El Descubrimiento Aterrador

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Llevaban un rato en la oficina, y la verdad es que no estaba consiguiendo concentrarse del todo, por un lado estaba el tema de Matsuri, que cada vez lo tenía más inquieto, y por otro lado estaba el que la gatita se encontraba en su cabeza revolviendole el pelo.

No supo ni cómo ni por qué ella había terminado ahí, pero se resignó a apartarla tras varios intentos. Rió para sí mismo, ese era un punto en contra para que Matsuri fuese la gatita, ella no se arrevería en su vida a hacer algo tan descarado como andar encima de su cabeza revolviendole el pelo y jugando con sus mechones.

La recordó. No supo por qué pero le pareció muy lejano, ella, sonrojandose a la mínima, tratando de respetar su espacio personal por encima de todo, de no importunarlo, de hacer todo lo posible por agradarlo… suspiró, y una de sus manos se la llevó a la cara, tápandosela con algo de desesperación. Pensar en ella siempre causaba estragos en él, y nunca era capaz de seguir pensando en ella para buscarle un sentido.

Por otro lado ella se había hartado de verlo con ese peinado y había sucumbido a su capricho, cosa que se había acentuado desde que era una gata, no sabía por qué pero era más atrevida, aunque más tarde siempre se moría de vergüenza. Ahora acababa de pasarle, con lo que se bajó.

Lo vió… un poco decaido, con lo que estando en su hombro comenzó a darle mimos, a lo que él puso mejor cara y la acarició.

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Ya llegada la noche tras un rutina relativamente normal se encontraba esperando la cena sentado en la mesa del comedor. Escuchó el sonido de como tiraban de la cadena del baño, y vio a la gatita salir de este. 

En ningún momento le había puesto una caja de arena o algo del estilo.

Se abofeteó mentalmente por el error, pero le extrañó el hecho de que esta no hubiese hecho sus necesidades por cualquier lado de la casa, dado el caso. ¿Había estado yendo al baño como una persona? Cada vez la entendía menos, no había conocido a ningún gato que lo hiciese, aunque ciertamente conocía pocos.

Y sin poder evitarlo sus sospechas se incrementaron, viéndola con incredulidad, mientras esta saltaba por varios muebles hasta llegar a la mesa por los pelos, acercandosele hasta sentarse a su lado, mirándolo y maullando. Él se levantó y volvió con un cuenco de comida para gatos y lo puso en la mesa, en el hueco que siempre les sobraba a los tres hermanos, al ser una mesa para cuatro. Observó como ella olía la comida y comenzaba a comersela como algo resignada, él con otro cuenco que cogió lo llenó de agua y se lo puso al lado del de la comida.

Mientras seguía esperando a que Temari y Kankuro terminaran la cena -Temari se había empeñado en enseñarle a cocinar algo, ya que, resaltaba, no querría que su pobre cuñada -o cuñado- tuviese que soportar el cocinar todo siempre-, él se dedicó a recordar el el plan para mañana, pensando en despertarse algo más temprano para poder terminar pronto los informes de la mañana y poder acercarse a casa de Matsuri.

La verdad es que no sabía ni como había podido sobrevivir sin ella en la oficina. Siempre era ella la que lo ayudaba, la que le llevaba comida de vez en cuando, siempre haciendolo en el momento más oportuno, la que lo mantenía cuerdo en las noches en vela,  y lograba distraerlo cuando terminaba harto de informes. Fue por Matsu, pensó, esa pequeña gatita había logrado distraerlo y hacer soportables estos días, además de ayudarlo mágicamente con los informes, y tiraba de su manga cuando ya debía tomar un descanso o comer algo.

Se estaba volviendo loco.

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Se levantó, como lo planeó, muy temprano, y rápidamente se preparó para salir, a duras penas la gatita pudo seguirlo hasta la salida, mirándolo extrañada. Él la cogió en su mano y la dejó en su hombro, rápidamente fue hasta la oficina, dejando a Matsuri muy desconcertada, sin entender las prisas, nada propias del tan calmado y sereno kazekage, pero tan solo se limitó a esperar a ver qué pasaba

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Tras un par de horas no pudo aguantar más, y a las 7 de la mañana se dirigía a casa de Matsuri. 

Trató de trabajar lo máximo posible, pero ese horrible sentimiento fue creciendo con cada palabra que escribía, cada reporte que firmaba, cada letra que leía, y no lo soportó más, partió rumbo a casa de su alumna.

Ella lo miraba preocupada, desde que despertó lo había notado extraño, con una actitud nada corriente en él, y cuando vio que se levantaba y atropelladamente salía de la oficina, a penas sin esperarla, se preocupó.

Cuando salieron de la oficina y el rumbo que tomó se le hizo familiar se puso nerviosa. no podía entrar en su casa. Si entraba y no la encontraba dentro sería un desastre, ya que en ella no iba a encontrarla, con lo que se preocuparía, pensaría que le había pasado algo, quizás que la habían secuestrado, que había huido o quién sabe qué se le pasaría por la mente.

A decir verdad ella tampoco se encontraba muy bien ese día, tenía un muy mal presentimiento, sentía que de hoy no pasaría, y ciertamente no sabía qué hacer al respecto, pero tener a Gaara en ese estado no mejoraba nada.

Tenía que detenerlo.

Su casa no estaba muy lejos de la torre del Kazekage, con lo que no tardaría mucho en llegar, así que no se le ocurrió otra cosa que morder su oreja y tirar de él hacia atrás. Él ante esto de detuvo, mirándola sin comprender, a lo que ella respondió con un maullido y tirando de él de nuevo.

  —¿Qué ocurre?

—Meaw meaw meaaw, ¡meaw! —trató de explicarle pero, como no, lo único que salió por su boca fueron maullidos.

Él trató de entenderla, de verdad que lo intentó, pero lo único que consiguió fue quedarse aún más confundido. Necesitaba llegar ya.

Continuó su camino, consiguiendo que ella se bajase de su hombro y tirase de su pantalón con todas sus fuerzas, ante lo que él la levantó con arena, impidiendo que se fuese o bajase otra vez, escuchando como ella maullaba fuertemente, pero sin intenciones de parar su paso.

Ella se desesperó.

Mierda, mierda, mierda.

Él llegó a su casa, sacando del bolsillo la llave de repuesto que ella un día le dio, por petición suya, por si cualquier cosa ocurriese. Tragó saliva antes de entrar, el ambiente se notaba tenso y frío, muy pesado, pero no lo pensó más veces y entró.

Se sentía como si nadie hubiese estado ahí por días, aunque sus pertenencias estaban ahí, alcanzó a ver su bolsa de armas y mochila en una esquina. Subió lentamente las escaleras, temiendo encontrarse lo peor. Mientras, la gatita estaba de nuevo en su hombro, y de nuevo maullaba, pero ahora débilmente.

Entró.

Lo que se encontró lo aterró más que nada.

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Bueno, sé que esto está más tarde de lo esperado... Pero está, que ya es algo.

Sinceramente, me ha sido muy difícil darle un final, ya que al haberla empezado hace tanto, ya casi que no recordaba por dónde iban los tiros, pero bueno, el final está casi pensado, y con ello quiero decir casi escrito, así que seguramente no tarde tanto como normalmente en actualizar.

Es muy muy probable que el siguiente capítulo sea el final, pero creo que no os va a disgustar, al menos eso espero.

Si alguien sigue leyendo esto... Espero que os haya gustado y espero que volvamos a vernos mucho más pronto que normalmente. Como sabéis, no dejaré mis historias sin terminar, aunque tengan que pasar años... Todas tendrán su final.

Así que bueno, dejadme saber, si quereis, qué os ha parecido en los comentarios y muchas gracias por leerme ❤️.

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⏰ Última actualización: Jan 30, 2020 ⏰

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