Alien she

02: Conversación entre hermanas

Son las 11:24 de la mañana, Mamá acaba sus labores, labores que no tendría si en vez de pelearnos la ayudasemos. No es justo, mamá trabaja el doble de horas, sin importarle estar enferma (hasta cierto punto), lo hace por nosotras, para poder pagar nuestra separación.
Ella siempre nos ha cuidado, con amor, paciencia y tolerancia. Me atrevería a decir que mamá es mi segundo gran ídolo, el primero es el tío Paul.

-¿Oye Jo, crees que algún día encontraremos el amor?- pregunta ella bromeando.

-Bueno... las dos e-estamos enamoradas, el resto no será tan dificil ¿no?- contesto yo.

Las dos reimos, como no habiamos hecho en meses.
Pero ahora llega el turno de mi gran duda:

-Kathleem, ¿me prometes que esta pregunta no te ofenderá?- le digo yo algo insegura.

-Depende- contesta de forma indiferente.

-Bueno... es que... ¿que les ves a Nash?- pregunto extrañada y nerviosa.

-Eh... a ver como lo explico... bueno, el me acepta en el grupito de "populares", y eso es lo que simpre quise- expilca ella.

-Pero... el no és bueno, para Nash yo no soy más que un objeto de burla- le comento con la voz algo quebrada.

-No, el solo se rie contigo, no de tí- dice ella convencida.

-si, seguro (sarcasmo), de ese chuloputas no me fio un pelo- contesto yo.

Río un poco, pero ella no, le miro a la cara, esta sería "talvez mi comentarío le ha hecho daño" pienso algo entristecida. Aúnque, ella me hizo daño ayer (y muchos otros días), ya toca cambiar los papeles.
De golpe, y sin pensarlo dos veces, Kathleem me dá una fuerte nalgada:

-¡AUCH, eso suele, estás loca!- le grito yo, frotando con cuidado la parte dolorida.

-Vuelve a insultar a mi novio y te llevas otra- explica indignada.

¿Deveria callarme?, creo que no, así que lanzo todas mis blasfemias de golpe:

-¡Me suda la polla que sea tu "novio"!, es un arrogante y un cretino- le suelto con rabía, aguntando un segundo azote.

-Y a mí qué tu opinion, yo le amo y el a mí- contesta segura de si misma y mostrando desagrado hacia mis formas.

-Pero no te das cuenta de que te está utilizando, pero si ni siquiera se acuerda de tu apellido
El cabronazo cambia más de novia que de calzoncillos- digo yo.

-¡Calla!, tú no sabes por lo que he tenido que pasar, tú no conozes a Nash Asterio, ¡Tú no lo conozes!- grita ella, mientras sus ojos se llenan de lagrimas.

Me siento horrible al ver a mi hermana así: llorando, por mis palabras, por mi culpa.
Le acaricio la cara con cariño, como nos hacía mamá cuando llorabamos. Igonorando my dolor, fisico y psicologico.

-Lo siento Kathleem, he sido una maldita gilipollas- la digo yo con cariño, mientras tambien comienzan a brotar lagrimas de mis ojos. Yo me vuelvo muy sensible al ver a alguien llorar, sobretodo a un ser querido.

-Qu-quizas tengas razón. A veces parece que le aburro, o que simplemente me quiere a ratos- dice ella con la voz quebrada y dificultades debido al llanto.

Sí, tengo razón, Nash es arrogante, narcicista y abusivo, recuerdo ese horrible día, el día en que comenzarón todos mis problemas:
Yo tenía ocho años, como estabamos acabando el curso, nos dejaron dormir durante una clase. Todos nos dormimos, y como ya os he explicado yo tenia y sigo teniendo la manía de chuparme le dedo. Entonces al poco de quedarme dormida, comenzé a poner en practica (inconscientemente) ese vicio. Nash, que para aquel entonces tenía nueve (el estaba repitiendo segundo de primaria), se despertó y me vió a mí, dormida sobre el pupitre y con el pulgar en mi boca; el despertó a los demás, y ya pueden imaginar el final.

-No, talvez sea yo la paranoica- miento yo, para hacer sentir mejor a mi hermana.

El es la persona que menos me apetece ver en este mundo, pero si a ella la hace feliz, me tendre que aguantar.

-¡Kathleem, Johanna!, venid rapido- grita mi madre, con la voz algo cansada.

La dos vamos corriendo, pero con cuidado, allí, está mamá, medio dormida sobre la mesa.
Sus ojos verde lima, acompañados de unas ojeras, mostraban cansancio al mismo tiempo que satisfacción.
Me mira con calidez, calidez que se transmite desde mis ojos hasta el cerebro. Ella me mira a los ojos, sonrie un poco y dice:

-Oh Jo, se lo que quieres, solo hace falta mirar esos ojitos marrones, vamos sientate- dice con cariño.

-Pero mamá, Kathleem pesa unos 62 kilos, y yo ya más de setenta- digo yo preocupada por su salud.
Ella asiente con la cabeza, así que nos sentamos sobre su regazo, nos acaricia el pelo, y con el de Kathleem juega un poco a enrollarlo en sus dedos.
Entonces mamá dice:

-Para las citas que ambas teneies, podeis quedaros aquí, así nadie se tiene que mover- explica ella.

Es buena idea, no lo habiamos pensado, entonces envio un mensaje a todos mis amigos, diciendo que ahora será en mi casa.
Cojo mi pulsera para "ligar", que en el fondo, es simplemente una pulsera de goma con la bandera de la LGBT.

Mamá se va a la cama, está cansada y se merece un descanso.
Ya son las 12:13.