Amigos

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Francia.
Siglo XIX.
Colgando de una cuerda formada por sábanas, Cam trataba de escapar una vez más de su casa. Sus padres eran unos reconocidos burgueses monárquicos y a causa de su importancia rara vez se encontraban en la casa; en por eso por lo que ella había crecido rodeada de criadas estiradas obsesionadas con que debía comportarse como la dama burguesa que era. Todas menos Manon, la criada que la había acompañado en sus momentos de soledad desde donde sus recuerdos alcanzan. Man, como solía llamarla, la encubría siempre que la chica decidía ir a la ciudad, que era prácticamente todos los días.
 Cam no era como las demas chicas de su ''entorno social''. Mientras ellas pensaban en trajes estrafalarios nuevos, ella solo ardia de furia en su interior a causa de la situacion actual de muchos de los habitantes de Paris, que se estaban literalmente muriendo de hambre por culpa de la corrupción que habia en la corte de su país. Es por eso que llevaba años ahorrando. Una parte la guardaba para poder irse de la enorme y vacia mansión en la que vivía para instalarse en la ciudad, rodeada de la gente que ella consideraba sus iguales, no como a su familia. La otra la utilizaba para poder comprarle cada día algo de comida a un chico llamado Gavroche, que era uno de sus muy muy pocos amigos. Cada vez que le veia, el deseo de emprender una revolución contra la corona crecia mas y mas. A pesar de ser solo un crio, Gavroche tenía la misma mentalidad que la joven Cam y al igual que ella, deseaba la igualdad para todos.
Tras hacer su visita diaria al chiquillo de cabellos rubios, retomó su camino hacia su librería favorita, situada en la plaza St. Michelle. Tras comprar un nuevo libro, se adentro en el café Musain para poder leer con tranquilidad. La chica se encontraba extremadamente absorta en su lectura cuando se distrajo a causa de un ruido proveniente de la puerta del local. Se girò hacia esta y observo a un grupo de 4 estudiantes de su edad, y se quedo boquiabierta. ¡No podía ser! Uno de los chicos se giró hacia ella y con una enorme sonrisa camino hacia ella.
-¡Camille LeBeouf!¡Cuanto tiempo canija!- dijo el joven.
-¡Solo me sacas unos meses! Y te he dicho que me llmes Cam- replicó la chica- Te he echado de menos Marius.
-¿Y esta hemosa dama quien es?-pregunto uno de sus acompañantes.
-Marius, no sabía que se te acercaban las chicas guapas.¿Como lo has hecho?- dijo otro humoristicamente.
-Marius, deberias presentarme a tus amigos. Los míos son insuficientes. El pequeño Gavroche anda todo el dia correteando por ahi, y a ti hace meses que no te veía.
-Sin insistes... pero luego no te quejes si acabas harta de ellos, cosa que no me estrañaria... Estos son Grantaire, Jehan y Courfeyrac.-contestó.
Estos saludaron a Cam y se sentaron en la misma mesa a hablar animadamente.
- Y dime Cam, como es que una chica tan bella como tu conoce a alguien como Marius-pregunto, gracioso, Courfeyrac.
-Oye Courf, deja de intentar coquetear con mi amiga, o por lo menos de materte conmigo.- Se quejó Pontmercy.
-El burguesito y yo nos conocemos desde niños. Él era el único amigo que tenía, y el único que no se comportaba como un tonto ricachón. Bueno, algo tonto si que era, pero me caía bien.- Me giré hacia el susodicho y le giñé un ojo.
En ese instante, otro grupo de estudiantes entro en el café, saludando a los nuevos amigos de Camille, para luego ir escaleras arriba a una discreta habitación en el piso superior. Detrás de ellos, entro otro chico. Este era un muchacho de ojos azules grisáceos, con unos brillantes rizos dorados cubriéndole la cabeza, quien llevaba una chaqueta roja como la sangre. El chico dirigió una mirada de pocos amigos hacia los chicos que estaban en la mesa.
-¿¡Se puede saber que haceis aquí relajandoos!?-espetó el rubio-¡Tenemos muchas cosas que preparar!¡El tiempo se acaba!-gritó.
-Vaya, que amigo tan agradable teneis- susurre, cosas que no funcionó ya que este me escuchó.
-Perdoneme usted, burguesita, si la he molestado- contestó con ironía- pero yo tengo cosas mas importantes de las que hablar con sus nuevos amigos que de el nuevo vestido que se ha comprado-gruñó. Esta es la gota que colma el vaso. Me levanté y le lancé una mirada asesina.
-¡No sé qué imágen tendrá de las mujeres, pero tenga usted en cuenta de que YO no soy así! Y no es muy inteligente por su parte juzgar a gente sin conocerla-contesté de vuelta.
-Sé cómo son las mujeres como tú, y lo único que hacen es vivir en sus grandes mansiones, despilfarrando el dinero haciendo oídos sordos de todo lo que ocurre con los que no pertenecen a su círculo social.
-Pues voy a discrepar en eso, por que no sabes nada de mi. ¡A diferencia de otras personas, yo utilizo mi dinero para poder dar de comer a los chicos del Elefante de la Bastilla, no en comprar trajes; y empleo mi tiempo en buscar soluciones para erradicar la pobreza y el hambre de las calles parisinas, y no en hacer reuniones de un club de estudiantes en el piso de arriba de un café!- grité, impactada por el comportamiento de ese chico.
Este me miraba fijamente. Abrió la boca para decir algo, pero no emitió sonido alguno. Se giró hacia la izquierda y desapareció escaleras arriba. Los chicos me miraban con una sonrisa.
-Eres la primera persona que conozco que consigue callarle- dijo Jehan sonriente.
-Ese alegre y simpatico personaje es Enjorlas- dijo Courfeyrac.
-Eso que acabas de hacer ha sido...-comenzó a decir Grantaire-GENIAL- gritó este carcajeandose.
Les sonreí y me despedí de ellos para volver a mi casa, no sin antes quedar en volver a vernos.

Les Misérables- Revolutionary MindsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora