Capitulo 4

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Las puertas del hospital se abren. Y entran dos camillas de dos jóvenes. Los enfermeros van apurados. Sara, está en revisión, tiene algunas heridas, pero no la internaran como a los otros dos.

-Disculpe.- dice Sara a la enferma que está limpiando sus heridas en el brazo.

-¿Si?

-¿Cómo están los otros dos chicos?- está asustada de verdad. Se nota en el color café claro de sus ojos

-Aún no sé, pero la chica no estaba bien, de hecho en la ambulancia tuvieron que reanimarla- Contesta la enfermera quien no ve a los ojos a Sara, su maquillaje y su pelo color rojo la intimidan y ella se da cuenta- Bueno, ya está. Puedes irte.

-Gracias- Logra decir ella avergonzada.

Mientras sale de la sala donde estaba empieza a recordar como era antes de él. Podría decir que eran los buenos tiempos, pero no, nunca hubo buenos tiempos. Mientras Sara se dirige a la cafetería intenta recordar como era antes, en que se basaba su felicidad, porque claro está que su felicidad de ahora es que Carlos la vea, se percate de ella. Pero no, él ni siquiera se da cuenta que ella puede dar lo que él quiera. "El amor es un asco" piensa de inmediato. Ha arruinado su vida por completo. Sí, no salió herida gravemente, pero hizo que alguien más sí. Ya desperdicio un año de universidad, por Carlos. Ella sabe que su vida es un asco, pero sólo cuando no está con Carlos.

Decide pedir un café y sube para saber cómo están sus víctimas. Por más que se pueda sentir mal por ella y por él, siente alegría porque así ya no vera a Carlos con ella. Pero es el chico el que le preocupa. Se acerca a la enfermera que está en recepción.

-Quiero saber sobre los chicos del accidente en el barraco.- Dice alterada, su miedo no da para más.

-Sí, claro.- Dice la enfermera llamada Rosa, ya algo canosa.- ¿Es familiar?

-¿Qué si soy familiar? ¡Claro que nunca podre ser familiar de ninguno de esos!- Contesta aún más alterada. "¿Quién se cree esta vieja" piensa de inmediato?".

-Era sólo una pregunta.- Le contesta desconcertada la enfermera y con sus uñas rojas comienza a teclear, para dar con los dos jóvenes quienes Sara desconoce su nombre, excepto el nombre de su rival.

-La chica, ¿Andrea?

-Sí, Andrea. ¿Qué pasa con Andrea?- Esta aún más alterada que el principio y comienza acercase más hacia Rosa, la enfermera.

-Ella acaba de morir, el chico está estable, pero tiene heridas graves.- Esa, esa era la respuesta que necesitaba para sentirse bien, para que vuelva a su casa y continúe su vida con Carlos. Pero lo que no sabe es que el destino le espera algo mejor, le espera sentir miles de emociones una de ellas algo que nunca sintió y que pensando sentirlo causo el error más grande de su vida. Pero así es Sara cometerá miles de errores, simplemente para tener a Caros con ella, sin saber que el amor no es complacer al otro dañando a todo el que se interpone.

La mamá de Santiago esta peinando su cabello castaño y largo, cuando comienza a sonar el teléfono. Tranquilamente va hacia el teléfono sin saber que podría ser lo peor que escuchara sobre su hijo.

-¿Hola?- Contesta ella como siempre, cree que es un día normal.

-¿Señora Miranda Soler?- Dice la voz que le dará la mala noticia a Miranda, la mamá de Santiago.

-Sí, soy yo, ¿Qué sucede?-Contesta alterada, sabe que algo va mal.

-Su hijo está en Urgencias, debería de venir rápido.

Estas últimas palabras dañan a Miranda, su único hijo, con el que no tiene nada de comunicación está en el hospital y no está bien, y no lo estará durante mucho tiempo.

Sara sale del hospital y pide un taxi inmediatamente. Cuando sube da la dirección del amor de su vida, no está nada bien ella y necesita consuelo.

Siente como si el conductor no quisiera que llegara. Afortunadamente, nunca le pidieron información sobre el accidente y su hubiera sido así, eso fue, un accidente. Se siente nerviosa, como si su vida ya no tuviera sentido de conciencia, había hecho cosas malas, pero nunca provocar la muerte de alguien más.

Cuando llega a su destino, paga el taxi y se baja inmediatamente, sabe que está ahí porque esta su coche y cuando se acerca a la puerta lo comprueba, desde ahí apesta a cigarro algo que nunca le agrado y a alcohol, algo que necesita en ese momento. Abre la puerta y se encuentra esos ojos negros inyectados de sangre, de furia y más dentro soledad, ella lo sabe, la única que lo sabe.

-Carlos...- No alcanza a terminar cuando se le quiebra la voz y se lanza a los brazos de su chico. Él cambio no la abraza, no le importa ella.

-¿Qué paso? ¿Lo hiciste?- Pregunta borracho y ella cree que también drogado.

-Murió... Carlos, murió... ¡Murió!- Contesta Sara alterada, lo está y la altera aún más la reacción de Carlos, quien sonríe con malicia.

-Bien hecho niñita.- Y se va a la cocina, desaparece.

-¿Qué?- Grita Sara.- No, no, no, no está bien Carlos. ¡La mate!- Lo sigue a la cocina y comienza a llorar.

-A ver, nena, eso es bueno para ti, ¿No? Ya no tendrás a nadie conmigo, estaré para ti.-Le contesta Carlos, pero bien sabe ella que sólo la utiliza, que juega con ella. Pero ella esta ciega de amor. Aun así toma la botella de vodka más cercana, le da un trago largo y lo besa, tan profundamente como quiere que la quieran.


Profunda mentiraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora