Capítulo 11

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Estamos de vuelta más tarde de lo que me imagine. -¿A qué hora nos tenemos que levantar? –pregunto con cansancio. La verdad es que estar de pie mirando hacia arriba durante unos cinco minutos cansa un poco. –Con que estemos preparados a las 11:00AM o 11:30AM está bien –por lo menos no nos vamos a pegar un madrugón. Nos ponemos cada uno nuestro pijama, yo una camisa ancha que me llega a mitad del muslo y debajo llevo un culot negro y Henry una camisa gris y unos pantalones de chándal por la rodilla azules. Nos acostamos y me apoyo en su pecho sintiendo su respiración. Me pongo a pensar que pasará mañana, Henry nunca me ha pedido salir como su novia ni me ha presentado como si fuera algo más que una amiga, pero luego están todos esos besos, detalles como pasarme un brazo por los hombros y pegarme a él o agarrarme de la mano como lo hizo esta noche. No quiero agobiarle así que no le digo nada y me duermo.

-Ya está todo –le aviso. -¿Te importa ir a dejar las llaves en recepción mientras saco el coche? –me tiende las llaves y las cojo. Espero detrás de una pareja y echo un vistazo por todo el lugar, me llevaré un bonito recuerdo de todo esto. Sigo mirando y unos ojos verdes me congelan de los pies a la cabeza. ¿Qué hace él aquí? No puede estar pasándome esto. No aparto la mirada, simplemente me quedo petrificada, él me sonríe, pero no es una sonrisa amable sino una sonrisa pervertida, de maldad. Me pongo a temblar. –Hola, ¿viene a dejar la llave verdad? –me habla la recepcionista. –Sí, tome –le digo lo más rápido posible. No quiero que Armie vea que de verdad me asustó su presencia. –Espero que haya tenido una buena estancia –me sonríe. –Si todo ha estado maravilloso, muchas gracias –y me voy lo más rápido posible, pero por el rabillo del ojo veo que Armie se levanta y sale detrás mía. Salgo a la calle y busco rápidamente el coche de Henry, le veo y salgo corriendo, miro hacia atrás y como en los viejos tiempos Armie viene detrás mía. –Ya ni me saludas, que maleducada –me atrapa entre sus asquerosas manos. –Suéltame –quiero llorar pero no quiero que este imbécil vea que después de todos estos años me sigue afectando. –Jess yo no te enseñe a que huyeras de mí –sonríe mostrando su sonrisa torcida. Giro la cabeza hacia el coche de Henry y veo que sale del coche, me mira y frunce el ceño al ver como Armie me tiene cogida. -¡Henry! –grito. –en un segundo estoy sobre los hombros de mi agresor y corre todo lo rápido que puede, pero Henry también. -¡Ayudarme! –grito. La gente se nos queda mirando y no hace nada, pero de pronto caemos al suelo. – Jess levanta vamos –las manos de Henry me levantan del duro suelo. -¿Y este quién es? –nos quedamos mirándole. –Como la toques otra vez te mato aquí mismo –Nunca había visto a Henry así de enfadado, ni siquiera cuando John intento llevarme también con él. –No estarás siempre con ella y cuando menos te lo esperes no la encontrarás –me mira. –Nos veremos más pronto de lo que te imaginas, John esta deseando verte –y dicho eso se va.


Después de lo ocurrido nos montamos en el coche y ninguno dice nada. -¿Estás bien? –me pregunta al cabo de unos minutos. –Sí, no me ha hecho nada –por fin le miro y veo que en una esquina de su labio inferior tiene una pequeña herida. –Te lo ha hecho él ¿verdad? –asiente e inmediatamente me siento culpable de todo lo que ha pasado. –Lo siento Henry, no sabía que estaba aquí –me empieza a doler la cabeza. –No es tu culpa, habrá sido una coincidencia desagradable nada más –habla serio. No hablamos más y en el fondo me replanteo si seguir viendo a Henry como algo más o no. Sé que él no quiere problemas de ningún tipo y yo ahora mismo tengo uno gordo y sé que es mi culpa porque si les hubiera denunciado a los dos en su día nada de esto estaría pasando.

Después de dos días sigo asustada de que Armie o John me encuentren. –Cuéntame que tal te lo pasaste con Henry –he invitado a Texa a casa porque sinceramente no me apetecía estar sola. –Muy bien, es un hombre muy atento, divertido, sabe escuchar –pienso en contarle ese pequeño accidente que tuvimos al irnos pero sé que si se lo cuento no me dejará en paz hasta que haga algo al respecto. -¿Os acostasteis? –va al grano. –No –pero me hubiera gustado. –Entonces podría haber sido mejor –se levanta y se va a la cocina. –Ya bueno pero igualmente no tuvimos muchas ocasiones en las que poder hacerlo porque por la noche llegábamos cansados y por el día estábamos jugando partidos de hockey o esquiando –vuelve con un bol lleno de helado de chocolate, mi preferido. –Te creeré –Texa es de esas chicas que piensa que para el sexo siempre hay tiempo. Nos tiramos casi toda la tarde viendo películas de superhéroes y comiendo helado. –Bueno creo que es hora de que me vaya yendo, tengo una cita –aplaude feliz. -¿Chris? –pregunto mientras la acompaño a la puerta. –Así es –sonrío y la doy un abrazo. –Pásatelo bien y controla tu sed de sexo, es un buen partido para que lo eches a perder por un calentón –la advierto. –Tranquila que si surge no seré yo quien empiece –se aleja riéndose de su propio comentario. Cierro la puerta y como de costumbre al quedarme sola hecho todos los pestillos de la puerta. Me dispongo a hacer algo de cena pero unos toques en la puerta me detienen. Cojo un bate de beisbol y voy a la puerta. -¿Quién es? –pregunto alto para que me oiga quien quiera que sea. –Soy yo –me contesta Henry desde el otro lado. Quito los tres pestillos de la puerta y le abro. Nos quedamos mirando. –Veo que estas preparada –señala el bate de beisbol. –No esperaba a nadie y me he asustado –me echo hacia un lado para que pueda pasar. –Siempre viene bien tener un arma en casa –me sonríe de lado. –En realidad lo tengo de recuerdo, como un adorno o algo así –lo pongo otra vez donde estaba. -¿También jugabas al beisbol? –camino hasta la cocina. –No, el bate era de mi padre. Jugaba en un pequeño equipo y cuando se retiró porque era demasiado mayor para seguir jugando me lo regalo –me encanta que me pregunte cosas sobre mi vida, significa que está interesado en saber más de mi. - ¿Has cenado? –le pregunto. –No, de hecho venía a invitarte a cenar conmigo –eso me sorprende. –Bueno si no te importa podemos cenar aquí. Iba hacer la saña de verduras –preparo todos los ingredientes. –Suena delicioso, déjame ayudarte –le sonrío y le indico lo que puede ir preparando.




He tardado un poco en actualizar pero aqui esta otro capitulo mas. Espero que os guste y muchas gracias por leerme XOXOXO.

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