1

1.4K 155 48
                                    

―Te dije que me soltaras, ¿qué no lo entiendes? ―Sus brazos seguían rodeándome con firmeza, mientras yo intentaba escapar de su agarre―. ¡Por Dios, Ho Seok! Te juro que si no me sueltas en este mismo instante voy a golpearte. Sabes bien que soy capaz de hacerlo.

―Jenn, por favor. Tranquilízate. En serio. ―Una voz aterciopelada y un tanto ronca se filtró por todo mi cuerpo, paralizándome por unos segundos. Ho Seok me tenía atrapada en una especie de abrazo forzoso. Sus brazos presionaban fuertemente los míos, y sus manos se cerraban con fuerza cerca de mi pecho.

Detestaba a este chico con todas mis fuerzas. A pesar de ser uno de los amigos de mi hermano, era un completo idiota. Digamos que había más temperatura en su pequeña cabecita que en el horno de una panadería. ¡Rayos! ¡Que el chico solo pensaba en sexo!

Por varios años intenté evitar a toda costa a Ho Seok. En un inicio, cuando mis padres, Jin y yo nos mudamos al vecindario, Ho Seok se convirtió en el gracioso e hiperactivo vecino de al lado que capturó la atención de mi único amigo en el mundo; mi hermano. No lo voy a negar; lloré mucho, y peleé más de una vez con Jin porque no soportaba tener que compartirlo con un tonto chiquillo de trece años. Me resultaba desastroso el hecho de que la única persona en la que confiaba ahora tuviera otro en quien confiar. Me sentí traicionada. Utilizada. Humillada.

Recuerdo muy bien la primera vez que "compartí" con Ho Seok. Era domingo y, como de costumbre, mis padres solían hacer una parrillada familiar para pasar el rato. Era algo divertido, puesto que habíamos conservado la tradición por mucho tiempo, y era nuestro sello familiar. Todo estaba bien. Hasta que ellos llegaron. Hasta que él llego.

Les voy a resumir la historia, ¿de acuerdo? Mis padres invitaron a los padres de Ho Seok y, evidentemente, al niño feo roba hermanos, a preparar hamburguesas con nosotros ese día. ¿El resultado? Dos niños jugando fútbol y videojuegos durante toda la tarde, mientras una pequeña sollozaba en silencio en una esquina de la cocina.

Sí. Lo lamento. Siempre fui muy protectora con lo que era mío, y detestaba compartir. Jin era MI hermano; no el de Ho Seok. Simplemente, no quería tener que perder nada importante en mi vida. No a mi familia. No a Jin.

Y él me lo quitó. O eso era lo que pensaba en aquel entonces.

Obviamente, cual niña inmadura de once años, era un tanto impulsiva, y decía las cosas sin pensar. Aún sigo haciéndolo, pero... Ese no es el caso. El tiempo pasó. Ambos crecimos. Jin hizo otros amigos. Yo conocí a las chicas. Pero Ho Seok siguió allí; esta vez ―prácticamente― hospedándose en mi casa permanentemente y encargándose de hacerme la vida imposible de múltiples maneras.

Debo ser honesta, ya me había acostumbrado ―de algún modo― a su actitud. Era tan hiperactivo y descarado que había optado por ignorarlo permanentemente. Sin embargo, cómo me sacaba de quicio el sujeto. Tiraba de mi cabello, me susurraba palabras obscenas frente a mis padres, se burlaba de mi ropa... ¿Quieren que siga? Oh, cierto. ¡Si hasta tuvimos que dormir juntos en ropa interior por culpa de Jimin! Sinceramente, mientras más quería alejarme del chico, más se acercaba a mi vida. ¿Por qué, Jesús? ¿Qué te he hecho para que me trates así?

Ahora bien, el día de hoy las cosas se habían salido un poco de control. Desde aquella pijamada que tuve con las chicas, Jin y sus amigos, empecé a notar algo raro en mi hermano. Los días siguientes a la reunión, lo encontré más serio; más pensativo. Con el paso del tiempo, empezó a encerrarse solo en su habitación por un largo rato, mientras lo escuchaba presionar fuertemente las teclas de su laptop y reír con discreción. ¿Con quién rayos hablaba con tanta emoción? ¿Qué acaso no podía llamar a Leah, su novia, por teléfono y ya? Semanas después, sus salidas aumentaron; objetos y accesorios aleatorios empezaron a aparecer en los bolsillos de su chaqueta. Al menos, eso era lo que Leah me decía. Perfume sospechoso, residuos de tinta de labios color rosa chicle en los suyos... Leah no usaba ese color. Obviamente, algo raro estaba pasando.

Así que, como buena hermana ―amante de la justicia― que soy, me vi en la tarea de observar meticulosamente a mi hermano por unas semanas.

Lo que descubrí no fue nada agradable.

De hecho, me dejó en una posición muy difícil.

No sabía qué hacer o cómo reaccionar. 

¿Hablar? ¿Callar? 

¿Cómo pasó esto? ¿Por qué Jin? ¿Por qué ella?

Gracias a Dios, no tuve la necesidad de hacer nada, ya que aquí nos encontrábamos. Leah, Jin, Sky y yo. Los tres discutiendo por el descarado engaño de Jin con Sky, mejor amiga de Leah, y mía. ¿O debería decir ex mejor amiga? Las cosas estaban poniéndose cada vez más difíciles. Mis padres no estaban, por lo que los gritos no tardaron en aparecer. El escándalo fue tal que Ho Seok salió corriendo de su casa para ver qué ocurría. Leah y yo nos encargamos de destruir a Jin y a Sky con toda nuestra indignación. La de Leah por haber sido engañada por su novio y traicionada por su mejor amiga. La mía por la vergüenza que me daba ser hermana de Jin en estos momentos, y por el rencor que sentía hacia Sky por lo que había hecho. Lo peor de todo es que la chica se enfrentó a nosotras defendiendo su relación con Jin y el supuesto amor que se tenían. Leah empezó a llorar. Yo grité. Sky empezó a pelear conmigo. Jin también. Leah seguía llorando. Todo era un caos. Hasta que Ho Seok llegó y, de repente, me cargó y llevó hasta mi habitación, donde intentó encerrarnos a ambos.

I'm your fool © ➳ Jung Ho Seok || ANTR #1.1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora