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Tiempo pasó de esa noche, las cosas no fueron iguales después, no del todo. Siwon dejó de lado sus reproches y pasó noches enteras encerrado en su cuarto pensando en lo que JongWoon le había dicho... tal vez tenía razón, él nunca se detuvo a mirarse así mismo si no era con desprecio, nunca se detuvo a pensar, nunca miró con buenos ojos su alrededor.

A veces uno puede ver solo oscuridad en su mundo, todo negativo y despreciable, solo puede ver todo lo malo que hay en la vida y se reúsa a encontrar algún signo de luz entre toda esa oscuridad, porque cree que todo es igual. A veces uno se cierra y solo ve lo que quiere ver, reacio a lo que le digan, y odia esa vida, y se odia así mismo. A todo le encuentra lo malo y se aferra a ello sin querer ver más allá, sumido en sus propios pensamientos e ideas y queriendo con todas las ganas gritar sus molestias y desaparecer de la faz de la tierra, porque ya no quiere vivir, si todo lo que ve es desagradable para él. Y tal vez la luz siempre estuvo ahí y él nunca quiso vela. Tal vez la luz siempre estuvo ahí pero su mente cerrada a la oscuridad opacaba esa luz. Siempre queriendo ser diferente y basarse en sus propias ideas sin escuchar a los demás, porque una mente como esta se cierra de tal manera que no quiere escuchar más que sus propias quejas. Solo escucha su mente y nada más importa.

Y él no se daba cuenta, porque lo único que quería era desaparecer de esa vida que nunca habría elegido vivir.

Pero ahora estaba en su cuarto, tras noches sin salir, días sin dormir. Meditando. Se miraba al espejo y trataba de mirarse con otros ojos, ojos que no lo despreciaran. Había callado sus quejas y caprichos para dar paso a otros puntos de vista, abrió su mente. Era cierto que actuaba de una forma inmadura, era cierto que nunca conseguiría nada tratando de ser diferente.

Se acercaba a la ventana, la luna hermosa como ella misma iluminaba su rostro a través del cristal. Suspiro.

La lluvia caía calmada, mojaba el cristal y el suave sonido de esta hacía suspirar al pelinegro, empañando el vidrio.

Su estado de reflexión lo conducía a la enorme biblioteca de la mansión. Se había dado cuenta que no sabía casi nada sobre el mundo del que hoy era parte, solo lo básico, lo cual no era suficiente, obviamente. La biblioteca era rica en libros, escritos por humanos o vampiros, muchos de los miembros del clan pasaban horas ahí. Siwon entró, tranquilamente observaba las altas góndolas de libros sin estar seguro de qué buscaba en realidad. Su mente casi en blanco y su boca cerrada como jamás la tuvo. Tomó un libro que hablaba sobre su especie y se sentó en un acogedor sillón verde cerca de ahí. Se sentía extraño, estaba un poco nervioso cuando comenzó a ojear. El libro contenía imágenes y descripciones que a él le hacían sudar las palmas de las manos, pasaba las hojas y sus ojos comenzaban a tornarse más brillosos.

Sonreía sin darse cuenta.

Lee DongHae pasaba por enfrente suyo, deteniéndose a mirar tamaña escena, sonreír y seguir con su camino.

Siwon tomaba un libro tras otro, ahora las noches las pasaba allí, a veces se sorprendía así mismo golpeándose por haber sido tan terco. Si bien esta era la vida que llevaba, debía aprender sobre ella y otra vez le daba la razón a JongWoon, tal vez si no se hubiese salteado la primera etapa no habría pasado tantas desdichas.

Descubrió un libro que hablaba sobre los dones: Cada individuo tiene el suyo y a veces hasta más de un don. También nombraba los dones que podían tener; y el pelinegro se preguntaba cuál sería el suyo, éstos se desarrollan con poco tiempo y con práctica. El pelinegro fruncía el seño leyendo la larga lista y buscaba en su mente algún indicio de su posible don. Ya sabía que el de Lee DongHae era la velocidad para desplazarse, el de JongWoon transportarse, el de HyukJae producir dolor con tan solo su mirada... desconocía el de los demás que vivían en la mansión, apenándose de ello, nunca quiso socializar con los demás miembros. Cerró el libro, suspirando. Se quedó ahí por un buen rato buscando cuál sería su don.

Los días que no dormía se detenía a observar el exterior de la mansión, le gustaba los días nublados y salía a recorrer el enorme jardín lleno de árboles de cerezo que Siwon lamentó haber tardado tanto en apreciar su belleza. Las pequeñas flores rosa caían en un lento vaivén hasta posarse en el suelo y él admiraba la libertad con que lo hacían.

Por fin había salido de su encierro, tanto mental como habitual, se dedicó a observar a su alrededor y buscar luces que pudieran darle valor a su existencia después de tanta oscuridad que lo aprisionaba, en la que él se aprisionaba.

Miraba a metros un grupo de chicos que reían y se adentraban a la mansión, pensó que sería hora de poder hablar con ellos. Tímidamente lo hizo y le sorprendió tanto que lo recibieran tan amistosamente que se odió así mismo por haberlos repudiado antes, y no darse cuenta que podían ser amigables con él y ofrecerle un lugar en sus vidas.

Lee DongHae lo observaba desde la ventana de su habitación, a lo alto, sonreía de medio lado, lo celaba en silencio y volvía con HyukJae a la cama, sigilosamente, para que éste no despertara.

- Por fin está abriendo sus ojos. – murmuró para sí mismo, pero lo suficientemente claro para despertar a HyukJae, éste lo miro, se acercó a él para besarlo antes de colocarse encima de él.

- Vas a dejarme cuando él sepa todo de ti y el cómo llegó aquí.- Dijo HyukJae, serio. DongHae le sonrió.

- Pasará mucho tiempo hasta que lo sepa.- Respondió seguro, antes de besar a HyukJae y con sus manos recorrer su cuerpo bajo las sábanas dando inicio a un acto de consuelo que Lee HyukJae aprovecharía antes que el pelinegro se interponga entre ambos.

Pero DongHae estaba muy equivocado al decir que pasaría mucho tiempo antes que Siwon supiera todo. Solo bastaron de unos escasos años para que el pelinegro terminara de incluirse, instalarse y acostumbrarse a su nueva vida. Había cambiado sus ideas y había socializado, excepto con HyukJae, quien parecía querer asesinarlo cada vez que se le cruzaba y con DongHae hacía mucho no cruzaban palabras. Encontró varias luces para iluminar su vida y se aferraba a esas pequeñas cosas que nunca dejarían de confortarlo, como la belleza de las flores de cerezo y la danza que exponían cuando caían.

Se sentía bien, se sentía a gusto.

Novato [SiHae]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora