Al terminar el día escolar Leo se quedó y se fue a meter a otro salón vacío. Alguien más lo había estado buscando:
— ¡Oye pendejo! —Alguien le gritó desde la puerta del aula.
Leo se había sentado en un pupitre al lado de la ventana del segundo piso, pudo notar cómo este otro muchacho se aproximaba a él.
— ¿Me hablas a mí?
— "¿Me hablas a mí?"—le imitó ridiculizándole—. ¡Bien que sabes! —dijo acusador.
Él estaba seguro que nunca le había hecho algo a este tipo y simplemente, no le apetecía tener problemas con él. Pero Ricardo si tenía algo contra él.
— Tú... ¡tú te estás convirtiendo en un estorbo!
— ¿Qué? —contestó sorprendido, realmente no sabía de qué hablaba.
— Hazte pendejo
— No te metas conmigo si no quieres problemas... imbécil.
— Sería mejor si desaparecieras. —Dijo insidioso.
De pronto alguien más aparece en el aula.
—¡Oigan ya, cálmense no peleen! —interrumpió ella.
—Ho-hola Az... ¡Azumi-mi! —Dijo el grandulón con cara de idiota y muy ruborizado. Leonardo quedó sorprendido... parece que ahora ha comprendido a qué se refería.
— ¿Por qué tartamudeas? —Se acercó a él— anda, dime por qué.
— ¡Cállate!
Se dirigió hacia la puerta, pero antes de salir, se detuvo un momento. Estás advertido gato. — Le dijo sin voltear y después se marchó.
—No le hagas caso Leonardo. —Su voz con ese extraño tono dulce le puso la piel de gallina... Sentía como si fuera algún tipo de trampa, como si estuviera siendo asechado por dos fantasmas o a punto de ser tragado por bestias.
El agujero que conecta el mundo real con esa extraña dimensión apareció otra vez. Sintió el arrebato mucho más intenso esta vez, sólo ella y él existíamos de nuevo en ese mundo.
— ¿Qué es esto?, ¿por qué ahora? —Se preguntó.
De repente escuchó un crujido estremecedor, como un trueno; el edificio comenzó a destruirse. La tomó rápidamente del brazo e impulsivamente se echó a correr hacia las escaleras y luego hacia la salida; cuando salieron tropezó, y ambos cayeron al piso. Rápidamente él la cubrió para protegerla del concreto y polvo que caían consecuencia de la implosión. Todos los demás edificios también comenzaron a derrumbarse.
Escombros y polvo volaban por el lugar, causando una neblina tan espesa que apenas y se podía ver algo en un radio de dos metros. Todo era color gris.
Se levantó, la volvió a tomar del brazo y tratando de no tropezar con los casi indistinguibles restos de la escuela. Logró hallar un lugar seguro para refugiarse: un hueco que había quedado debajo de un escritorio intacto.
Estaba realmente asustado, pero tenía que ser valiente... Y asegurar que continuaran vivos.
—Leo, ¿tienes miedo?
— No —dijo aparentando impavidez.
— Yo si tengo miedo... esto nunca había pasado y... ni siquiera yo sé lo suficiente acerca de esta situación —le decía mientras apretaba la tela de su camisa con sus manos. Entendió que, a diferencia de las veces anteriores, esta vez ese mundo no se había comportado de manera "normal".
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Hacia la infinidad
Teen FictionUn día hace algunos años, una prima muy querida y yo comenzamos a escribir una historia por Facebook. Yo la guardé, quise continuarla y darle un nombre, al final eso hice. Ahora la he leído nuevamente y se me ocurrió colgarla aquí, corrigiendo, erro...