Pregunta número 34.
Dejé salir un gran suspiro. Debí haber estudiado más. Son los exámenes finales. Quiero tener el verano libre, no lo quiero pasar estudiando y haciendo más exámenes.
Sonó el timbre. No acabé el examen.
–Natalia, ¿cuántas preguntas te faltan?– resopló el profesor.
Estaba cansado, yo era la única alumna a la que estaba esperando.
–Dos preguntas más.– contesté agotada.
–Si no me eliges de profesor el próximo año, te las pongo bien.
Ya lo había hartado. Siempre lo elegía.
–Está bien.– dije parándome y entregando mi examen. Le di la mano, –Felices vacaciones profe.
~*~
Lo primero que hice al entrar a casa fue obviamente aventar mi mochila en el closet familiar mientras cantaba de felicidad, algo que a mi hermana no le pareció agradable.
–¿Tan rápido acabaste el examen? – preguntó, y sin dejarme contestar, continuó diciendo –No esperaba eso de ti. Te regalaron el examen, ¿no?
Ya estaba estresada, pero ese último enunciado me despeinó del coraje.
–Perdóname, pero hoy no es Navidad para que los maestros estén regalando examenes. Cómprate un calendario hermanita.
Ella me lanzó una mirada asesina.
–Y si, acabé el examen en poco tiempo. De hecho, lo terminé antes que tu vida social se acabara.
En eso ella salió de la sala, se encaminó a su habitación y se encerró.
Yo sólo quería relajarme, así que mientras llamaba a mis amigas, preparé mis cosas para ir a la playa.
~*~
–Estaba regalado Natalia, ¡claro que lo vas a pasar!
Estaba sentada en las piedras de la playa con mi grupo de amigas. Les conté todo lo que pasó en el salón de clases.
–Para ti todo es fácil Ale,– aventé una piedra al mar. –Tu boleta está llena de calificaciones perfectas, y tu familia nunca te compara con tus hermanas.
–¿Sabes qué? Te voy a dar tu regalo ahora.– dijo Mia.
La miré confundida. –¿Qué regalo?
–Te lo iba a dar después por pasar el año, pero lo necesitas ahora.
Sacó un libro de su mochila gris, una casi identica a la mía, y me entregó el regalo.
–Es un libro,– sonrió, –para que leas y te tranquilizes este verano.
–Gracias Mia,– dije, y me acerqué a darle un abrazo. Ella sonrió.
Ale nos hizo señas para que la incuyeramos en el momento, y así lo hicimos. La jalé de su brazo, ella casi cae, pero todo salió bien y nos quedamos en silencio admirando el océano.
Después de un rato me paré y caminé hacia la costa. Me quité mis zapatos, y dejé que las olas fueran alcanzando mis pies descalzos.
Al mojarme por primera vez, me sentí un poco alterada. Pero fui acostumbrándome a la temperatura del agua, y cada vez me sentí más tranquila.
Me sentí protegida, y por primera vez en mi vida, dejé mis problemas en el olvido.
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Personajes Ficticios
Fiksi RemajaNota importante** El nombre de la protagonista es Natalia, pero pueden imaginar que es el suyo, porque se supone que la lectora es la protagonista.