Surge una misión

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Sé que sonará horrendo, pero la única forma de que una chica solitaria de 14 años con trucos mágicos pueda ganarse la vida en Japón en una casa rústica sin exhibirse tanto es en un mercado negro. Lisa no se preocupaba tanto por eso; tiene sus métodos para ser respetada. Antes dependía un poco del dinero de su abuela María, pero con armas podía ir a donde sea que la absurda ley política no estuviese. Un lugar donde todo fuese libre. Descripción perfecta para ese lugar.

El sitio en donde se hacían los negocios era, como era de esperarse, lúgubre y un poco violento. Se podía oler el pecado por doquier... Incluso el pecado de no bañarse durante meses. Aún así, Lisa estaba bastante contenta por el lugar. En su primer día no tuvo más que usar habilidosamente uno de sus cuchillos para herir al más fuerte del sitio, el cual se había burlado de ella al ser una niña en un sitio que no le correspondía. Justicia poética.

Aquel que no conocía el nombre de Lisa Belmont en ese sitio era rechazado por los demás, en especial por Lisa. Aun así, cuan popular fuese ella en el sitio, al igual que en su colegio, nadie sabía nada sobre esa chica peculiar ni sus motivos... Hasta que llegó alguien que le cambiaría la vida para siempre.

Una damisela quizás de 16 años, pelo negro, capucha roja, ojos bermellón, un vestido negro y capa roja al más puro estilo de una cazadora, y negros sus pantalones e incluso sus botas. Esa chica se había fijado en Lisa ese día de pura casualidad, observándola desde una mesa solitaria oculta en medio de la multitud.

En ese momento, Lisa no estaba sino enfocada en una sola cosa: Las misiones de trabajo. Siempre iba y venía sólo por eso. No estaba interesada en ser una completa mercenaria o una ladrona maestra. Sólo buscaba enfrentarse a lo sobrenatural a través de lo más oscuro de la humanidad. Ese día, llegó inspirada y sonriendo como siempre preguntando por doquier:

-"¿Hay alguna misión para mí?"-

-"¡Hey, tú! ¡Sí, tú! ¿No has notado nada sobrenatural por ahí?"-

-"¡Oigan, cálmense! ¡Ya dije que no mataré por dinero si no es un demonio!"-

-"Ejem... Literalmente demonios, cabezas hueca. Gente mala no, sólo demonios."-

Ése era su día a día en ese mercado. También de paso compraba mercancía un poco lúgubre para sus artefactos mágicos, ya sea por aprender magias o conseguir cosas asquerosas para un hechizo. Aunque ella ignoraba todo lo banal.

Sin embargo, ese día sería distinto, empezando con que la dama de la mesa solitaria se levantó con el suficiente ruido del arrastre de la silla para callar a todo el mundo.

-...Belmont Lisa. La cazadora mágica más famosa de este lugar... ¿Me equivoco?- dijo la encapuchada, seria.

-La única e inigualable. ¿Por qué preguntas?- continuó la del sombrero, con una sonrisa dominante.

-Es increíble...- mientras hablaba, se cruzaba de brazos. -...Pensaba que serías más madura que esto, pequeña.-

Todo el mundo se sobresaltó al oír lo que dijo la que se estaba declarando su oponente, mientras Lisa se enfocó más en dar una leve pero siniestra sonrisa al ritmo de acomodar su sombrero.

-Debes ser nueva por aquí... Aunque te agradezco que me reconozcas parcialmente, si sabes a lo que me refiero...-

-No creerás que te mereces otro título, ¿verdad?.- respondió la otra mujer, alzando los hombros aún con los brazos cruzados.

-Vaya...- Lisa, un poco indignada, abrió los brazos y soltó un suspiro mientras los alzaba. -...No eres muy buena para ganar conflictos, ¿huh?-

-Bueno, he oído que eres una niña de negocios. ¿Qué tal si te propongo darte duelo, a cambio de que tú obtengas lo que quieres?-

Castlevania: Memories of a WitchDonde viven las historias. Descúbrelo ahora