Es en plena noche, cuando piensa que todo el Instituto está durmiendo, cuando Alec decide salir de su habitación. Recorre los pasillos del Instituto en silencio, memorizando cada rincón. Recordando de una manera agridulce todos los momentos que ha vivido en este lugar que ya no siente como hogar. Porque el Instituto dejó de ser su hogar en el momento en el que Magnus entró en su vida. En la biblioteca le parece oír la risa de su hermano pequeño, alegre por leer cómics de superhéroes. Y la enfermería le recuerda a cuando Magnus le salvó la vida... tantos recuerdos encerrados en este lugar. Eso es todo lo que tiene ahora, recuerdos. Recuerdos y un vacío en el pecho que no le deja respirar apenas. Su corazón grita de dolor al sentirse desgarrado pero de sus labios no sale ninguna queja ni ningún quejido, una vez más Alec aparenta de cara a la galería que está bien cuando no lo está... pero ya no puede más, no puede. Por eso esa huida del instituto es como una huida de sí mismo, una huida desesperada en busca de la libertad, de poner fin a ese dolor tan horrible que no le deja vivir.
La noche cerrada hace que la sensación de angustia por un momento sea demasiado, por un momento la oscuridad es tal que se siente claustrofóbico y su alma una vez más clama desesperada por esperanza y por luz, pero sabe que esa luz está lejos, tan lejos que resulta inalcanzable. Por lo menos es así para personas como él que han cometido la peor de las traiciones, aquellos que tienen su lugar reservado en el séptimo circulo de los infiernos.
Alec corre sin prestar atención a donde va, tan solo quiere escapar, dejar atrás el sentimiento de culpa y de dolor que es como una carga, una carga tan pesada que le está aplastando sin piedad. Casi podría decirse que es su mente le empuja a huir, que es ella quien le ha llevado hasta la cornisa de aquel edificio. Y Alec avanza hasta el borde de la cornisa, contemplando el vacío que se extiende bajo sus pies con oscura fascinación.
Acaba con esto Alec, estás siendo una carga para todos. No te van a echar de menos, y mucho menos Magnus. Al fin y al cabo ahora estás en peor lugar que Camille en su lista. Tu traición es peor que la suya, tu traición no merece perdón.
El abismo que se extendía a sus pies parecía susurrar promesas de que sería todo rápido, de que acabaría pronto. De que esta zona estaba lo suficientemente lejos de todo como para que nadie llamase a la policía intentando denunciar un intento de suicidio. Y eso está bien, no quiere dar explicaciones de por qué está aquí, no quiere que le vean en su hora más baja. No quiere dar la razón a aquellos que dicen que es débil, que siempre lo ha sido y siempre lo será.
Un paso. Un paso es lo que le separa de una caída que puede liberarle de todo. Y sin embargo, Alec no da el paso hacia adelante, aunque tampoco hacia atrás. Se queda allí parado en la cornisa del edificio mirando el vacío con oscura fascinación. Las lágrimas fluyen libremente por sus mejillas, el peso de la culpa y del dolor hace que baje los hombros adoptando una postura derrotada. El aire parece salir de sus pulmones muy lentamente. Acaba con esto ya, se valiente por una vez.
-¡ALEC NO!
Demasiado rápido para que su cerebro lo registre todo se ve apartado violentamente de la cornisa, y Alec lucha para zafarse de lo que sea que le está aferrando y le empuja hacia atrás. Es un instinto que no consigue aplacar, el de luchar para zafarse, pero su atacante no le suelta. Su atacante no es otro que Jace, que se mantiene en sus trece aferrándole fuerte.
-¿De verdad crees que te dejaría hacer esto? Eres mi hermano, mi parabati, ¡no voy a dejar que te estrelles!
¿Qué he estado a punto de hacer?
Alec intenta luchar por llevarse el aire a los pulmones, ¿qué ha estado a punto de hacer? ¿Cómo es que se ha dejado ir tanto? ¿En qué momento la oscuridad que encerró en su interior le ha ganado la partida? ¿A tanto ha llegado esto para que Jace, que no ha llorado en desde que tenía 10 años, esté llorando por él?
-A veces me olvido de que tú también tienes un límite. Pero este no es el final... Alec, Alec no estás solo ¿Me oyes? No estás solo.
La fiereza de Jace contrasta con sus lágrimas, es una imagen impactante porque Jace no llora. Porque Jace es el nephilim perfecto, el hijo perfecto, y él no debería llorar y menos por él. Pero sin embargo, él está aquí. Jace ha elegido seguirle y pararle, Jace no se avergüenza de llorar por alguien tan roto como él. Allí en aquella cornisa su hermano le repite incansablemente que no está solo, que le quiere y que le ayudará a salir de esta. Y por primera vez desde que su mundo cayese en pedazos en aquella boca de metro abandonada, Alec cree.
Ambos permanecen abrazados durante un tiempo más en aquella cornisa, y ahí es cuando Alec comprende de verdad el vínculo de pabarati. Comprende que es un camino de doble sentido, y que tiene la suerte de que su hermano no tirará la toalla con él, no importa lo mal que esté la situación que Jace no le dejará caer.
-Jace ¿te puedes quedar conmigo un rato más?
-¿De verdad que tienes que preguntar?
Tal vez Jace por una vez tenga razón, tal vez este no sea el final.
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Way to Darkness (Malec Mpreg AU)
FanfictionDurante toda su vida, Alec Ligtwood vivió en las sombras hasta que conoció a Magnus Bane, el amor de vida. A causa del miedo y de las inseguridades del joven nephilim le causó a Magnus y a así mismo dolor y sufrimiento. ¿Como reaccionar cuando tu mu...