«Capítulo 35.»

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 Se acercó a ella, paso por su lado y acto seguido le hizo señas para que entrara finalmente a la oficina, como toda sumisa claramente lo hizo.

Nacho conecto su mirada con la de ella y sonrió de lado, sabía lo que quería pero no lo iba a conseguir o al menos el no le demostraría que ya lo había conseguido, lo tenía a sus pies con tan solo una acción insignificante.

— ¿Por qué lo hiciste?

— ¿Hacer que? —fingió inocencia en su voz.

— ¿Por qué le dijiste eso a Ramiro?

— Oh, ¿era un secreto entre nosotros? debiste decírmelo antes, lo siento muchísimo señor pero por lo que yo entiendo, un jefe y su empleada no tienen secretos. 

  — Deja de jugar conmigo. —la tomó por los brazos sin ser brusco en algún momento y acercó su frente a la de ella sintiendo como rápidamente la rubia se ponía nerviosa.

— Deje usted de jugar conmigo, entienda que soy una chica comprometida.

— ¿El anillo de matrimonio, donde esta?

— Sabe perfectamente a lo que me refiero.

— ¡Deja de tratarme de usted! —finalmente la soltó, lo que menos quería era lastimarla aún más de lo que ya lo había hecho.

Micaela salió de allí, no quería seguir hablando más y en aquel momento lo único que necesitaba era desahogarse, llamar a Bianca no estaba en su lista ya que suponía que esta estaba ocupada, tenía que refugiarse en Ramiro.

Tocó la puerta de su oficina y este no tardo ni dos minutos en abrirle ni bien lo hizo, la chica ya se encontraba abrazándolo de forma fuerte como si su vida dependiese de aquello. Quería desaparecer del mundo por sentirse tan culpable de todo lo que sucedía, Ramiro no merecía nada de lo que ella estaba haciendo pero aún así lo hacía.

— ¿Otra vez el imbécil de mi hermano te lastimo?

— No. —sorbió su nariz y se alejo un poco de Ramiro ante lo que haría, sabía que este sería incapaz de lastimarla pero de todas formas también sabía que reaccionaría mal.

— ¿Entonces?

— Me gusta Nacho.

La sonrisa tan brillante que Ramiro tenía en su rostro se borro ante aquellas palabras, se quedo frío ante aquellas palabras, ni siquiera pestañeaba. 

Micaela quiso acercarse pero sabía que aquello terminaría mal si lo hacía, este mordió de forma fuerte su labio inferior y ambos miraron en dirección contraria cuando la puerta se abrió dejando ver el rostro de Nacho asomándose por la puerta, Ramiro conecto su mirada a la de Micaela y esta vio como sus ojos estaban más cristalizados de lo que comúnmente los tenía. 

La primer lagrima se deslizo por su mejilla y esa fue la gota que derramo el vaso para que el corazón de Micaela se rompiera en miles de pedazos.

Era una mierda de persona y aquello quedo demostrado.   

 



Juntos a la par | Nachoela | Terminada.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora