Cuando me desperté seguía estando oscuro, y hacía mucha, mucha calor. Medio zombie miré el móvil y me desesperé al ver que aún eran las 5. Me gusta el calor y por eso me encanta el verano y odio el invierno, pero esto creo que era ya demasiado. Volteé la almohada para tenerla fría y cambié de postura. Nada parecía resultar efectivo y empezaba a perder el sueño. Incluso me puse música relajante en el móvil, pero lo único que conseguí con eso fue estar pendiente del ritmo, así que decidí pararla. Esto me estaba empezando a agobiar bastante, así que volví a mirar el reloj. Eran las 5:23, no había pasado ni media hora; eso me agobiaba más. Como no pude encontrar otra solución decidí ir a visitar a mi amiga la nevera, ella tenía lo que quería.
Salí de mi cuarto, cerrando la puerta con cuidado y anduve en silencio por el pasillo, mi madre es de sueño ligero y es capaz de escuchar a un ratón roncando. En cuanto llegué a la cocina me quedé medio minuto pensando, no había nada que me gustaría comer. Miré a la alacena y pensé en donde suelo guardar la miel, así que mientras pensaba cogí la leche del frigorífico, la eché sobre una taza y la introduje en el microondas. Me puse a buscar en la alacena y sin querer tiré algo al suelo, menos mal que era un bote de plástico y no se rompió, pero igualmente hizo un poco de ruido.
Cuando iba a ir para el armario del pasillo a coger la escoba, oí como la puerta del cuarto de mi madre se abría y ya me esperaba para una buena bronca.
-Me has asustado -dijo mi madre suspirando-.
-Perdón, no podía dormir y decidí ir a por algo a la cocina -dije en voz baja-.
-Pues ya somos dos -respondió con los ojos entrecerrados-. Llevo despierta un buen rato, pero no quería levantarme de la cama, hasta que oí la alacena abrirse y pensé que habrían entrado a robar, pero cuando escuché el microondas dudé de que se hubieran molestado en tomarse algo antes de marcharse.
-Ya que estamos, ¿desayunamos?
-Es muy temprano, pero vale -respondió mientras movía la mano como ademán de movimiento-.
Mi madre y yo nos sentamos en las sillas junto a la mesa, intentamos sacar algún tema de conversación pero a esta hora era bastante difícil pensar en cualquier cosa.
-Mira, está amaneciendo -dijo mientras miraba de reojo a la ventana-.
Me miró para comprobar si estaba dormido a causa de mi falta de respuesta, pero no, estaba absorto mirando la leche, lo poco que me quedaba de ella.
-¿Y si..? -dudó un momento-. Bueno, da igual, es una tontería -retiró lo que iba a decir mientras recogía sus platos y yo los míos y me colocaba a su lado-.
Ese vacilar me llamó la atención, así que le insistí.
-¿Q-Qué pasa? ¿Qué ibas a decir? -pregunté con gran interés, y el volví a insistir con más intensidad-.
-Es una tontería, iba a decir que podríamos ir mañana a la playa pero no se cuan cansados vamos a estar.
-¿Tu no tenías que trabajar?
-Antes de acostarme me llamó mi compañera y me dijo que al final no hacía falta que la sustituyera, así que podríamos bien ir.
-Sí.. Estaría bien, últimamente hace bastante calor.
La verdad es que ya me estaba entrando sueño, pero no se por que me resultaba incómodo decirle que quería irme a la cama. Tal vez fuera por que no quería dejarla sola y medio a oscuras en la cocina.
-No suena mal. Aunque, ¿No venía alguien para arreglar el horno? -pregunté un poco angustiado-.
-No te preocupes por eso, avisaré mañana al chico del horno a primera hora de la mañana. Si quieres, -añadió- puedes invitar a alguno de tus amigos.

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¿Qué dirán?
Roman pour AdolescentsEn la vida nos enfrentamos a numerosos hechos. Algunos buenos y algunos malos, pero siempre encontramos la manera de solucionar el problema. He aquí como los diferentes componentes de un grupo de amigos se enfrentan a sus temores e intentan alcanzar...