2. Rojo.

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El desayuno ya habían acabado y ahora nos encontrábamos tomando un delicioso té, estas personas si que eran amables y ahora me siento muy mal por haberlas juzgado sin conocerlas bien. Mire a mi alrededor y me encontré con que el chico llamado Shinpachi me miraba fijamente como si conociera mis más íntimos secretos, eso realmente me incómodo por lo cual concentré mi mirada en el té que por cierto ya me quedaba muy poco en ese vaso de cerámica perfectamente moldeada, mientras veía el contenido verdoso comencé a procesar y a recordar todo lo que había pasado en aquella confrontación en Ávalon. Quería llorar de sólo recordar como la sangre y gritos de desesperación se expandía por cada rincón de mi amada tierra.

— Alice-san, ¿Os puedo preguntar algo?.— levante la vista del té y mire directamente el rostro de Shinpachi.

— Por supuesto, adelante.

— ¿Por qué vuestras prendas y nombre son tan extraños?.— ¿ah? ¿de verdad esa es su pregunta? ¡Qué estúpido!.

— ¡Es cierto! ¡A mi también me gustaría saber!.— exclamó eufórico Heisuke.

— Bueno es algo complicado pero... No soy completamente de origen japonés, mi padre era un hombre gales, es decir de occidente que a su vez era rey de una mística tierra por otro lado, mi madre era una mujer japonesa con conocimientos de ¿Alquimia?.

— ¿Aún seguís con esa mentira? ¡Que absurdo!.— la voz burlona de Okita me estaba molestando mucho de verdad.

— ¡Ya os dicho mil veces que no estoy mintiendo! ¡Y si lo hago que Ddraig me quemé entera!.— supongo que mi voz chillona le molestó pues hizo una mueca de dolor mientras se llevaba una mano al oído.

— ¿Ddraig?.— esta vez fue el turno de Saito de preguntar.

— Es un dragón de la cultura de mi padre y es el protector de todo Gales.

— Realmente no entiendo lo que decís pero suena interesante.— comento el pelirrojo de ojos ámbar dejando su taza de té y levantándose del lugar donde estaba sentado.— Bien Shinpachi, es hora de patrullar, os espero fuera.

— Es hora de irnos, hasta luego Alice-chan.

Y así todos se despidieron de mi, seguidos uno de otros y cada uno fue abandonando la habitación hasta dejarme sola por completo, no sabía que hacer así que tome a primera idea que se me vino a la mente. Iría a dar un pequeño paseo por la cuidad de Kioto tal vez me encontraría con algo que me impresionará lo suficiente como para me regresará tarde del cuartel, así que intente salir del lugar y lo hice nadie me detuvo y mientras caminaba pude sentir las pesadas miradas de las personas sobre mi.

Era más que obvio que sentían curiosidad, no todos los días se ve a una chica con un extraño ropaje y caminando con el ceño fruncido y murmurando maldiciones en un extraño idioma. En fin, finalmente llegue a un camino donde transitaban muchas personas todas con kimonos y ese típico estilo de ropa que suelen usar a los orientales, no se pero ver a algunas personas tan alegres y otras llevando a niños de las manos me hizo recordar a mi madre quien ya tenía unos doce años de muerta a igual que mi padre, sacudí la cabeza quitando esos recuerdos de mi mente no quería recordar nada referente a mi pasado era algo que me traía mucho dolor y nostalgia.

A lo lejos pude divisar un haori celeste que caminaba hacia mi, pude reconocer esos cabellos castaños y aquellos ojos azules no era nadie más que Sinpachi, uno de los importantes miembros del Shinsegumi. Este al verme me miró con curiosidad y rápidamente se dirigió a mi hasta quedar parado como estatua frente a mis ojos.

— Oh Alice-san, ¿dando un pequeño paseo?.— preguntó jovial y con toda la naturalidad del mundo.

— Si, estar encerrada me agobia mucho y bueno que mejor que dar una vuelta ¿no?.— me encogí de hombros y comencé a seguirlo mientras este caminaba.

Una Pendragon Perdida En HakuoukiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora