Capítulo 3: Desde ahora no solo seré yo

15 1 0
                                    

Abrí los ojos y me encontraba en una cama que no me era familiar. Entonces, me di cuenta de que no estaba en el lugar de las ruinas. 

- Sabía que esto era mala idea -dijo una persona desde afuera, una puerta dividía la estancia. Sin embargo, logré reconocer esa voz tan profunda- esto es culpa de sus caprichos, no debió haber venido sola. 

- ¡BASTA! -gritó una voz más femenina e infantil- mamá está bien, ella está bien -se escuchó un sollozo pequeño que se fue alejando.

- Ella es mucho mayor, nosotros solo debemos darle lo que quiera -

Un suspiro profundo fue lo único que pude decir al escuchar aquellas palabras tan ciertas. Una tarde más parece haber pasado y miro hacia la ventana- Ellos apenas son unos niños -sonreí  y recordé el nacimiento de mi primer hijo, Ricky. Un bebé que tenía la piel tan tersa y suave, unos ojos tan negros como la noche y una sonrisa que hipnotizaba a cualquiera que lo mirase. "La única manera de dormir es rogándole a los dioses que te protejan", palabras que salieron de mi boca y comenzaron a escucharse por toda la desconocida habitación, "eras tan pequeño en aquel momento y los dioses te dejaron entrar al mundo de los sueños", una canción que me llevo a la época en la que había estado. 

- Nana, ¿cuándo podré ver Etrea por mi misma? -una niña de apenas ocho años le preguntaba a una sirviente a su lado.

-Siga con su práctica de canto princesa, no debe retrasarse con sus clases -sonrió y volvió a tocar aquel instrumento. 

Todo me daba vueltas, nunca había visto aquella escena antes de este accidente y esa niña se parecía a mí. A menos de que ella estuviese en verdad aquí- Princesa Shiro-  

- Te tomo un tiempo averiguar que es lo que en realidad pasaba contigo- sonrío para sí misma y se acercó a mi, con aquel andar que solo tienen las reinas de belleza -simplemente llámame Shiro-

- ¿Dónde estamos?- 

- Este escenario tan pintoresco es el subconciente que me mantiene viva dentro de ti- sonrió y vi como todo a nuestro alrededor se iluminaba y mostraba con detalle un salón tan elegante como ella. Un sofá de cuerpo entero negro y con asas de oro estaba en el centro, habían un sin número de cuadros en la pared y me di cuenta que eran los recuerdos que tenia con mis hijos "No creo en nada de esto" seguí observando el lugar y solo veía todo lo que ya había vivido hace tanto tiempo.

- Tu eres yo y yo soy tu -me dijo y tomo mis manos para seguir con su trabajo- El trabajo del poder ilimitado era entregarme un cuerpo para ...- se interrumpió y calló- hahaha ... No lo recuerdo -

No entendí pero ella siguió riendo hasta que me vio otra vez "¿Quién es tu esposo?" preguntó molesta y agitándome "No me haría esto ¡YO NO JUEGO!"

- No lo tengo mis hijos ellos son solo diferentes - trate de calmarla y la hice sentarse en el sofá- No creo que sea buena idea que conversemos ahora -

-  Tienes razón -

Me hizo cerrar los ojos y no me dejo decir nada. La pared seguía ahí cuando abrí los ojos por segunda vez, pero todo estaba en silencio. Gire un poco hacia mi derecha y los vi, ellos eran mi razón de ser, lo único que me podría alegrar en un día tan oscuro.

- Bienvenida madre -mire a mis hijos y sonreí como siempre lo hacía. Ellos estaban alegres de verme y me sonreían. Sin embargo, uno de ello me miraba con cara de pocos amigos- Madre al fin has despertado -mi pequeña había saltado a la cama y me dio un abrazo al cual correspondí.

-  Lamento que hayan tenido que venir hasta aquí para verme -

"En Busca del destino"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora