Mr. Jefferson

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Mi segundo día en este instituto y ya había hecho un nuevo amigo. Un amigo especial. Salí de mi casa y me dirigí al trabajo, tenía clase con 4°C.

-Bueno, la genética es...

Y de repente, alguien llamó a la puerta. Fui a abrir, y era él, Armando.

-Disculpe, ¿tienes rotuladores?

-No, lo siento, pero tengo un puntero láser. Si usted lo quiere...

-No, no hace falta, gracias. -Sonrió.

-De acuerdo. -Le devolví la sonrisa.

No me lo podía creer... Era él. El tan carismático y amable profesor de música.
Al salir de clase, a la hora del recreo, me topé con Armando de nuevo, y comenzamos a hablar, dando un agradable paseo por el patio.

-Me gusta mucho viajar. -Le dije.

-A mí también, fui a Marruecos el año pasado.

-¿Ah, sí? Yo estuve en Marruecos hace dos años, recuerdo que me picó un Androctonus Amoreuxi.

-¿Un qué, perdona?

-Un escorpión amarillo.

-Ostras, ¿qué te pasó?

-Nada, simplemente iba andando tranquilamente por el desierto cuando me topé con una y me picó, ya sabes, lo de siempre.

-¡Wow! ¿Has tenido alguna otra anéctoda parecida? -Preguntó curioso.

-Puff... Si te tuviese que hablar de todos los bichos que me han picado...

-No me importaría esperar el tiempo que fuese, si estoy contigo... -Dijo Armando.

-Qué hombre tan amable. -Exclamé.

-¿Y si hacemos un viaje estas vacaciones? Ya sabes, por Navidad.

-Sería una fantástica idea.

*riiiiiiiiiing*

Sonó el timbre, maldita sea, estaba teniendo una conversación tan interesante. Tuve que regresar a clase.

-Bueno, Armando, nos vemos a la salida. -Sonreí

-Vale.

-¡Hasta luego! -Sonreí.

Después de la cuarta hora de clase, vi cómo Armando hablaba con Débora, parecían estar discutiendo. ¡Vaya! Esto parecía ser un caso de competencia, relación intraespecífica.

Por fin sonó el timbre, esperé a Armando en la puerta del instituto, donde quedamos para irnos juntos en coche a casa, a nuestras respectivas casas, por supuesto.

-¿Te parece bien si planeamos el viaje mañana? Podemos quedar en el Starbucks y hablarlo mientras tomamos un café. -Me preguntó.

-Sí, claro, sería hipster, digo... Genial.

Estaba siendo un día perfecto.

-Bueno, aquí me bajo, gracias por traerme, Armando.

-Espera, te acompaño a la puerta.

-No hace falta.

-Insisto.

-De acuerdo.

Llegamos a la puerta de mi casa, y como despedida, me abrazó.

Detrás De Las Aulas, Armando FlautasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora