De miedos y pura coincidencia.

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-Te digo que estoy bien... Si, claro... Estaré en casa a eso de las 20:00... Si, no te preocupes, todo esta bien... Bueno, adiós- pongo los ojos en blanco y guardo mi celular. Ay mi mamá... Siempre tan preocupada, ahora la entiendo, pero es que soy incapaz de volver a casa ahora.
De hecho, aun sigo en esta pocilga. Ha pasado ya casi una hora desde lo de ese.. Señor hijo de su grandisima madre. Siento que cuando salga de aquí habrá mas gente así allá afuera, o tal vez solo estoy un poco asustada, no lo se...
Suspiro frustrada y levanto la cabeza apretando mis ojos con fuerza; es tan frustrante ser adolescente y pensar de manera tan.. Estúpida.
Niego con la cabeza y me pongo de pie, limpio con mis manos la tierra que quedó en mi pantalón y escucho un ruido. Enseguida me pongo alerta y no se que hacer, podría esconderme y quedarme quieta un rato hasta que lo que sea o quien sea que entró se retire, pero así correría el riesgo de que puedan descubrirme de alguna forma. O podría correr a toda prisa, pero esto podría alarmarlos y quien sabe, tal vez me matan.
Opto por la primera opción y me escabullo bajo una chapa oxidada que se encuentra en la habitación de la casa en que estoy.
Me quedo ahí un buen rato y comienzo a percibir humo de cigarrillo, cierro los ojos e intento inhalar mas de aquello.
Recuerdo aquella vez que fumé... Fue genial. Pero luego vi a una señora fumando; dientes amarillos, descuidada. No es que todas las fumadoras terminen así, pero mas vale prevenir que curar.
Empiezo a desesperarme, ya estuve mucho tiempo aquí, y entre el humo y el polvillo no puedo evitar toser. Una vez que lo hice muerdo mi labio inferior tembloroso con fuerza y me preparo para correr en cuanto alguien entre aquí. No soy de asustarme por cualquier cosa, pero no estoy dispuesta ni preparada para vivir algo similar a lo de hace rato.
Escucho pasos hacia esta habitación, alguien entra y el humo se hace mas intenso, hecho la cabeza hacia atrás y olfateo profundamente.
-Son unas bonitas Vans- comenta una voz masculina. Enseguida mis ojos se abren como platos e intento salir disparada de allí, empujo la chapa y doy un salto poniéndome de pie dejando a la vista a un chico de unos veinte años con un cigarrillo entre los labios y alzando una ceja.  Aprieto mis labios e intento hecharme a correr; fallando.
El fumador me agarra de la cintura y me aprieta contra el.
Intento zafarme de su agarre pero es más fuerte que yo.
-Sueltame!- grito y el muy maldito tapa mi boca con una de sus manos y tira el cigarrillo pisándolo ágilmente para apagarlo, supongo que quiere evitar un incendio, la verdad es que en un momento me sorprendo de todas las cosas que puede hacer al mismo tiempo.
Sin importarme sigo intentando escapar y gritar.
-Shh... No tengas miedo, tonta, no te voy a violar, ni matar, ni raptar- dice el.
Wow.. Que... Manera de... ¿calmarme?
No contesto nada debido a que mis palabras son amortiguadas por su mano.
-Pequeña, te voy a soltar, pero debes prometer que no te vas a ir corriendo como una imbécil, esta bien?- propuso. Dudosa, asentí. Lentamente fue aflojando se agarre hasta que me soltó totalmente, me giré para tener una mejor vista de él y casi me caigo de culo. ¡Me enamoré! (No es literal).
Lleva el cabello desordenado, tiene unos ojasos marrón clarito, las pestañas largas y arquedas, un bonito lunar en su pómulo izquierdo y es alto. Es perfecto!
Le sonrío, me sonríe, y salgo corriendo ¿que? No me voy a quedar aquí, tal vez me quiera violar. Antes de que pueda saltar por la ventana por la cual entré, el me vuelve a agarrar y suspira con frustración.
-Que pasa contigo?- pregunta como si lo que hice (o intenté hacer) fuese lo mas ilógico del mundo.
-No te conozco, desconfío de ti y me das miedo- en ese momento me baja de su hombro (si, me llevaba en su hombro) y se planta delante de mí agarrando mis brazos para asegurarse de que no voy a escapar.
-Estoy segurito de que tus ojos no me dicen eso- sentencia clavando sus ojos en los míos. Mi labio inferior tiembla y me es imposible desviar mi mirada de la suya. -Puedes conocerme, puedo conocerte, creeme que no te voy a violar- ríe y suelta mis brazos, no se porque, mentira, si se porque, pero no intento escapar.
-Como se que no me harás daño?- pregunto dudosa. El pone los ojos en blanco, eso me hace sonrreir e imitar su acción.
-No soy un criminal... Solo me escondo aquí para que mi mamá no me vea fumar, pero no suelo encontrarme con chicas con los ojos hinchados por... Llorar supongo. Pero no importa, no quiero saber porque lloras; no fingiré interés. Yo sólo... Quiero conversar, pero no de cosas feas, no- hizo un gesto de disgusto, supuse que también pasó un mal rato- pero si conocerte. Dime, ¿tu quieres conocerme?
-Para empezar, me gustaría saber tu nombre- me cruzo de brazos y siento mi cara arder. ¿que es esto? El sonríe satisfecho y contesta; -Fausto, mi nombre es Fausto. Y estoy para complacerte..- una sensación desconocida me recorrió todo el cuerpo y sonreí. Amé el momento en que entré a aquella casa.

Buena Chica, Malas Pasiones.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora