Prólogo

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Recojo los papeles del suelo y los guardo en una caja de archivos, la misma caja de siempre. Reparo en una pequeña muesca en la tapa del contenedor, pero no le doy más importancia, seguro que aguantará otros seis años. Esa caja nunca se rompe.

Noto la mirada intensa de Saúl en mi nuca. A veces las miradas son más dolorosas cuando solo las sientes, y no cuando las ves.

Me giro sobre mí misma para quedar frente a frente con él.-¿Qué miras?

-Quizás es hora de que vuelvas a casa Laia,-se rasca la cabeza y continúa la frase-es hora de acabar con esto.

-¿Ahora? Estás loco.

Me encuentro contrariada con su opción. Jamás hemos hablado de separarnos, de salir de todo esto. ¿Dejarlo solo? Nunca.

-Nos ayudas más desde fuera, te lo prometo.

Está nervioso; y su camiseta gris, cada vez comienza a tornarse más oscura por el sudor. No está preparado para estar aquí solo, y quizás yo tampoco lo esté para volver.

Toma mi brazo con su mano y lo zarandea sacándome de mis pensamientos-Vuelve, ya nos encontraremos de nuevo.

-¿Prometido?-le miro fijamente a los ojos.

-Prometido.

Choca su mano con la mía y después la estrecha para sellar el pacto. Un año después voy a volver a casa, pero para mí, el sitio donde estoy ya es mi casa.

Sus ojos negros muestran felicidad, y no sé si es porque me marcho o porque quiere verme libre. Saúl tiene una mirada tan atractiva como enigmática; a veces cuesta concentrarse con el cerca, pero es un gran compañero de batallas.

A penas he conocido a más gente en el tiempo que he pasado aquí. Gabriel, un tío arrogante, aunque muy trabajador; Bea, que es despreocupada con todo; y Saúl. Un año para conocer a tres personas a fondo, sabiendo sus traumas y marcas en el cuerpo. Un año que ha dado mucho que pensar, en el que he dado muchas vueltas en mi vida. Un año que será un misterio para todos los que están al otro lado de esto. Un año que hoy acaba y que ojalá fuese eterno; porque se puede considerar que ha sido el año más especial de mi vida, y no sé si allí podré pasar uno igual.

¿Qué habrán hecho en mi ausencia? Ni siquiera mandé un mensaje. Nada.

Cojo la maleta que ni siquiera abrí en su momento, y me despido de todos con un beso en la mejilla. Puede que no los vuelva a ver, pero no me van las despedidas llorosas. Aunque tampoco me iban los misterios, ni lo romántico. Y es entonces, cuando suelto una lágrima que resbala hasta llegar a mi pecho.

-Os espero fuera, chicos.-digo antes de salir.

-No lo dudes, Laia-grita Gabriel cuando ya estoy fuera.

Ni la despedida me supo a tanto como el comienzo.


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*Queda totalmente prohibida la copia o reproducción de esta obra o de sus personajes.*

¡Hola a todos! Este es el prólogo de mi novela, espero que os haya gustado. Podéis dejar vuestras opiniones en los comentarios, gracias por la oportunidad. Y hasta la próxima mayúscula.

Yo, desaparecidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora