Narra Demi:
Me desperté por el sonido de mi maldito despertador, sin ganas de nada me levante y fui hacia el baño para hacer mis necesidades. Hoy era sábado y como todos los fines de semana arranca mi rutina. Tenía que ir a trabajar y luego pasar por la universidad a buscar mis horarios. Me di una ducha rápida, me vestí con un short tiro alto, una blusa holgada y mis converse. Baje las escaleras y me encontré con mi madre.
-Buenos días- dijo mi madre.
-Hola mama ¿cómo amaneciste?- Le respondí
-Muy bien hija y tú?
-Igual, hoy tengo que ir a la Universidad a buscar mis horarios pero antes debo ir trabajar.
-Está bien pero luego tienes que pasar a buscar por el colegio a tu hermana.
- Okey, ahora debo irme. Adiós mama, luego nos vemos.
Salí de mi casa directo hacia mi trabajo, iba caminando y recibo una llamada de Francesca, mi mejor amiga.
-Hola Fran!- Le digo legre.
-Hola Demi, ¿Cómo estás?
-Muy bien ¿y tú?
-Bien también, estoy llegando a mi trabajo.
-Ah que bien, te llamaba para invitarte a una fiesta esta noche en mi casa. ¿Qué dices?- Me pregunto muy emocionada.
-Fran, sabes que no me gusta ir de fiesta, y si mejor vienes a casa y no sé... Vemos películas y pedimos pizzas- Le conteste sin mucho entusiasmo, porque de verdad no tenía ganas.
-Vamos Demi!!!!! No seas amarga, nunca quieres salir. A demás va a ser en mi casa, te puedes quedar a dormir! Siiiiiii???????-
-Okey, pero si me siento incomoda, me iré a dormir a tu cuarto.
-Sí, si está bien. Te espero a las 21:00hs en casa, así nos preparamos juntas.
-Está bien, te dejo. Estoy por entrar al resto. Besos, nos vemos.
-Bye Demi.
Y luego de esa llamada, me puse mi uniforme y empecé a acomodar las mesas. El restaurant estaba casi vacío, pero de pronto veo entrar a un joven de traje, era de cabello castaño y se notaba que poseía gran poder económico. Y para mi suerte, Samantha que era la otra camarera no había llegado y me tocaba atenderlo a mí.
Me dirigí hacia el con un poco de temor, era realmente guapo y sus ojos verdes que te hacían perder la cabeza fácilmente
-Hola, ¿Podría pedir su orden?- Le pregunte amablemente.
Se encontraba leyendo el periódico, entonces subió la mirada con el ceño fruncido y con la boca hecha una mueca –Es lo menos que podrías hacer, no cuento con mucho tiempo, así que solo quiero cappuccino y con un mofin- Me respondió fríamente y lo arrogante se le notaba a lo lejos.
-Enseguida le traigo su pedido- Le conteste y rápidamente fui a lleve su orden.
Por alguna razón no podía sacar de mi mente esos hermosos ojos color verdes, que miraban tan fríamente como si estuviera planeando algo. A penas estuvo su pedido, se lo lleve a la mesa. Termine de acomodar todo sobre ella y le dije amablemente:
-¿Desea algo más?
Él seguía metido en el diario, como si el mundo no existiera pero al escuchar mi pregunta vuelve a subir esa fría mirada y me responde: