18. To Love is To Destroy

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Robert Ligthwood echó una última ojeada al dossier antes de cerrarlo. Otra vez Nueva Orleans desoyendo las ordenes de la Clave de revelar donde se encontraba el emplazamiento físico de su Instituto. El mismo Instituto del que habían perdido el control cuando el Levantamiento fracasó, porque sí, el Círculo había tomado Nueva Orleans pero poco después de que la Clave lo recuperase la ubicación había cambiado y ahora nadie sabía qué pasaba en aquel maldito Instituto dirigido por dos rebeldes. Robicheaux no solo desoía las advertencias de la Clave, sino que encima había tenido la osadía de tomar a un hombre como su compañero, ¡un mundano para más señas! Y no podían abrirle inspección porque no sabían donde estaba la localización física del Instituto, de haber sido por Robert Goodnigth hace tiempo que hubiese perdido las marcas y estaría pagando caro el haber degrado la sangre del ángel al haberse ido con un hombre... en cierta parte le recordaba a su hijo Alexander. Con la diferencia de que Alexander no siempre había sido tan díscolo como lo había sido Robicheaux cuando ambos estaban en la Academia, sin embargo, cuando Alexander había comenzado su relación con Magnus Bane las cosas habían cambiado...

El único consuelo que le quedaba ahora a Robert Ligthwood es que esos dos ya no estaban juntos y que su díscolo hijo estaba siendo buscado por la Clave. Y sabía que era complicado que Alexander pudiese rehacer su vida al margen de la Clave, él era una sombra, no era tan brillante como debería haber sido un Ligthwood, solo era cuestión de tiempo...

El sonido de una ventana al cerrarse hizo que Robert levantase sus ojos zafiro de los papeles para ver a una figura encapuchada apoyada con aire casual contra la pared. La figura parecía exudar un aire frío y letal, y Robert Ligthwood sabía que bajo la capucha, aquella persona le estaba mirando.

-Hola, Robert.

Y el color desapareció de repente de la cara del Inquisidor, esa voz... no, no, era imposible, el dueño de esa voz estaba muerto. Como oyendo sus pensamientos y decidido a divertirse a su costa, la figura encapuchada se retiró la capucha, revelando el rostro del más fiel lugarteniente de Sebastian, un rostro que antaño había sido hermoso pero que ahora había cambiado debido a las brutales quemaduras y cicatrices y al brillo como de despiadada locura que brillaba en sus ojos. Los labios del lugarteniente de Sebastian se curvaron en una cruel e irónica sonrisa.

-¿Qué sucede, mi amado parabatai? Parece que hubieses visto un fantasma

-Michael...

Antes de que Robert Ligthwood pudiese reaccionar o echar mano a su cuchillo serafín, Michael Wayland avanzó rápido hasta inmovilizar a quien antaño fuese su parabatai y su amor, allí, con el frío beso del cortante adamas presionando su piel hasta arañarla y sacarle sangre fue cuando Robert Ligthwood se dio cuenta del peligro que se encontraba. Michael había aprovechado su confusión le había colocado unas cadenas mágicas que le impedían moverse y luchar.

-¿Sabes cuanto tiempo llevo esperando este momento, Robert?

La voz de Michael era baja, casi como si estuviera compartiendo un secreto con un amante aunque su voz no tenía esa complicidad, sino un odio más helado que el más frío de los inviernos. Como lugarteniente de Sebastian, Michael no había sido nunca dado a hablar demasiado, pero ahora no podía sino dejar salir todo ese veneno y ese odio que había estado albergando durante años, quería que Robert entendiese la magnitud de su traición, quería verle sufrir, quería quebrar a aquel hombre orgulloso. A medida que la sangre iba bajando por su piel y a medida que Michael movía la daga creando oscuros patrones la habitación se iba volviendo más amenazante o tal vez eso era debido en parte a la voz oscura de Michael, que está relatando todo como si de un oscuro cuento se tratase. 

-¿Sabes Robert? Cuando te alejaste asqueado de mi me hiciste daño, pero hice lo propio, lo que la Clave esperaba de mí, lo que tú esperabas de mí. Me casé y tuve un hijo ¿Te acuerdas, parabatai? Claro que te acuerdas, estabas en mi boda, fue la última vez que te dignaste a mirarme. ¿Lloraste por mí cuando Valentine vino a mi casa y nos quemó a mi hijo y a mí? ¿No oiste, Robert, como te llamé a gritos, no sentiste mi llamada a través de nuestra runa? 

Al decir esto el cuchillo araña la runa parabatai, haciendo que un borbotón de sangre empapase la camisa azul que llevaba Robert. 

-Habíamos separado nuestros caminos hacía mucho tiempo, por el amor de dios Michael, Maryse y yo fuimos exiliados cuando el Levantamiento fracasó, tenía que pensar en mi familia.

- ¿Tu familia? -La risa de Michael contrastaba con aquella situación- Pero Robert, si tú nunca has sido muy familiar ¿o no te acuerdas que siempre querías que escapásemos de tus padres, que te dejasen de presionar? 

Y en ese momento Robert Ligthwood sabe que está condenado, porque Michael recuerda, recuerda cada uno de los puntos débiles de Robert.

-Valentine mató a mi hijo ante mis ojos, Robert ¿entiendes? Y yo... sobreviví. Años torturado, años siendo la cobaya de sus experimentos y cuidando a aquel niño que bien podría haber sido mi hijo, oh, Valentine lo sabía el daño que me hacía al ponerme a cuidar de él cuando el mío había perecido en las llamas...

-Pensé que Jace era tu hijo, lo adopté por ti...

-¡¡CÁLLATE!!

El bofetón que Michael le propina hace que el sabor a hierro de su sangre le inunde la boca, los ojos de Michael brillan enloquecidos, casi como si no lo vieran, como si volviera a ver las llamas de su pasado.

-Solo lo hiciste para acallar tu sucia conciencia... ¿sabes? He visto a tu hijo, ¿Alexander no? Es igual que tú cuando tenías su edad, ese pelo negro y esos ojos zafiro. ¿Te jode mucho que él haya resultado ser como yo no? Si no, no le hubieras enviado a Wrangel... ay Robert, Robert.

Michael da vueltas alrededor de Robert, con una sonrisa de insana alegría.

-Pero no podemos permitir que tu chico se convierta en alguien como tú ¿que clase de favor le estaría haciendo al mundo si cierro los ojos y no actúo? 

-¿De qué estás hablando, Michael?

-Que por qué tu hijo debería vivir cuando yo perdí al mío, el mío podría haber sido buena persona, pero eso ya nunca lo sabremos. Así que lo justo es que ambos vayamos iguales ¿O no era esa también parte de tus promesas cuando nos hicimos parabatai? 

-¡Valentine fue quien mató a tu hijo no yo!

-Pero dejaste que pasara, eso te hace tan culpable como el. ¿ No lo ves? - Dijo Michael mirando su espada con interés y sopesándola como si comprobase que tenía el peso adecuado- Tenía razón cuando nos dijo que amar es destruir y ser amado es ser destruido, así que, consíderate que fuiste muy amado Robert. 

Al tiempo que Michael alzaba la hoja y la descargaba Robert Ligthwood vio pasar como un flash ante sus ojos su vida, sus ultimas palabras fueron el nombre de su parabatai como si pudiera hacer cambiar a Michael de opinión. Pero eso no fue así, y aquella noche cuando Michael Wayland salió cubierto de sangre de la casa del Inquisidor fue con la cabeza de Robert bajo el brazo.

-Ave atque vale, Robert Ligthwood.

Dijo Michael antes de dejar la cabeza del Inquisidor en la plaza de la ciudad de Alacante y fundirse en la noche como el fantasma que era. 


Nota de la autora: ¡Y tadáaaaa! Aquí está la identidad del lugarteniente de Sebastian ¡Ha llegado Michael, chiquis! Pues os tengo que decir que acabo de ver con Reddie el final de la temporada de Shadowhunters y ¡dios que feels! Tenía que publicar , aunque eso si, me da que los guionistas me vigilan ¡3 veces que me han clavado en el cap escenas que tengo anotadas a lapiz para otro fic que planeos subiros pronto oye! En realidad aparte de en este fic estoy trabajando en otros 2, pero los voy a ir subiendo con calma porque este es mi bebé y tengo tantas cosas escritas de esto, tanta info... bueno, la cosa es irlo organizando. Bueno, basta de desvarío, ¡ya ha caido el primero de los personajes, ave atque vale Robert! Que sepais que esta era una de las ideas que he tenido más claras desde que empecé el fic 

Way to Darkness (Malec Mpreg AU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora