Con siete años me dijeron que mi hermana pequeña tenía leucemia. Los médicos dijeron que ella se moría, y nos la llevamos a casa. No podía hablar del dolor, así que siempre estaba drogada con la morfina. Un día le subió mucho la fiebre, su pulso se iba debilitando con su respiración. Mientras mi familia lloraba a su alrededor yo me fui a una habitación, llamé a Dios, pero nadie me respondió. Así que conjure al diablo. Las velas encendidas alrededor de la habitación ondulaban con las súplicas que pedía, "Por favor, sálvala. Por favor, no te la lleves. Por favor, haz que se recupere.". No respondía nadie, pero tampoco había tiempo así que hice un trato "Sálvala y te venderé mi alma". Las velas se apagaron y la habitación quedó a oscuras, vagamente iluminada por la luz de la luna. Lentamente se formó una silueta delante de mí, era alta y musculosa con unas alas negras y despedazadas en la espalda. La silueta habló "Niña, repite el trato." y yo lo repetí con un nudo en la garganta "Salva a mi hermana y te venderé mi alma.". De la criatura apareció un pergamino y una pluma con un tinte rojo pegajoso, y dijo "Firma el contrato". Cogí la pluma y firme. La criatura sonrió y desapareció. Fui corriendo al ver a mi hermana, respiraba mejor y le había bajado la fiebre, y en unos días la leucemia se había curado. Los médicos se sorprendieron mucho, y le atribuyeron la curación a la medicina y a la suerte. Con el tiempo acabé creyendo que lo ocurrido en mi habitación fue producto de mi imaginación. Y al cabo de diez años, a los diecisiete, ya ni me acordaba. Hasta hoy.
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El contrato del diablo
NouvellesSiempre me habían advertido que nunca se deben hacer pactos con el diablo, pero cuando Dios no te escucha, esa es tu única solución.