más alto, pero trataba de disimular mientras conversaban sobre su día en el colegio.

-¿Te parece si jugamos algo?

- Me gusta tu idea, ¿qué se te ocurre?

- Esperaba que tu sugirieras algo, pero cambiaste mis planes así que ¿qué te parece si jugamos con una pelota?, tu intentas quitármela y si la consigues yo te la intentaré quitar. ¿De acuerdo?

-¡De acuerdo completamente!- dijo erguida y con una ¨delicada¨ risa.

Empezaron a jugar como los niños que alguna vez fueron. En ese momento no importaba más que disfrutar de todo el ambiente, mientras jugaban iban llegando niños al parque y pedían jugar con ellos, y así hicieron. Ya no solo eran ellos dos corriendo por la grama del parque, ya eran unas 10 personas incluyéndose. Ellos corrían y gritaban, se lanzaban unos sobre otros, reían, empujaban, disfrutaban de aquella tarde fresca de Abril. Siempre vivían momentos asombrosos e inolvidables no era necesario salir del colegio para que ocurrieran, con solo estar juntos era como estar en un parque de diversiones o algo parecido, eran el dúo perfecto, como si ¨felicidad¨ y ¨sinceridad¨ se juntaran. Esos eran Aarón y Angélica. Todas las personas que les conocían, amigos, compañeros e incluso profesores llegaron a pensar que ellos eran novios, pero cada vez que alguien les decía eso ellos solo reían y les explicaban que eran buenos amigos nada más.

-¡Estoy tan cansada! Podría quedarme a dormir en una de las bancas de aquí.

-¡Estás loca!- río - Te iré a dejar a tu casa, está oscureciendo ya.

-No hace falta, no es muy tarde aún, creo que puedo llegar sola.

-Enserio me gustaría acompañarte, no querrás negarme el placer de saludar a tu mamá.- Sonrió.

-Supongo que no puedo hacerlo, vámonos entonces.

Por suerte la casa de Angélica no estaba muy lejos del parque, caminaron muy poco y finalmente llegaron. Angélica no le permitió pasar a saludar a sus padres, se despidieron y cada quien fue a descansar luego de su pequeño y un poco violento juego.

A la mañana siguiente en el colegio Aarón no vio a Angélica, no asistió a ninguna clase ni antes ni después de recreo. Le mando un par de mensajes pero ni siquiera los recibía. La llamó y su teléfono sonaba apagado. Supuso que seguía deprimida y no siguió insistiendo. Al día siguiente ocurrió lo mismo, Angélica no contestaba su teléfono y no llegó al colegio. Así pasaron los días hasta cumplirse 5 de no verla. Decidió ir a visitarla, tal vez ella había enfermado y por eso no llegaba y su teléfono podía estar descompuesto. Fue hasta su casa, a la que por última vez había ido aquella tarde. Tocó el timbre para que alguien saliera a recibirlo, pero no salió nadie. Volvió a tocar ahora dos veces seguidas, nada paso. Lo hizo otra vez y otra vez y sin darse cuenta habían pasado dos horas y nadie salía a atenderle. Pensó que habían salido a cenar o a un evento y decidió esperar. Uno de los vecinos le vio y se acercó a él. En ese momento empezó a llover.

-¿Buscas a alguien muchacho? - le dijo con preocupación.

- Sí, aquí vive mi amiga Angélica. Imagino la conoce.

-Joven amigo, la señorita Angélica y su familia se mudaron a España hace 5 días. La casa está en venta de hecho.

¿Qué había dicho ese hombre? ¿España? ¿Se había ido sin despedirse y sin decirle nada? ¿Angélica? Las ideas no terminaban de unirse en su cabeza. Algo es un rostro y actitud debió llamar la atención de aquel hombre, porque éste le dijo:

-Luce usted como si su novia le hubiera dejado.

-No señor, pero mi mejor amiga sí. - dijo quebrándosele la voz.

-¿Estás así por una amiga? - Verá usted. ¿Los amigos?, Esos también rompen corazones -Se alejó de aquel señor mientras lágrimas rodaban por sus mejillas pero se confundían con gotas de lluvia.

Aarón se volvió una persona poco social después de esa noticia, cuando hablaba era para preguntar algo sobre la clase, el resto, lo callaba. Su mejor amiga no estaba, y no tenía idea si alguna vez habría estado o si en realidad fue su mejor amiga. Mientras Angélica por otro lado -y de hecho en otro país- no daba señales de recordar al que una vez llamó ¨su mejor amigo¨.

Mejores Amigos ¿Para Siempre?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora