Capitulo 4.

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Un pequeño felino de cabellos azules, se despertaba lentamente de su sueño, tallando sus ojos con algo de fuerza. Tratando de acostumbrarse a la intensa luz que entraba por la ventana.

Sentándose con cuidado en esa superficie tan blanda que se encontraba, giró el rostro para darse cuenta de que estaba solo.

Inmediatamente su cabeza comenzó a maquinar ideas absurdas en un tiempo impresionante.

Cosas como, "sabía que me dejaría", "era demasiado bueno para ser verdad", "no debo confiar en nadie" o "probablemente esté vendiéndome ahora mismo".

Cada uno de ellos peor que el anterior. Sus ojos comenzaron a llenarse de lágrimas y su labio inferior tembló levemente, en señal de que lloraría en cualquier momento.

Le dolía el que aquel pelirrojo no cumpliera su promesa de despertar a su lado. No sabía por qué, pero había confiado en él al instante, aunque no lo hubiera demostrado.

Ya había pasado por situaciones así antes y jamás había confiado en nadie. Pero por algún motivo, ese extraño y amable chico le daba mucha confianza.

Y ahora ahí estaba de nuevo... Solo en una habitación totalmente desconocida y como no, prácticamente desnudo. Solo aquella playera blanca que le quedaba bastante grande.

Las lágrimas comenzaron a descender de sus bellos ojos azules, aunque de su boca no salió ningún sonido. No iba a ser tan débil. Aunque claro que se desahogaría un poco y sacaría su frustración en esas lastimeras lágrimas.

Levanto las manos y trató de secarlas con desesperación. Quería dejar de llorar, pero es que todo el cuarto y hasta él mismo tenían el penetrante olor de ese muchacho. Lo cual solo aumentaba su dolor.

Un jadeo de pura tristeza salió de sus labios al sentirse de nuevo abandonado. Pero su llanto se vio un momento interrumpido al escuchar la puerta abrirse.

-¿Aomine?-El pelirrojo por el cual lloraba había aparecido al fin y se miraba bastante confundido. Este se acercó rápidamente al pequeño y se arrodilló enfrente de la cama, estiró su brazo y con mucho cuidado acaricio la mejilla del felino, secando una nueva lagrima que brotaba de sus ojos.-¿Qué sucede pequeño? ¿Tuviste una pesadilla? Todo estará bien... Estoy aquí contigo, no iré a ninguna parte.

Daiki no pudo evitarlo y rompió a llorar como un bebé, lanzándose a los brazos de Kagami que gustosamente lo recibían. Su cara se escondió de inmediato en el pecho del mayor, mientras sus pequeñas manos se cerraban con fuerza alrededor de la camisa de este.

-Ya pequeño, todo va a estar bien... Tranquilo, respira despacio...-Kagami levantó la cara del pequeño y con mucho cariño seco sus lágrimas y su nariz. Se acercó con cuidado y beso la frente y las mejillas del mejor, haciendo que milagrosamente este dejara de llorar.-Eso es... ¿Te sientes bien ahora?

El pequeño asintió algo atolondrado. No se había esperado aquella muestra de cariño. Nadie lo había tratado de esa manera y debía admitir que le gustaba.

-Bien, veras yo...-Kagami se rasco la nuca y vio con algo de duda al felino.-Voy a presentarte a alguien, ella es mi mejor amiga, ¿entiendes?-El pequeño solo ladeó la cabeza sin comprender realmente.-Ella es como los otros dos chicos que conociste ayer. Es muy cercana a mí y te va a cuidar mientras yo voy a la universidad, ¿está bien?

El peli azul se aferró con más fuerza a la camisa de Kagami, no quería que ese chico se fuera a ningún lado.

-Solo serán unas cuantas horas, volveré para la tarde. Lo prometo.-El pelirrojo lo tomo en brazos y camino con él para salir de la habitación.-¿Vez ese reloj?-Dijo él apuntando uno que se encontraba al final del pasillo.

¿Quien tiene mas garras?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora