«¡Ey! Soy Hope, ya sabes qué hacer después del 'beep'.»
— Ho-... Hoseok hyung, soy Taehyung. Hoy... Jimin está solo en el cementerio; no me han dejado salir del hospital... pensaba que tú, uh, podrías d-despedirte por mi.
Y, uh, eso.
Cuídate, hyung.Taehyung suspira pesadamente mientras se relame los labios, sintiendo las puntadas que mantienen cerrada la herida en su labio inferior. Mantiene la vista pegada a la alfombra en la entrada de la pequeña casa.
Han sido tres semanas desde la última vez que vio a Seokjin; catorce días de que Jimin le llamara a las tres cuarenta y cinco de la madrugada, sollozando con dolor, diciendo que Yoongi se había ido; tres días desde que dejó el hospital; es jueves, y su madre al fin le permitió salir de casa.
Con miedo e incertidumbre, el cuerpo de Kim Taehyung lo condujo en automático hasta aquella puerta sencilla color blanco de una casa ubicada en la colonia entre la zona industrial y el centro comercial. Se congela frente a la entrada y se cuestiona si es buena idea interrumpir al azabache en cualesquiera cosa que lo mantiene lo suficientemente ocupado como para no llamar a Taehyung ni una sola vez.
— ¿Vas a entrar? —Preguntan a sus espaldas.
El castaño respinga y se da media vuelta, encontrando a una mujer joven de cabellos oscuros amarrados en una coleta dezprolija, una mochila gris colgada en sus hombros, ojeras bajo los ojos y una sonrisa cansada en los labios rosados.
— Uh... y-yo.
La chica rodea el cuerpo delgado y todavía algo débil de Tae, sacando de su bolsillo un juego de llaves sujeto por un pequeño peluche con forma de caballo. Abre la puerta y la mantiene así aún después de entrar, invitando al otro a pasar.
A Taehyung le sudan las manos. Entra a la pequeña casa, cerrando la puerta detrás de si, quitándose los zapatos en silencio, moviéndose casi con desesperante lentitud como si todo a su alrededor fuera de cristal y temiera romperlo.
— Estoy en casa, mamá.
Escucha gritar a la chica, mientras deja su maleta en el sofá donde alguna vez Hoseok curó las heridas de Taehyung. El castaño se queda de pie en un punto en medio de la sala, jugueteando con sus manos.
— Bienvenida —responde una voz desde algún lugar irreconocible de la casa.
La azabache se tumba en el sofá, encendiendo el televisor y soltando un suspiro de alivio. Mira por el rabillo del ojo a su invitado y sonríe.
— Está allá al fondo, la segunda puerta de la izquierda —señala un pasillo estrecho.
— Venía a visitar a Hoseok hyung —informa dudoso.
— Lo sé —repone—. Cuando me fui en la mañana, estaba dormido. Si sigue así, no lo despiertes, por favor. Lleva dos días con insomnio.
Taehyung traga grueso y asiente con la cabeza, siguiendo la dirección especificada. Al llegar a la puerta correcta, respira una última vez. No sabe exactamente qué dirá, porque en realidad no sabe con qué se encontrará dentro de esa habitación, ni siquiera lo imagina.
Pero no es eso, definitivamente. Hoseok temblando levemente en una cama, dormido, con el cabello opaco, la piel pálida, los labios secos, y los huesos sobresaliendo en algunas partes de su piel. Eso no lo esperaba para nada.
Tae cubre su boca para evitar gemir del dolor, por la empatía. No le gusta esa imagen, lo hiere, lo asfixia. Retrocede con el mismo silencio y regresa por el mismo corredor por donde llegó. Un pánico lo invade sorpresivamente y busca con desesperación la salida de la casa.
— Entonces sigue durmiendo —escucha la voz calmada de la chica una vez llega a la sala.
El castaño frunce el ceño. Está enojado, triste, indignado. ¿Por qué Hoseok se encuentra en aquel deplorable estado y nadie hace nada? Taehyung nunca se ha caracterizado por guardar la calma o compostura, por lo que con los puños apretados reclama.
— ¿Piensan dejarlo morir? —Mantiene el volumen de su voz bajo sólo por miedo a despertar al enfermo.
Ella frunce tuerce los labios.
— No morirá.
— No aún.
Chasquea la lengua, y sus ojos cansados se clavan en Tae, molesta.
— Depresión... ¿Locura? —La mujer se relame los labios—. Dicen que se volvió loco, já —rie con ironía—. Que la solución es golpearlo con un montón de antidepresivos. Volverlo un zombi aislado de su alrededor —la voz se le quiebra solo un poco—. ¿Debería aceptar aquella solución, niño? ¿No? ¿Pero qué más hago?
Taehyung escucha en silencio, sintiendo un hueco más y más grande creciendo entre sus costillas. Los ojos le pican y la mandíbula le tiembla. Las piernas débiles y un montón de malos recuerdos regresando a su cabeza.
— Kookie viene a verlo casi a diario —la chica agacha la cabeza, escondiendo las lágrimas entre sus mechones azabaches—, pero Hoseok no habla con nadie. ¿De verdad está loco? Yoongi encerrado y Namjoon... ay, por Dios, Namjoon —solloza, por fin quebrada.
El menor se acuclilla en su lugar, porque permanecer de pie le es imposible. Sus lágrimas han escapado al fin. Duele. El corazón, su estómago, sus ojos, todo duele.
El funeral al que no pudo asistir; el encierro de Yoongi; la tristeza de Jimin; la enorme responsabilidad de ser el "fuerte" que recayó en Jungkook; la ausencia de Seokjin y Namjoon; las heridas de Taehyung; el quiebre emocional de Hoseok. Todo, todo duele.
— Esto no está bien —susurra Tae en medio del llanto—. No me gusta. No debe ser así.
La mujer azabache sorbe su nariz y se talla los ojos, arruinando su sencillo maquillaje. Se levanta del sillón y camina unos pasos hasta estar junto al castaño. Se acuclilla a su lado y con una mano soba la espalda del chico.
— Hey, tranquilo —repone ella con un tono reconfortante—. Fue mi culpa, perdón por alterarte.
— No es así —Taehyung continúa cubriéndose el rostro—. Todo está mal, no hay forma de que puedas empeorarlo.
Ella ríe en medio de sus lágrimas casi secas, da unas palmaditas al menor.
— Las cosas pasan por una razón, chico —habla con calma—. Y siempre debe haber alguien estable en todas las situaciones; no te desmorones, por favor. No lo pido por mi; por mi hermano. Mi madre lo intenta, Jungkookie lo intenta, yo lo hago; ¿podrías hacerlo?
Taehyung esconde la cara en las rodillas. Ser alguien estable, quien no se desmorone, la persona fuerte para Jimin... para Hoseok.
[ Meses atrás ]
— ¿Seguro te sientes bien? Puedo revisar tu nariz una vez más.
— Sí, hyung. Tengo que ir a ver a mis amigos...
— De acuerdo. Sabes que siempre estoy por estos rumbos. Toma mi número; mensaje, llamada o buzón. Búscame cuando me necesites.
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Buzón de voz. [VHope]
Fanfiction¿Cuándo exactamente es la edad correcta para decidir si uno cree o no en el amor? BTS | Principal: VHope | epílogo/secuela de mi historia "Tienes un mensaje".