Y estaba ahí, pensando, imaginando, recordando quizá. La verdad es que esa parte tiene muy poca importancia. Tan poca importancia como lo que yo pienso o siento acerca de cualquier cosa, en especial de algo que viene fuera de mí.
¡Demonios! Es tan estúpida mi forma de pensarte todo el día, de aguardar tan solo una palabra, una letra, un punto y coma que venga de ti. Y al final sentir que también me recuerdas, me piensas, me pones en tu mente y me persigues hasta tal grado en el que no puedas ver bien sin antes saberme vivo.
Sin darme cuenta, aprendí que lo único que necesitamos es desahogarnos y echar fuera todo lo que está pudriendo nuestra alma. Es un proceso no muy cómodo, para mi opinión, es un proceso bastante duro de hacer... Pero siempre es mejor realizarlo solo.