La Canción del Despertar

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Una hora más, sólo una más y me iré al bosque.

La campana sonó y la última hora de clases comenzó. Era la clase de Hetza, la maestra de literatura ancestral y mi adulto favorito. No era simpática ni particularmente buena con la gente, pero tenía una presencia que me dejaba perpleja.

El sonido de sus zapatillas al caminar hacia su escritorio era como escuchar las campanadas de una iglesia llamando a todos para reunirse, era imposible de ignorar.

— Buenos días alumnos. — subió sus lentes con su dedo cordial y abrió su libro — Hoy estudiaremos el quinto capítulo del libro: La Esperanza del Vacío.

El sonido de quejas no se tardó en escuchar al igual que la voz de Hetza.

— Nada de quejas, este tema lo he postergado por ustedes; pero si tanto quieren saltarlo: díganme quiénes son la Esperanza del Vacío.

La voz de alguno de los alumnos se escucho —¡Nosotros, maestra! — al escucharle, la característica sonrisa de Hetza apareció.

— No, pero buen intento. Si leyeran el capítulo sabrían que eso es una mentira. El pueblo de la Esperanza del Vacío se extinguió casi por completo con el inicio de la Era de la Primera Paz. Ahora, como ya sé que ustedes no saben, abran sus libros y lean el capítulo. Cuando terminen quiero un reporte de los 25 puntos más importantes de la lectura; para hoy.

Intrigados por lo que Hetza había dicho, la mitad del salón abrió su libro y comenzó a leer; la otra mitad... Nunca querían saber nada y por ello sacaban las peores calificaciones.

Abrí mi libro y comencé a leer:

A finales del Desastre, la gente de la Esperanza del Vacío usó todos sus recursos contra el Gran Mal y, por ende, desataron una catastrófica serie de eventos, entre los cuales se encuentran el fin de la guerra (con el cual el Gran Mal murió y fue el comienzo de la Primera Paz) y la extinción de su gente.

Se cree que grupos pequeños lograron huir a las montañas donde, escondidos de toda civilización, aguardan algún milagro que les regrese su antigua gloria; pero no hay pruebas que respalden esta teoría.

En el año 15 a.D el general de nuestro ejército, Ser Rhy, socoroiór a al Esearnzap del Vcaío y-

Las letras comenzaron a revolverse y el suelo comenzó a temblar. Como si de un terremoto se tratara, las mesas, los libros, las ventanas e incluso las luces se movían esporádicamente.

—¡Todo el mundo debajo de sus mesas! — la voz de Hetza era firme y pronto todos se encontraban donde se les ordenó.

¡¿Qué está pasando?!

Paró. Por un momento creíamos que todo había acabado. Los libros se encontraban en el suelo, algunas luces se habían roto y las sillas estaban en todos lados.

Nuestras respiraciones entrecortadas y sollozos acompañados por silencio era lo único que podíamos escuchar.

Entonces lo oímos. El sonido que provocó gritos y ataques de pánico; que causó que las ventanas se rompieran y que nuestros oídos dolieran. Era como un trueno, como una explosión o como miles de tambores sonando al mismo tiempo. Era lo que estaban esperando...

La Canción del Tiempo ha sonado y los Antiguos habían vuelto.

Luego silencio otra vez... O eso fue lo que percibí, aunque ahora creo que eso no era verdad. Tanto alumnos como alumnas cubrían sus oídos u ojos mientras abrían sus bocas tanto que pensé que se las dislocarían.

Hetza salió de la mesa diciendo algo que no entendí y comenzó a hacer señas hacia la puerta y la ventana. Poco a poco su voz me llegó.

— ¡Todos afuera, rápido! — me volteó a ver, aún en el suelo— ¡Anyah, deprisa!

Se acercó a mí y me tomó por el brazo, arrastrándome afuera de la escuela donde todos, tanto alumnos como maestros, estaban parados tratando de calmarse los unos a los otros.

   ¿Qué está pasando? Yo...—miré a todos lados y luego a aquel verde bosque— Ah... Cierto, tengo que prepararme.

No sé qué sucedió después, pero cuando me di cuenta ya estaba frente a la inmensidad del bosque.

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