CAPÍTULO 4

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Alexandra

La música retumba en mis oídos, después de varias horas ya no lo soporto más, siempre el mismo grupo, las mismas canciones con esas horribles letras que se te meten en la cabeza.

Me duelen las piernas, todo el día de aquí para allá sirviendo mesas, preparando cafés, limpiando bebidas derramadas...

-Perdona, ¿me lo puedes repetir?
-Café con leche, con sacarina si puede ser.

Voy a paso ligero hacia la barra mientras varias personas me miran desde sus mesas para que les atienda y uno llega a darme un tirón de la camisa para que le de la cuenta, tan fuerte que tengo que mantener el equilibrio para que no se me caiga la bandeja.

-Cuidado. -comento, pero dudo que me haya escuchado.

Llego a la barra, vacío la bandeja, la lleno de los cafés y demás cosas que ya me han preparado y voy mesa por mesa.

-Perdona.
-Un segundo. -digo.
-El café era con leche.
-Lo siento.

Esto es agotador, y pensar que después voy a tener que estar toda la noche estudiando...

-¿Llegaste a casa sana y salva el sábado pasado?
-¿Perdona?
-Vaya. ¿Ya no te acuerdas de mí? Te consolé y te acompañé a una discoteca.

Cuando me doy la vuelta, veo a un chico de ojos marrones y pelo castaño que se me hace familiar. Al principio no me doy cuenta de quién es pero luego ya lo recuerdo.

-Es cierto, madre mía lo siento. Vaya numerito...
-Que bah mujer, lo pasé bien. -comenta entre risas.

Termino de atender varias mesas más y cuando el bar está algo tranquilo vuelvo junto a Luca para seguir hablando.

-¿Sabías que trabajaba aquí? -pregunto.
-Sí y no. Vivo en el barrio de al lado, un amigo mío vive por aquí cerca y ayer fui a su casa, pasé por delante y me pareció verte, así que hoy volví para ver si era verdad.
-Ah pues yo vivo a ocho horas de aquí en tren.
-¿En serio? ¿Y vienes cada día a...?
-Claro que no -le interrumpo y me río -Estoy aquí por estudios, realmente vivo a dos calles de esta cafetería.

La vida de una camarera es muy cansada, muy dura pero, he de admitir que bastante divertida. Hoy una pareja estaba discutiendo y cada vez que yo pasaba o iba a llevarles algo, se callaban y sonreían como si todo estuviera bien. Fue el cumpleaños de una niña y a un niño pequeño se le cayó un diente comiendo un bocadillo de tortilla que había preparado mi compañero.

Cuando llego a casa, después de una ducha y la cena, cojo el portátil para llamar a Marcos. Varios minutos después aparece mi amigo tras la pantalla.

-Te echo de menos.
-Lo sé, yo también. Siento que no hubiéramos hablado casi nada durante estos meses, pero he estado muy liada...
-Entiendo...
-¿Qué tal estás? ¿Cinthia? ¿Has visto a mi padre algún día?

Quiero preguntarle también por Alan, pero sé que se va a enfadar. Sigue sin entender porqué lo dejé, y menos va a entender que lo eche de menos. Pero si ni yo misma me entiendo, no lo van a hacer los demás.

-Cinthia está genial, nos hemos visto hace unos días, de tu padre no sé nada y, por si te interesa, de Alan tampoco.
-Está bien. En unos días ya son vacaciones así que me voy a pasar por allí, tenía pensado quedarme aquí, pero debo de volver. Así que ya queda poco para vernos.

-Por fin, por fin, por fin hemos terminado los odiosos exámenes. No me lo creo. Tengo ganas de gritar.
-Triana, eres una exagerada. -comento mientras observo cómo salta mi amiga de felicidad.

Al salir de la facultad, de nuestro último examen, Triana, Delaia y yo vamos a una cafetería y allí nos quedamos las tres hablando durante horas.

-¿Ya lo has decidido? -pregunta Dela.
-¿El que?
-Lo de las vacaciones. ¿Te vas?
-Ah. Eh...sí. Tengo que ver a mi padre, han pasado tres meses.
-Ya, claro, es normal.

No les he contado la relación que tengo con mi padre, saben lo que le ocurrió a mi madre, pero nada más. No es que no me den confianza, simplemente es que no soy capaz de hablar de mi vida. Sólo algunas personas lo consiguen, una entre un millón.

Aunque no lo eche de menos, necesito verlo y hablar con él, ante todo es mi padre. Ya hemos estado tres meses sin saber el uno del otro, pero ayer lo llamé para que supiera que volvía y, parecía alegre.

Salgo del supermercado bastante cargada. Me acerco al coche, abro el maletero y guardo las bolsas. Mientras, mi móvil no para de sonar. Cuando ya estoy en el interior, antes de arrancar, desbloqueo el teléfono para contestar los mensajes de Triana recordando que le comprara chocolate. Un golpe al cerrarse la puerta del copiloto me hace saltar en mi asiento. Bloqueo las puertas.

-No hables, sólo conduce. -Luca está sentado a mi lado.

Al ver mi cara de asustada se ríe y dice:

-Es broma. Y ¿para que cierras si ya estoy dentro?
-Y yo qué sé, fue lo primero que se me pasó por la cabeza. ¿Qué quieres?
-Nada, te vi aquí tan atenta a tu móvil y pensé en asustarte. No sabía que tenías coche.
-Oh, es mi bebé -comento apoyando la cabeza en el volante -sólo llevamos juntos dos semanas.
-Pues para el tiempo que lleváis se os ve muy bien.

Los dos nos empezamos a reír casi a la vez por la tontería a la que ha llegado nuestra conversación.

-Bueno ¿qué haces esta tarde? -pregunta Luca -Me gustaría quedar contigo de verdad, sin encontrarte en tus sitios habituales ni nada, sólo para que no pienses que soy un acosador.
-Tranquilo, sólo lo pienso un poco. No puedo, mañana me voy y tengo que preparar todo.
-¿Te vas?
-A mi ciudad pero sólo por vacaciones, te prometo que cuando vuelva tendremos esa cita -nada más salir esa palabra de mi boca, mis mejillas se empiezan a sonrojar -O como quieras llamarlo.
-Cita, cita. Espera.

Se acerca más a mí y yo hago lo mismo. Apoya sus manos frías en mis mejillas y me relajo. Sus labios suaves, cálidos, se juntan con los míos y es una sensación mágica. El aroma que desprende es indescriptible, indescifrable. Podría pasarme horas y horas así, sin querer marchar.

Cuando nos separamos, lo miro y le sonrío tímidamente, él como respuesta me da un beso en la frente. Antes de bajar del coche dice:

-¿Prometido?
-Prometido.

Mientras conduzco hacia mi casa, vuelve a mí ese horrible mal estar y ese miedo a lo que pueda llegar a pasar. Otra vez la misma historia.

A veces te amo. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora