Parte 4

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Silencio, silencio total.

Ni siquiera las moscas zumbaban por el maldito silencio.

Mariana quería descuartizar ella misma la garganta de su papá.

Catalina quería asesinar al niño, aunque fuese el hijo de sus amigos.

Martín quería echarse a llorar por ser abuelo siendo tan joven aún...

Manuel quería que hubiese un terremoto grado 12.

Y Carlitos...

Bueno...

...

¿Siendo isla el suicidio era válido?

― ¡Papá, nunca te he dicho eso! ―saltó la castaña más joven, sonrojada como tomate.

― ¡¿Mariana qué les dijiste?! ―el fueguino quería llorar, sin importar que lo viesen las demás naciones.

― ¡Nunca dije eso! ¡Jamás!

― ¡Pero tu papá dice que sí! ¡Ni siquiera te he besado aún!

― ¡No digas cosas vergonzosas!

Ambos niños comenzaron a pelear, cada uno defendiendo su opinión.

Hasta que la risa de la venezolana los interrumpió.

― ¡No puedo creerlo! ―carcajeaba María agarrándose el estómago―. ¡Se la creyeron! ¡Tranquilos todos, eso último fue mentira!

Mientras reía, los tres adultos soltaron un suspiro de alivio, aunque la colombiana la regañó por tan mala broma.

Pero obviamente, los niños no lo encontraron para nada gracioso.

Mariana se enfadó, tomó sus cosas y se alejó de la mesa, ignorando los llamados de sus madres.

El único que reaccionó ante la salida de la niña fue Carlitos, quien dio un vistazo rápido a los adultos y corrió tras la muchacha.

La siguió hasta uno de los patios exteriores del edificio. El jardín estaba cubierto por una capa de escarcha y el frío aún estaba presente en la capital canadiense.

Con gorro y bufanda, el rubio de ojos castaños buscó la silueta de su amiga, hasta que la vio sentada en una de las bancas mirando hacia la fuente apagada, abrazando con fuerza su característica libreta.

Lentamente se acercó, tomó asiento a su lado y miró hacia el horizonte, como si esperase que los árboles de arce le diesen el valor para iniciar la conversación.

―... Esto es una mierda, ¿verdad?

Miró de soslayo a su izquierda. Mariana miraba un punto en específico del suelo. Su flequillo aplastado por el gorro le tapaba la cara.

―... Sí... ¿creés que debamos contarles que es una farsa? Ya sabés... El pololeo y eso...

La colombina volteó a verlo y regresó la vista al frente, asintiendo. Ninguno de los dos le había mentido por mucho tiempo a sus padres, ambos eran buenos hijos y sobre el noviazgo ya se les estaba yendo de las manos.

Regresaron a la sala de reunión. Habían decidido contar la verdad al llegar al hotel. Si es que no se presentaba ningún inconveniente de por medio.

Y luego de tres horas ininterrumpidas...

Los seis caminaban de regreso al hotel, en completo silencio. Ni Martín ni María tenían el valor de romper esa incómoda burbuja.

Mariana y Carlitos tomaron las manos de sus tutores y los obligaron a detenerse. Estos los miraron confusos y luego de mirarse mutuamente, soltaron.

― ¡No estamos saliendo!

Ese parecía ser el día del silencio en el ambiente...

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Lamento informarles que el próximo capítulo será el último :v

Es que no se me dan bien los long-fics...

Y... eso. Waah, gracias de verdad por los votos y los comentarios~.

Espero haberles sacado alguna sonrisa con mi tipo de humor raro (?)

Also, hace calor. Maldito calor, maldito Quilpué...

Y más encima ando con pijama de polar porque el delgado está en la lavadora...

Genius.

¡Saludos!

¡¿Que Carlitos tiene qué?! [Latin Hetalia]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora