Tn_ se dedicó a mirar el cielo desde su balcón, llevaba un aspecto violáceo con destellos anaranjados que pareciese que viniera del mismo crepúsculo.
Había suspirado cuando vio la fecha de su teléfono, estaban a mediados de octubre. El día de acción de gracias había acabado, y por ende, el instituto.
Agradecía infinitamente a que al menos tendría unas semanas de marginamiento y tiempo exclusivo para reorganizar a su mente. Le estaba pasando fatal, pero sin embargo, seguía sonriéndole a las personas. No quería nuevamente ganarse un título como Magdalena, ya no dejaría que nadie sea ajeno a su dolor. Pues nadie la comprendía.
Una taza de café estaba entre sus manos delgadas y aterciopeladas, contemplaba con perseverancia la cima de la montaña donde había una pequeña cabaña rústica. Y los melocotoneros ya estaban hacia unos doscientos metros de ella.
Suspiró nostálgica, úlmimamente era lo único que podía hacer. Suspirar, recordar, reflexionar, tratar de superar... pero nada pareciera hacerla olvidar.
Se escuchó el ruido de la ventana de su habitación abrirse en un imperceptible sonido, pero Tn_ siguió con la mirada erguida y dedicando a mirar los bosques Edenes que le rodeaban.
--Adivina una cosa.
La voz de Sammy era ininteligible para ella, porque la verdad es que estaba ensimismada sobre sus propios pensamientos.
Le miró de soslayo, que estaba a su lado.
Tn_ le sonrió por inercia, viendo su cabello largo color castaño y su sonrisa auténtica pintada sobre su boca.
Ya había cumplido sus cinco años, era sorprendente lo cuán rápido pasaba el tiempo. Como si fuese una clase de mecanismo ultrarrápido.
--¿Qué ocurre? --preguntó ciñendo sus rodillas hacia sus pechos, para mirarlo de una manera dubitativa.
--Mamá me ha comprado el último juego de Lego Batman.
--Eso es increíble... --susurró acariciándole una mejilla con amor.
Sammy asintió de manera reiterativa, tomó su brazo y lo colocó detrás de sus hombros para ponerse sobre su pecho, le miró con los ojos centelleantes.
--¿Me cantas una canción?
Tn_ sonrió de lado poniéndole sobre su regazo y acariciándole sus cabellos castaños revueltos por el viento. Suspiró, porque ese era el mismo color de Suga. Por un demonio, debía tratar de quitarlo de su mente.
Pero eso era tan imposible como tratar de asomar el sol por la noche.
Le comenzó a tatarear una canción con la voz más delicada como pudo, meciéndolo de arriba hacia abajo como si fuese un bebé recién nacido.
»Ella llamó al hombre en la calle:
Señor, ¿Puede ayudarme?
Hace frío y no tengo lugar donde dormir.
¿Puede recomendarme algún lugar?
Él siguió caminando, no miró hacia atrás
Simulaba no poder oírla.
Comenzó a silbar mientras cruzaba la calle
Parece vergonzoso estar allí
Oh, piénsalo dos veces, es otro día para ti y para mí en el paraíso.«
Su voz tatareaba sibilante, Sammy entrecerró sus ojos y luego volvió a abrirlos para sonreír en grande.
-Me gusta mucho esa canción.
-Me alegra. -sonrió viceversa, y se arregló la coleta para ajustársela al cráneo.
-Cantas horrible. -susurró riendo, por consecuencia, mostrando todos sus dientes malcrecidos. Tn_ abrió la boca indignada, y a la vez divertida.
-Eres un mocoso. -siseó, y corrió cuando Sammy comenzó a hacerlo. Lo atrapó para hacerle muchas cosquillas, y las carcajadas sonoras le llegaron hacia los oídos como en un sonido musical y retórico.
Amaba hacerlo reír.
-¡¿Tn_?! -gritó su madre, asomándome por el umbral de la puerta. Traía el ceño fruncido, y estaba tan pálida como una peonia.
Dejó de reír y miró a su madre alzando su cabeza en señal de que siguiera hablando.
-Alguien te busca.
-¿Quién? -susurró sorprendida, y un poco hastiada. Había dicho que no quería que nadie la molestase en sus vacaciones de acción de gracias.
Poniendo de excusa que la pasaría con su familia, cuando en realidad sólo quería tomarse un descanso de la presión y las juzgas de las demás personas.
Aunque no entendía la aptitud de su madre, ni tampoco su conmoción aleatoria.
-Ni yo misma podría explicártelo. -inquirió.
-Vale, iré a ver quién es. -susurró poniéndose sus pantuflas beige, se arregló la voz mientras se ordenaba el cabello. No quería traer el aspecto de una indígena frente quién sea que es.
Cuando estuvo por abrir la puerta, una oleada de paranoia le sacudió el cuerpo por completo. Pero decidió ignorarlo, y abrió la puerta. Entonces fue testigo de su propia conmoción, se quedó estática.
Sus ojos no podrían creer lo que ahora mismo observaba.
Unos ojos marrones que eran tan característicos en la familia Min le miraron con suplicio. Traía sus ojos rojizos y con ojeras tan oscuras y delineadas que pareciese que no hubiera dormido por una década completa.
Estaba pálida, con las lágrimas escurriéndose por las mejillas haciendo que cayesen como un vaivén sobre el porche de su hogar.
Jannet Sleivhor se mantuvo de píe frente a ella.
-Debes ayudarme Tn_... -susurró acercándose hacia ella con la voz ligeramente quebrantada. Tn_ aún no podía procesar lo que estaba ocurriendo. Pareciera que le hubieran dado una especie de electroshock. Jannet se acercó hacia ella y la zarandeó por los hombros en señal de que despertara-. ¿Comprendes lo que digo, muchacha?
El tono de su voz le sorprendió, parecía desesperada y afligida. Su voz era insomne, como si le pesara hablar. Tragó saliva dificultosamente, y se abofeteó reiteradas veces para salir de aquél frasco de paraplejia.
-¿Qué... ha pasado? -su voz tembló. Al igual que su cuerpo, su mente estaba procesando las mil y un razones por las que la madre de Min Yoon Gi estaba frente a ella. Lívida, demacrada y en un aspecto de agónica.
-Suga... se lo han llevado. Lo han secuestrado... -su voz tembló. Y comenzó a sollozar lanzándose a su pecho, y se derrumbó de rodillas frente a ella. Tn_ estuvo inmóvil tratando de procesar la siguiente frase de Jannet.
-¿Qué? -fue todo lo que dijo-. No puede ser... ¿Dónde... dónde está Elizabeth?
-¡La han matado! -exclamó y se sostuvo de sus muslos mientras que sus sollozos se agrandaban a medida de su respirar. La muchacha de cabellos caobas agrandó sus alucinantes ojos zafiros mirando hacia el vacío.
Tratando de unir la palabra »Elizabeth-muerte« y »Suga-secuestro« tragó saliva sonoramente, y su estómago recibió un líquido agridulce. La garganta ardió con su saliva, que parecía veneno para ratas.
Le tomó de las manos y se hincó mirándole expectante. Suplicando a que todo esto se tratara de una broma mal jugada.
-Oh por dios... Demonios, por favor trata de calmarte y explícame que ha ocurrido. Por favor. -pidió entre sollozos mientras que su corazón no paraba de galopear furiosamente, ansioso por salir de su pecho.
Sus manos temblaban al unísono.
-El día en que nos fuimos hemos sido expuestos ha la muerte. Hemos estado de un lugar para otro tratando de escondernos lo más que pudimos. Nada va bien. Nos han encontrado Tn_, y ahora vendrán por ti.
Suga me dijo que cuando él desapareciera, y le llegara su turno, que te fuera a avisar que corras lo más que puedas, que te escapes lo más lejos posible. Ellos están más cerca de lo que tú crees.
-¡¿De qué estás hablando?! ¡¿Cómo que su turno?! No... ¡Eso es imposible! -gritó con las lágrimas descendiendo hacia sus rodillas arqueadas. Su cuerpo temblaba del miedo como si fuese una sutil hoja en pleno invierno.
-Lo tienen secuestrado. ¡Ayudadme a encontrarlo, por favor! Eres la única salida que me queda Tn_, te lo suplico con el alma. -sus sollozos fueron desgarradores y llenos de melancolía. Tomó una de sus manos para ponerla sobre su corazón-. Me han quitado a mi niña. No quiero perderlo a él también.
-Nunca lo perderá. Jamás. -habló con un dije de nostalgia. Y en cierto modo, tenía la certidumbre de que era cierto. Tn_ se colocó de píe inmediatamente-. ¿Cuánto tiempo lleva extraviado? -susurró en un hilo de voz. Para Jannet hubiese sido incognoscible si no estuviese tan tenaz.
-Una semana. Estoy pensando cosas tan morbosas y las esperanzas se están desmoronando tan fácilmente que es imposible construirlas.
-Tranquila... -le apoyó una mano en la mejilla-. Todo estará bien, ¿Vale? -dijo con las cejas arqueadas. Jannet asintió frenéticamente, tratando de convencerse a sí misma de que lo estaría-. Quiero que me esperéis unos minutos debajo del árbol de mi balcón. Saltaré con bolsos necesarios y prometo que emprenderemos búsqueda hacia Suga ahora mismo. Pero por favor... trata de calmarte.
Jannet sorbió los mocos y asintió.
A Tn_ no le cabía el primer encuentro que habrían tenido. Una señora tan dulce y preciosa, y ahora estaba destruida.
En esos instantes si quiera le interesaba su familia, y a pesar de que sonaba un poco egoísta de su parte, estaba completamente obstruida. Sólo en una cosa, y una persona podía pensar.
Encontrar a Suga.
Se adentró en su hogar cerrando la puerta cerciorándose de que Jannet se marchara. Entró, y se quitó las lágrimas para que nadie sospechase nada. Regresó hacia su habitación y vio que su madre estaba parada en el umbral de su puerta con el semblante preocupado.
-¿Quién era esa señora? ¿Qué quería? -dijo, con los ojos muy abiertos.
-No lo sé, se equivocó, me parece. -su voz era inconfundible y afligida. Caminó directamente hacia su habitación sin mirarla, sabía que ella se daría cuenta de que estuvo llorando.
Cerró su puerta con un portazo leve y la cerró con seguro. Comenzó sacando bolsos de su armario para lanzarlos hacia su cama. Seguidamente por unas par de prendas y cuando creyó que la ropa bastaba, cerró con rapidez su bolso. Levantó el colchón de su cama para coger todo el dinero que había estado ahorrando estos meses, y lo guardó en el pequeño bolsillo de su bolso. Lo lanzó por la ventana hacia abajo y miró si Jannet estaba. Efectivamente, sí. Reposaba su espalda sobre el tallo, y no paraba de llorar.
A Tn_ se le rompió el corazón. No sólo por ella, si no por el hecho de pensar de que alguien pudiese estarle haciendo daño a su Suga. Porque lo era, y no evitó pensar en su gesto tan encantador, pero a la vez tan estúpido. ¿Por qué habría expuesto a la familia de él en vez de la suya propia?, ó, ¿Por qué no se unieron ambos y pudieron haber luchado contra sus enemigos?
Quizá todo hubiese sido diferente.
Pero Tn_ lo conocía como a sí misma. Él era independiente, y terco como una mula. Min Yoon Gi creía que siempre podría resolver todo por sí solo. Y ahora veía como todo había acabado, con Elizabeth muerta, con un Suga secuestrado y con su madre devastada. Por un demonio, las cosas pudiesen haber sido diferentes si tan sólo
él le pudo haber dicho lo que estaba sucediendo desde un principio.
Estaba tan ansiosa por irse, que ni si quiera tuvo para pensar en su familia. En su madre, en su padre, en su hermanastro. Estaba obnubilada con Suga, pensando que quizás podría estar
dañado, o lastimado. Hasta quizás... muerto. Se le heló la sangre tan sólo al pensar aquello. No. Era imposible que él pudiese estarlo, Suga era tan fuerte como el acero. Y nunca se rendía antes de dar batalla como se merecía.
Trepó por su balcón, hasta llegar a aquél árbol donde tantas veces Suga se había encaramado por ella. Saltó de inmediato y vio como Jannet se quitaba las lágrimas en un gesto tan lastimoso.
Tomó su bolso que minutos antes había lanzado y le miró.
-Vámonos. -susurró, tomándola del brazo-. Dime... ¿Cómo sabes que está secuestrado? ¿Dónde lo hicieron?
-Me han llamado desde un número desconocido, dijeron que lo matarían. Estábamos en Arlington, no sé como nos encontraron. Todo estaba tan bien, estábamos seguros en una propiedad íntima y los disparos se escucharon, las ventanas se quebraban en vidrios y los tres estuvimos agachados. Lo único recuerdo es que cuando estuve por asomar mi cabeza, alguien me intoxicó con alcohol. Y cuando desperté inconsciente de lo que ocurría, mi hija estaba votada a mi lado con una daga enterrada sobre su cuello y una en el corazón. Una nota estaba en su cuerpo,
»Lástima que no pudiste despedirte de tus hijos«
No entiendo por qué no me asesinaron ahí mismo a mí. Es una pregunta que estuve haciéndome todos los días, juro que no lo sé. -sollozó con más fuerza.
-No lo sé... demonios, ¿Quién pudo hacer esto tan malvado? -sollozó junto a ella. Se detuvieron entre medio de los árboles.
-Muchas personas. No sabes el odio que nos tienen, un odio tremendo, manipulador y hostil.
-¿Por qué? -preguntó sorprendida.
-No es tiempo para hablar de aquello. Debemos viajar hacia Arlington, ¿Tienes dinero? Dime que sí por favor, porque no tengo nada en mis bolsillos. En la carretera de vuelta hacia aquí hice dedo para me trajeran.
No sabes cuánta humillación he pasado.
-Tranquila, lo traje. Por favor trata de calmarte, créeme que estoy fatal. Pero piensa con optimismo. Lo encontraremos, ¿Vale?
-No entiendes nada, muchacha. No sabes cuánto desean ver muerto a mi hijo. -sollozó con mucha más fuerza. La atraje a mi pecho y le acaricié el cabello en un gesto reconfortante. Me dolía muchísimo, principalmente porque no quería que nada malo ocurriera.
-No sabes cuánta desesperación siento para poder encontrarlo. Me estoy muriendo con todo esto, lo único que más anhelo es que nada le ocurra. Por eso ahora mismo nos dirigiremos a la estación de trenes
y nos marcharemos ahora mismo. Debemos hacer algo, no quedarnos aquí a llorar. Eso no traerá a Suga con nosotras. Por favor, piensa que tu hijo está bien.
La desesperación para que Jannet se calmara, era terriblemente de inquietante. Se sentía como cuando quiso calmar a su madre en el hospital.
Y como siempre ella trataba de demostrarse fuerte, aunque sabía perfectamente que se estaba muriendo de la angustia por dentro.
-Ahora entiendo porque Suga te quería tanto. Porque nos sacrificó a todos para protegerte. Él te quiere muchísimo Tn_. -sorbió los mocos hacia arriba y se separó quitándose los mechones de sus cabellos pegajosos debido a las lágrimas revueltas por todo el contorno de su rostro.
-Y yo le amo. -dejó escapar quitándose las lágrimas que obstruían su vista. Le rezó a dios porque ahora mismo él se encontrara bien, era lo que más deseaba.

ESTÁS LEYENDO
Dark innocence. [2da Temporada Dark Sides]
RandomCuando Min Yoon Gi desaparece de la faz de la tierra, dejando siquiera una remota huella de que estuvo en Fort Worth, Tn_ Gilbert se propone salir hacia adelante dejando atrás el pasado melodramático y catastrófico, y cuando estuvo a punto de hacerl...