Sentenciados

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-Aarón, déjame decir que me sorprende tenerte sentado aquí hoy. Eres de los alumnos más destacados y nunca has tenido un problema en estos años de colegio, por eso, te daré la oportunidad de que expliques que acaba de ocurrir- dijo muy sereno el director Fernandez dirigiéndose a los dos muchachos que tenía frente- En cambio tú Mateo, no sé que tal era la disciplina en tu colegio antiguo, pero déjame decirte que una pelea es una falta grave dentro de mi instituto, pero quiero oír todas las perspectivas de este asunto, la señorita Marina por supuesto me contará su versión de la historia. 

Aarón tomó primero la palabra mientras explicaba al director lo que había ocurrido. Siguiéndole, Mateo empezó a contar su versión. Ninguno tuvo que mentir, se vieron forzados a decir la verdad. 

- Así que, todos estos moretones y golpes se los hicieron por una canción. ¿Entendí bien esa 'parte? - hablando con una notable ironía el director. 

Ambos dudaron, pero asintieron. Mientras el director analizaba y observaba los rostros nefastos que tenían sus alumnos, pidió que se llevara a Marina a la oficina.

-¿Usted me llamaba señor director?- dijo Marina mientras asomada su mejilla golpeada por la puerta de la oficina. 

- Adelante Marina, pasa.- le dijo sonriendo.- Mira, tengo una idea de lo que ha pasado en el recreo, y quiero complementar esa idea con lo que tú tengas para decirme y quisiera escucharte si me lo permites.

-No hay ningún problema, señor.- dijo Marina con cierta duda.

Marina contó lo que había pasado y su historia de igual forma concordaba con la que sus compañeros ya habían contado, ante tal cosa el director ya sabía que tipo de medidas era las que tenía que tomar.  

-Bien, he tomado la decisión, ya sé que hacer con ustedes. Me han puesto en una situación muy difícil. Marina y Aarón, los conozco de años y sé que ambos son buenos chicos y si ustedes dicen que eso fue lo que ocurrió, yo les creo. Pero tampoco puedo dejar que la disciplina del instituto se quebrante de esta forma. - se aclara la garganta- Aarón y Mateo, tienen un mes de detención, después que su jornada de clases haya finalizado se quedaran dos horas ayudando en la biblioteca o en el gimnasio limpiando balones, depende de lo que se necesite el día que se necesite, también en los recreos, se quedaran transcribiendo el reglamento del instituto con lujo de detalles, con cada punto y con cada coma. Marina, sé que eres víctima de esto, pero me veo forzado a tomar medidas contigo de igual forma, así que tu castigo consistirá en que tu asignarás las tareas que este par vaya a realizar cada día. Si el lunes la biblioteca necesita ser ordenada, tu te encargas de vigilar y supervisar que tus compañeros hagan el mejor trabajo, durante el recreo igual, tú serás quien les dicte el reglamento. Un mes, tienen un mes para que aprendan a llevarse bien y a convivir como compañeros y no como enemigos en un campo de batalla. Jóvenes, todo está dicho, sus padres serán notificados de las horas extra que pasaran en el colegio y el por qué de la situación. Nos vemos en un mes para revisar que la detención se haya cumplido al pie de la letra, confío en ti Marina, no me defraudes. Pueden regresar a su salón de clases. - les decía mientras se acercaba a la puerta y la abría indicándoles que salieran.

El último en salir fue Aarón a quien antes que se alejara el director llamo nuevamente a su oficina, esta vez a solas.

- Verás muchacho, puedo notar que todo esto no fue más que un pleito por celos, recuerda que yo también fui joven, y me apena ver esta situación- decía en un tono muy amable el director- tal vez pensarás que no es mi asunto, pero si el consejo de un viejo te importa, déjame decirte que si en verdad quieres a Marina, hazlo saber, díselo y deja tu orgullo o lo que sea que te impide hacerlo a un lado y hazle saber que la quieres, si no, la puedes perder. -le decía mientras lo miraba con ternura. 

Aarón ante tal situación no reaccionaba, no dejaba de pensar en los bonitos momentos que vivió con Marina y en lo mucho que extrañaba estar con ella. Cuando regresó de sus pensamientos todo lo que pudo hacer fue asentir, sonreír y salir por segunda vez de la oficina en ese día. 

Mientras, Marina y Mateo ya estaban en el salón, recibiendo la clase de matemáticas, era la penúltima clase del día. Habían pasado un buen rato en la dirección, llegaron justo a tiempo para que el profesor revisara su tarea. 

Cuando Aarón entró al salón, primero se hizo silencio, todos lo veían mientras caminaba hacia su asiento, cuando por fin se sentó, los murmullos empezaron a escucharse a su alrededor, como era fácil de deducir, Aarón sabía que estaban hablando de él y de todos los golpes que sobresalían en su cara y cuerpo. Al fin y al cabo, Aarón no presentó tu tarea de matemáticas y no estuvo presente en la última clase. Se sentía mal y un poco mareado por los golpes; se sentía triste al ver que Marina a quien estaba atendiendo era a Mateo y no a él; estaba confundido por lo que el director le había dicho hace unos minutos; estaba cansado, tan mal estaba Aarón, que sin dar explicaciones a nadie, tomó sus cosas, se levantó y se fue del salón y luego del instituto.

Sin duda alguna, este no había sido su mejor día, pero tampoco el peor. 


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