Lo miré directamente, sabía de sobra que algo de él me llamaba la atención, de no ser por él no estaría aquí sentado. También sabía que era mi tipo, él era lo que me refrescaría en aquel día de Verano, por él andaba sentado en un banco bajo la sombra. Aquella cabellera castaña y aquella piel pálida le daban un contraste maravilloso.
Suspiré y me atreví a dar el primer paso. No estaba nervioso pero si inquieto porque no sabía por donde empezar. Levanté mi dedo índice y lo pasé por su cabellera, deliciosa; con el mismo dedo hice lo mismo en su piel, también delicioso. Sin duda, aquel helado doble de chocolate y nata no tenía desperdicio. Incluso en un día bastante caluroso como lo era este había poca cola en la heladería.Incluso después de haberme tomado aquel helado seguía teniendo calor. ¿Cuánto más tendría que seguir esperando a mi madre?
Pasaron como unos 15 minutos hasta que por fin llegó.
-Vamos hijo, que he visto unos pantalones en un escaparate de aquí cerca -rápidamente decía mientras me daba un beso en una de las mejillas-.
-A sus órdenes mi coronel -bromeé de la mejor manera que pude-.Entramos en una tienda de ropa medianamente grande y dentro de ella se intercalaban letreros de rebajas al 10, 20 y 30% de descuento. Había tres mujeres que miraban vestidos y camisetas cortas; un par de chavales miraban una camiseta de mujer, seguramente para un regalo de lo que pude sacar de su conversación; y un hombre en un traje de chaqueta marrón y corbata azul que miraba cinturones y corbatas con estampados varios. Entre aquella multitud me pregunté donde se encontraba el encargado de la tienda. Finalmente lo divisé, acudía a una chica joven a la que no había visto por que desde la entrada la tapaba una columna. Mientras mi madre miraba algunos pantalones, las tallas y sus precios me giré para echar una ojeada a la tienda, pero me topé con la figura del dependiente, que terminaba de atender a la chica joven. Le seguía mirando incluso cuando la chica se fue. Miraba hacia el cajero, sus ojos verdes cristalinos contrastaban muy bien con su piel morena, su barba y cabello negro.
Levantó la vista y me miró sonriendo, supongo que como todo dependiente debe hacer para vender sus productos. Él, sin duda, conseguiría vender hasta un Ferrari con esa encantadora sonrisa. Cuando me di cuenta realmente que me estaba mirando reaccioné de la forma más descarada posible, me puse rojo como un tomate y me volví hacia mi madre.
-Hijo, ¿te pasa algo?
-¿A-a mi? No, ¿por qué? -se me notaba nervioso y mi madre no es que fuera tonta-.
-Estás muy rojo. Se que hace calor pero no sabía que lo soportaras tan mal. Bueno, he visto este pantalón, es de tu talla y vas a probártelo -señaló el probador mientras decía esto último con un tono más imperativo que sugerente -.No me quedaba mas remedio, así que cogí el pantalón con resignación, como si me obligaran a ordenar mi cuarto. Inevitablemente, tenía que pasar al lado del dependiente, que se encontraba en la caja haciendo cuentas. Lo miré un momento y emprendí mi camino hacia los probadores, y justo en el momento en el que pasaba a su lado se giró hacia mí.
-Si necesitas cualquier cosa, puedes consultarme -se ofreció amablemente-.
-Eh.. Sí, claro, por supuesto, sin problemas -estaba nervioso y solo se me ocurría decir sinónimos- pero no le vendría mal un poco de ayuda a esa señora. Es mi madre -aclaré para que no sonara raro-, probablemente necesite mas ayuda que yo.
Dicho esto, miré al frente, y para asegurarme si allí seguía, volví a mirarle. Seguía mirándome y sonriendo, así que me puse otra vez como un tomate y mis manos comenzaron a temblar. Para evitar que se fijase comencé a andar rápido y me metí rápidamente en probador, soltando un pequeño suspiro nada más entrar. Tras el suspiro, aparté la cortina un poco y lo vi dirigiéndose hacia mi madre. Pude oír como le preguntaba a mi madre si necesitaba ayuda y como ésta le respondía que menos mal que se había acercado él a preguntar, que ella era muy tímida y le daba apuro. Tras el comentario de mi madre, moví mis ojos en forma de arco de derecha a izquierda con un leve movimiento de cabeza. Mi madre, quién lo diría, utilizando una técnica de ligue. Volví a suspirar, pero esta vez por la escena presenciada.
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¿Qué dirán?
Teen FictionEn la vida nos enfrentamos a numerosos hechos. Algunos buenos y algunos malos, pero siempre encontramos la manera de solucionar el problema. He aquí como los diferentes componentes de un grupo de amigos se enfrentan a sus temores e intentan alcanzar...